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Y DEMÁS/Vergüenzas

¿De qué
nos sorprende, la verdad?
A primer vistazo, las reacciones
de gozo por el trágico final de un ser humano son claros
síntomas de una sociedad emocionalmente enferma como la
norteamericana. Pero lo ocurrido a Charlie Kirk es también
consecuencia de un país que cayó engañado de espejos
progresistas creados por gente totalmente enajenada de su
realidad. Sin embargo, el péndulo ya está cambiando de posición
luego de este atentado
Mientras promovió el
divisionismo y la confrontación, Malcolm X fue promovido y admirado,
¿pero no es curioso cómo una vez que regresa de Medio Oriente y
habla a favor de la armonía entre negros, blancos, latinos y
asiáticos ¡pum! lo desaparecen del mapa?
Sammy Davis Jr.
Versión impresión
SEPTIEMBRE, 2025. Apenas había
transcurrido media hora del asesinato de Charlie Kirk cuando alguien
posteó en X: "me temo que ésta vez (Kirk) perdió el debate". En las
siguientes horas aparecieron infinidad de videos en Tik Tok que
festejaban la muerte del "ultraderechista" Kirk e incluso algunos
descerebrados crearon el "baile" que celebraba el "acontecimiento"
con música creada con inteligencia artificial.
La verdad, esa reacción no debería sorprendernos, alguien que
se alegra por la muerte de otros ser humano quien, a diferencia de
cuando se pone fin a la vida de alguien en un combate, Charlie
estaba desarmado. Esa gentuza es la misma que celebra la muerte de
un ser humano indefenso que se está desarrollando en
el útero de una mujer. Esa gentuza es la misma que criticó la "mala
puntería" del tirador que atentó contra la vida de Donald Trump.
La verdad ¿de qué nos sorprendemos? Esta gente odia la vida y se
odia a sí misma al punto que gasta miles de dólares -- o, peor aún,
exige que los contribuyentes lo hagan-- en cambiarse de sexo y de
apariencia e inyectarse hormonas, que no son baratas y que al final
desmadran su propio cuerpo, algo que toda esa gente desea en el
fondo, audestruirse ante lo que consideran es una porquería de mundo
capitalista e injusto.
Lo que esta vez sí nos ha sorprendido, es la reacción ante el
comportamiento monstruoso de esa pléyade que hasta la muerte de Kirk
se había mantenido impune de sus declaraciones y barbaridades.
Hoy buena parte de ellas fueron despedidos de su trabajo, ya sea en
oficinas, centros de trabajo y aun planteles universitarios. Se
burlaron en las redes sociales de Kirk, dijeron que "les importaba
un carajo" su muerte y se les echó a la calle. Hoy vemos a esa gente
lloriqueando en las redes sociales porque, se dicen se cometió una
injusticia contra ellos y nos advierten que su despido es un
atentado a su libertad de expresión. "Así empezó la Alemania nazi",
dijo un sujeto y otro manifestó: "esta es una persecusión sin
precedentes de un dictador en potencia como Donald Trump contra
quienes piensan como él".
Nadie recuerda los gemidos y lloriqueos de esta gentuza por los
ataques a la libertad de expresión cuando se convocó a un boicot
contra
JK Rowling por haber afirmado que solo hay dos géneros ni
tampoco salieron en defensa del comediante Dave Chapelle ni cuando
Disney despidió a Gina Carano por publicar en X opiniones personales
que en lo absoluto involucraban a Disney, ni cuando Fox dio las
gracias a Tucker Carlson, ni cuando mandaron callar al recientemente
fallecido Hulk Hogan ni cuando echaron de su programa a Roseanne
Barr por afirmar que ella apoyaba a Donald Trump.
Tampoco ninguno de ellos salió en defensa del comediante Tim Allen
cuando éste dijo en el programa de Jimmy Kimmel: "Tienes que tener
mucho cuidado cuando estás aquí (en Hollywood). Podrías pasarla mal
si no piensas exactamente igual que todos los demás. Esto es igual a
la Alemania nazi de los años 30", algo evidente y obvio.
Por ahora que suspendieron el programa del insoportable Jimmy Kimmel
por realizar ataques personales contra Charlie Kirk ¡hay que
organizar boicots contra Disney! (propietario de la cadena ABC donde
el "comediante" Kimmel tenía su emisión). Al igual que ocurrió con
los revolucionarios franceses, la guillotina de la "cancel culture"
se ha vuelto en su contra, y no porque se esté imponiendo una
"Alemania nazi" sino porque el suyo es un comportamiento deleznable
entre quienes nos consideramos seres humanos y racionales.
Una cosa es estar en desacuerdo con las ideas políticas de alguien y
otra muy distinta desear un mal físico o alegrarse porque alguien
haya muerto trágicamente. Joe Biden fue uno de los peores
presidentes de la historia y es un sujeto miserable pero habría sido
igualmente miserable haber celebrado su muerte cuando era presidente
(menos aún cuando ello habría llevado a la Casa Blanca a Kamala
Harris). Y si alguien del bando demócrata hubiera sido ultimado de
manera tan ruin y cobarde, se le habría reprobado y se le
consideraría igualmente un desgraciado por festejara su muerte.
Se puede celebrar la muerte de un tirano y de un dictador, todo ello
dentro del concepto del daño que causan a la sociedad y a su
entorno. Pero Charlie Kirk no era un dictador ni un discípulo del
hombre del bigotito: en ninguno de sus videos ni de sus libros
promovió la violencia ni el divisionismo. ¿Qué aspirante a dictador,
qué promotor del
autoritarismo acepta debatir en público con
quienes tiene ideas distintas a las suyas?
Por otro lado, y algo que algo que nos provoca eso
que los alemanes llaman schadenfreude, toda esa
sarta de despidos se han anunciado en sitios como
GoFundMe exigiendo financiamiento para según
ellos "combatir al fascismo". Aún no se han dado
cuenta, y quizá jamás lo hagan, que fueron echados
de esas empresas por su comportamiento digno de
monstruos. ¿A qué empresa, a qué oficina, a qué
empleado le gustaría tener de colega a alguien que
festeja la muerte violenta de otro ser humano?
Y algo que tampoco debería sorprendernos, es que
muchos de estos "festejantes" son recientes
egresados de las universidades norteamericanas,
jóvenes a quienes se les enseñó, más bien
indoctrinó, en que sus acciones no tienen
consecuencias, y si llegara a haberlas, todo se
soluciona con una visita a una clínica que
interrumpe embarazos. Pero en el mundo real Sí
hay consecuencias: un mundo real donde se
acabaron los safe spaces y donde tendrás que
tolerar y lidiar con gente que piensa distinto a ti, y
tendrás jefes y patrones que no dudarán en echarte
a la calle si festejas en las redes sociales la muerte
de un ser humano solo porque no estás de acuerdo
con sus ideas.
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La página
The Blaze reportó que en el fin de semana posterior a
la muerte de Charlie Kirk. la asistencia a los templos en
Estados Unidos se incrementó en un 600 por ciento. Hoy se
percibe que la amenaza contra el país es real, tangible |
La ignorancia de esta gentuza resulta asombrosa:
un video viral muestra a dos hermanas pateando un
pequeño monumento conmemorativo con
veladores, banderas e imágenes de Charlie Kirk en
Little Rock, Arkansas y donde una de ellas dice,
muy ufana, ¡sí, grábame...!" ¿Nadie les dijo que
destruir estos monumentos conmemorativos está
penalizado por la ley y que durante 30 días nadie
puede tocarlos, y que atentar contra ellos es causal
de arresto? ¿Acaso nunca les dijeron eso en el aula
de clase? De hecho, unos sujetos fueron arrestados
y encarcelados cuando hicieron lo mismo con uno
de estos homenajes en honor a George Floyd.
Y si bien el despido del "comediante" Kimmel tiene
un motivo ulterior (de acuerdo con el vloguero
Benny Johnson, sus superiores le suplicaron que
por unos días dejara de atacar a Trump y criticar a
Charlie Kirk dado lo tenso que está el ambiente.
Kimmel desobedeció a sus jefes y por ello
suspendieron su programa "indefinidamente".
¿A que empleado no lo corren por no hacer caso a
las órdenes del jefe? ¿Por qué Jimmy Kimmel, pese
al altísimo --e injustificado-- salario que percibe,
iba a ser la excepción? De hecho no lo pusieron de
pezuñas a la calle tal vez porque su indemnización
habría costado una millonada a Disney, empresa
que se está desangrando por tomar decisiones
estúpidas cortesía del activismo woke.
Es inevitable que tras el sacrificio de Charlie Kirk, el
péndulo se irá al otro lado. El cambio que estamos
viendo en muchas empresas no se debe tanto a un
deseo auténtico sino porque ese sector de la
sociedad norteamericana harto del wokeísmo, del
adoctrinamiento y de que se haya arruinado su
tiempo libre dedicado el entretenimiento,
necesitaba de un motivo, un símbolo, para
aglutinarse. Una de las primeras señales ya la
advirtió Agustín Laje: "Tras lo ocurrido a Charlie
Kirk, la palabra 'derechista' ha dejado de ser una
mala palabra."
Se ha despertado a un gigante adormecido. Como ya
lo dijimos en otro artículo, la muerte de Charlie
Kirk no será en vano.
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