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Brigitte Bardot, o cuando Francia no se avergonzaba de sí misma

En contraste con un país timorato, aterrorizado por ofender con una opinión, hubo un momento en que Francia lideraba la irreverencia, el escándalo y las propuestas que helaban a los persignados. La pérdida de una de sus principales protagonistas, luego convertida en defensora de los animales, nos deja en claro que los galos también pronto perderán su cultura. Extrañaremos a Brigitte Bardot

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Por Hernán Bitze

DICIEMBRE, 2025
. Fue acérrima defensora de los derechos de los animales mucho antes que la izquierda confiscara el asunto como arma política; en una de sus películas escandalizó a las "buenas conciencias" con un desnudo integral --así como el pan, ya despojado de envoltura-- y su rostro (y cuerpo) pasaron a ser el símbolo nacional de Francia. En su momento no hubo nada más femenino (y feminista) que Brigitte Bardot. Sin embargo, el feminazismo la detestaba... ah, es que la bella gala se llegó a casar con un simpatizante de Le Pen.

Los caballeros cercanos a los 70 años que siguen entre nosotros la recuerdan objetivamente, tal y como se deleitaron al verla durante sus adolescencias. Fue el equivalente, para los calenturientos de los 70, la imagen de Farrah Fawcett, Bo Derek en los 80 y los calentarios de la Trevi y Bibi Gaytán en los 90. Recuerdo en el decenio ochentudo cómo en el periódico donde yo trabajaba, el señor Leyva se mostró pasmado cuando le dije que conocía, aunque no personalmente, a Brigitte Bardot: "Esa mujer era increíble, pasé muchas noches acompañado con sus fotografías, tu sabes a lo que me refiero", dijo el señor Leyva, con gordos anteojos de líder sindical de los cincuenta y ya envejecido, pero igual presumiendo un inequivocable gesto cómplice.

¡Por supuesto que sabía a que re refería usted, monseiur! El señor Leyva tendría en aquel entonces unos 65 años, por lo que probablemente hoy sus memorias de la Bardot ya le acompañan en otra vida. Pero clarísimamente sabía yo a lo que se refería.

Brigitte Bardot es, lastimosamente, la única pieza que quedaba del enorme mosaico de lo que alguna vez fue la Francia de la posguerra, esa Francia altiva, arrogante, rencorosa ante el yanqui que le había arrebatado su supremacía en el mapa. La Bardot fue parte de ese espíritu altivo que renació tras su previo esplendor de los años 20, un lapso en el cual tanto bohemios, comerciantes y trabajadores gritaban Viva la France! con orgullo, y si alguien se ofendía o no le parecía, bueno, dégage d'où tu viens!, o lo que es lo mismo, "lárgate de donde viniste".

La Bardot fue parte de esa generación, incluidos François Truffaut y Louis Mallé, obstinados en recordar al mundo que el cinematógrafo había sido creado en Francia y reclamaron el cetro con sus francometrajes infractorws; igualmente, la Bardot fue parte de esa generación acostumbrada a provocar como lo hizo George Seinbourg su inmortal tema Je T'e Aime, Moi Non Plus. Qué lejos aquellos tiempos de esa generación arratonada y cobarde que tenemos en la Francia de hoy.

Este mujerón de soberbia belleza nació en 1935 en París, hija de un poderoso industrial. El haber nacido en cuna repleta de francos no evitó que la chica sufriera maltrato por parte de su progenitor, lo que la convirtió en una adolescente flacucha e insegura hasta que las hormonas estallaron e hicieron su trabajo, convirtiéndola en una chica levantamiradas muy codiciada. "Me encantaba recibir piropos", dijo en una entrevista en los años 70, "eso me hizo sentir más segura de mí misma".

Alguien que sin duda le lanzó piropos hasta conquistarla fue el productor Roger Vadim, 12 años mayor que ella. Eran los años del "destape" galo, una especie de reinassance (ahora sí se vale utilizar galicismos) de lo que había sido la Francia de los años 20, esto es, una sociedad provocativa, arrogante y rencorosa hasta el cogote hacia el gringo que le había arrebatado mucho de su orgullo y grandeza. Y es que, seamos francos (de nuevo galicistas): ¿a quien encontramos más sensual y candidata a que nos haga ronrroneos en la oreja, Marilyn Monroe o la Bardot? Caso cerrado, su Señoría.

Fue así como el primer Vadimazo fílmico con ese monumento mítico conocido solo como BB accedió al acontecer cincuentero con ...Y Dios Creo a la Mujer, la historia... no, más bien la bomba, de una chica que no solo mostraba más --y por ende todos querían más-- y quien de ribete asume el rol de adúltera con su propio cuñado. A BB también le dio por vestirse de negro sin necesariamente estar atravesando el trance de viuda, y se enfundó en unos apretados pantashorcitos.

Luego llegaron otras imágenes donde la veíamos de espaldas, desnuda, alzando el trasero que, decía, disfrutaba que lo piropearan.

En otra escena fílmica hoy legendaria, la Bardot aparece hincada en divinos cueros, mirando tímidamente a la cámara, mientras un sacerdote está presto a taparla con una cobija... la verdad, nadie, pero lo que se dice nadie, recuerda el rostro del prelado pero sí cada centímetro de la BB despojada de sus ropas.

A Bardot le encantaba enfundarse en unos diminutos trajes de baño o ajustados minivestidos negros con cinturón rojo. Se independizó de Vadim quien, sin dejar correr mucho el cronómetro, se ligó a Jane Fonda a quien trató de convertir en una competencia de su ex con la película Barbarella... sirva de suficiencia ver esa cinta para detectar esa obviedad. Pero se vio que era imposible: la Bardot era única, irrepetible, como el mejor queso gruyére, imposible de reproducir en otro terruño que no huela a cognac ni en el susurro del viento se escuche un dulce mon cherrie.

Por cierto, hay algo que poca gente ha detectado en torno a la bebé Bardot: la posibilísima posibilidad de que ella haya sido la inspiración de las muñecas Barbie, aunque se haya cambiado al feo pero suertudo Vadim por el galancete Ken.

Inevitablemente se asustó a los bardotianos de la época de haber convertido a la irresistible francesita en un fetiche y en un objeto de fantasías sexuales, algo que el señor Leyva habría reconocido sin tapujos. Esta acusación encantaba a Bardot, quien asimismo llamó "hipócritas" a las mujeres que se encabritaban por recibir piropos: "A mí me encanta que alaben mi traserito, si un hombre me dijera que lo tengo horrible me habría sentido realmente mal".

Para la bella Bardot, era igualmente hipócrita que decenas de actrices se quejaran del "acoso" de los productores cuando se desató el tema #MeToo hace algunos años: "Todas las mujeres que desean un contrato primero coqueteamos... no nos queda hacernos las víctimas".

La bella Bardot decidió dejar atrás todo ese mundillo y se retiró en 1973 para luego publicar su biografía. Un documental que vio en TV sobre el sacrificio de focas marinas en la Antártica la dejó horrorizada. "Mientras yo me movía en un mundo de supuesto glamor, cientos de miles de animales sufrían a diario en nombre de la ciencia o simplemente del sadismo", dijo en una entrevista televisiva.

Años antes que el tema se convirtiera en bandera política, la Bardot exigió al gobierno de España que prohibiera las corridas de toros, e igualmente protestó contra las farmacéuticas que utilizaban monos en pruebas de laboratorio. Adoptó decenas de gatos y perros y consiguió, dijo "que todos ellos vivieran juntos en armonía". No tardaron en llamarle "loca" o "trastornada", epítetos que curiosamente parecen no aplicar a los activistas que han exigido pena de muerte a quien propine patadas a un burro a un perro (como igualmente extrañó que esos activistas de PETA, por ejemplo, nunca se manifestaran contra el laboratorio de Wuhan que realizaba crueles experimentos con perros, monos, conejos y cerdos.

En fechas más recientes, la Bardot fue "cancelada" por oponerse al sacrificio de animales que realiza la comunidad musulmana en Francia, y eso sí que no, en tal caso hay que respetar los "usos y costumbres" de esos recién llegados quienes, de todos modos, se sienten "ofendidos" por ver representaciones cristianas en las calles de París.

En los años 60 el rostro de Bardot se utilizó para representar la identidad de Francia, incluyéndola en el sello oficial y con el nombre de Marianne pero hoy, en un país echado a perder a propósito, este símbolo se convirtió, para el asqueroso wokismo, en una indeseable y una apestada.

Por fortuna, a la Bardot, el desdén le importó una merde, un carajo. Fue ella una mujer genuinamente "empoderada" mucho antes que el marxianismo se apropiara del término. Jugó con su propio tablero y se convirtió en icono femenino cuando otras grandes del cine, fueran Elizabeth Taylor hasta Marilyn, eran títeres de los estudios hollywoodenses a los cuales, por cierto, la gran Bardot siempre rechazó (hizo bien). Por cierto, nuestra Brígida de la historia jamás fue marioneta de Vadim; cierto que la ayudó a ingresar a la industria del ("mediante coqueteos", diría ella) pero el resto de su carrera lo fincó con base en decisiones propias

La Briggite jamás se disculpó por su forma de pensar y antes bien la remachó frente a sus enemigos; ésta era una mujer con los ovarios más que bien puestísimos; jamás dijo "lo siento" luego de "analizar todas las perspectivas", y advirtió la inminencia de la "muerte de la cultura francesa" con la inmigración indiscriminada, viniera de donde viniera, esto mucho antes de los atentados en pleno centro de París donde los acobardados policías se escondieron bajo las mesas dado que no portaban armas de fuego para repeler la agresión. En este punto sobra mencionar, como se ve, que BB siempre se opuso a la Eurozona.

Descanse en paz, Brigitte Bardot. No fuiste de nuestra época pero sí fuiste parte del espíritu de libertad que hoy se busca sofocar en el mundo. Quizá no coincidíamos en muchas cosas, pero ese punto final de este texto: personas como tu hacen de esta experiencia humana un asunto apasionante.

 

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