|
Otros textos de Y Demás
No lo extrañaremos: Howard Stern
¿De qué nos sorprende, la verdad?
Porqué nunca habrá otro Ozzy
Osbourne en el mundo del rock
¿La peor campaña
publicitaria de la historia? Jaguar se va a la quiebra
Ciudades del mundo: Las Vegas
El sensacional Andy Williams
Archivo
|
|
Y DEMÁS/Incontenible
estupidez

¿Por qué ?%"#!" las empresas siguen apostando
a lo woke?
Era
obvio: el wokeísmo
empresarial es una estrategia que busca atraer a los egresados de las
universidades con flamante poder adquisitivo, solo que esa apuesta
trae consigo un tremendo error de cálculo que terminará por
enviarlas a la quiebra. Y ello ocurrirá más pronto de lo que
pensamos
Versión impresión
OCTUBRE, 2025. Si bien la pesadilla
woke sufrió un golpe brutal con la reelección de Donald Trump
el pasado noviembre, su influencia va a la baja, por lo menos en
Estados Unidos, entre otros factores, porque esa corriente fue
fuertemente financiada con recursos públicos provenientes de la
organización USAid (la misma que fue cerrada por Elon Musk antes de
sus desavenencias con Donald Trump).
Sin embargo, las intentonas woke por parte de las grandes
empresas han continuado pese a que ya no hay duda que esa estrategia
las llevará a la ruina entre los consumidores, y para el efecto está
el caso de
Jaguar, cuyas acciones valen hoy lo mismo que el
papel sanitario debido a un comercial woke. Y si bien
American Eagle retomó sus tácticas publicitarias habituales con un
comercial donde aparece la actriz y modelo Sydney Sweeney, hay otros
que insisten en la misma, ruinosa fórmula de hacerse "inclusivos"
pese a que el grueso de los consumidores repudia la influencia
woke en los medios de comunicación, y ahora reflejada hasta
cuando se visita un restaurante.
Barrel Cracker es una de las franquicias de comida con más
sucursales, especialmente en el Medio Oeste norteamericano, conocida
por sus platillos sureños tradicionales y por su ambientación tipo
cabaña del viejo oeste, además de contar con un apartado de tienda
de regalos con temática tradicional norteamericana. Pero hace unos
meses el departamento de publicidad de Barrel Cracker anunció la
"renovación" de la empresa que incluye cambiar el logo de la empresa
donde aparece la imagen de un hombre sentado al lado de un barril.
El hombre desapareció junto con el barril en el nuevo logo.
Asimismo se planea que el mobiliario de los restaurantes también
sufra cambios y en las paredes, en vez de mostrar piezas de
americana, se les sustituya por cuadros de colores suaves donde
el tradicional color café del establecimiento será totalmente
erradicado.
La autora de este cambio es Julie Felss Massino, encargada del
Departamento de Publicidad de Barrel Cracker. La mujer apareció en
un programa matutino de TV donde aseguró que el cambio de logo y de
imagen "ha tenido una recepción abrumadoramente buena" entre los
franquicitarios. "Durante una reciente reunión en Orlando, todos
ellos se mostraron emocionados y listos para aplicar los cambios",
dijo la mujer, una rubia con anteojos, cabello lacio y poco
maquillaje... una mujer de apariencia woke, para acabar
pronto.
Donde no se mostraron "emocionados y listos para aplicar los
cambios" fue en la Bolsa de Valores donde Cracker Barrel perdió 100
millones de dólares a unas horas del anuncio de Fells Massino pese a
que ésta asegurara que "no hemos cambiado, queremos proporcionar
una imagen que atraiga a más consumidores, nuestra fórmula
tradicional no cambiará, e incluso el logo original se mantendrá en
los menús".
Por supuesto que Fells Massino cae en la incongruencia woke
más grande de esta corriente: si se trata de mantener "el espíritu
tradicional" de la empresa ¿por qué entonces se aplican
modificaciones radicales a la esencia del producto? ¿No fue
precisamente esa la promesa de Kathleen Kennedy de que "el espíritu
de Star Wars no se vería alterado" al poco tiempo de haber
comprado la jugosa franquicia a George Lucas para luego convertirla
en basura que nadie quiere ver?
Y viene la pregunta: ¿por qué las empresas siguen apostando por lo
woke pese a que la jugada les representará un pasaje casi
seguro a la ruina? ¿Por qué y pese a que todos estos intentos han
fracasado miserablemente, ya sea en el cine, los negocios, la
industria del cómic, los videojuegos y en las plataformas digitales,
se insiste en la misma medicina?
Barrel Cracker es una empresa "enana" en comparación con gigantes
como McDonald's. De acuerdo al analista libertario Matt Walsh, los
ingresos de Barrel Cracker en el 2019, antes de la pandemia, fueron
de mil millones de dólares. Y fue precisamente la pandemia la que
golpeó con ferocidad a este tipo de franquicias restauranteras que
dependían de clientes potenciales para su subsistencia; de nada
sirve tener temáticas y menús que gustan a los clientes si éstos
dejan de consumir en tu establecimiento.
Ya desde el 2022, Barrel Cracker mostró que ese cambio no tenía
intención alguna de mantener el "espíritu tradicional" de la cadena
restaurantera" con una imagen de Instagram donde aparecen varias
sillas, cada una con el respaldo pintado de diferentes colores, un
claro mensaje de promoción LGBT+.
Hay otro elemento que Walsh menciona y que ningún otro medio se ha
encargado en puntualizar: la cerrazón de los sindicatos ante la
propuesta de alternativas durante los años de la pandemia para
mantener a flote los establecimientos.
Walsh apunta, por ejemplo, que ante la ausencia de clientes
potenciales, Barrel Cracker pensó en aplicar la estrategia
Uber-Eats, esto es, llevar los platillos a domicilio, entregados por
muchachos en bicicletas o motocicletas. "El sindicato se opuso,
alegando que ello representaría el 'desplazamiento' para los
empleados agremiados (los 'de confianza' fueron despedidos y echados
a su suerte) quienes seguían recibiendo su salario aunque no se
presentaran a trabajar", dijo Walsh. "Al final se llegó al acuerdo
de utilizar a los repartidores aunque para cubrir las 'cuotas de
desplazamiento', el sindicato se llevó una tajada del pago devengado
por esos repartidores.
"Lo mismo ocurrió con cientos de franquicias a lo largo del país",
apunta Walsh. "Muchas de ellas, entre las que se cuentan Long John
Silver, no lograron sobrevivir a la pandemia".
Hay otro elemento que también se suele pasar por alto: las nuevas
generaciones han sido adoctrinadas en las aulas para sentir
"vergüenza" por todo aquello que represente los valores
tradicionales norteamericanos. "Millones de milennials
norteamericanos tienen la idea de que todo lo que lleve temáticas
del medio oeste o de Daniel Boone representan el 'racismo endémico'
por lo que les horroriza la idea de ir a comer o visitar este tipo
de establecimientos", refiere el vloguero y analista Walsh: "Es
innegable que ante la eventual desaparición física de su clientela
tradicional, estos millenials con un poder adquisitivo cada
día más fuerte representan la supervivencia de estas franquicias.
Ello explica que estén acudiendo a otro tipo de estrategias para
atraer al que será su clientela las próximas décadas".
Otro elemento al que apuestan las empresas se basa en que, bueno,
donde más éxito ha tenido el adoctrinamiento woke es en los
planteles escolares y en la industria editorial que proporciona esos
libros de texto woke. Si agregamos a ello que la tasa de
natalidad en Estados Unidos y en casi todos los países desarrollados
va a la baja, los estrategas woke dan por un hecho que las nuevas
generaciones, instruidas sobre lo que es el DEI, mantendrán vivas
esas franquicias, adecuadas a lo que ellos quieren y no tanto
a la fórmula tradicional (en otras palabras: los defensores de la
imagen emblemática de Crackel Barrel abandonarán este mundo en las
próximas dos décadas; ya no se puede seguir apostando a un sector de
consumidores que se encuentra en vías de extinción).
De hecho, Cracker Barrel ya estaba atravesando por fuertes problemas
económicos desde antes de la pandemia. De acuerdo a la pagina web de
la revista libertaria reason.com, "las acciones de la empresa se
encontraban a 175 dólares en el 2022 y dos años más tarde se
ubicaban a 75 dólares, de una caída de más del 70 por ciento", y
remata: "el cambio de imagen en Crackel Barrel no es una acción, es
más bien una reacción".
El problema, por supuesto, es la estrategia para enfrentar la
disyuntiva. El consumidor woke, lleno de prejuicios, jamás
pondrá un pie en un restaurante Crackel Barrel aun si su interior
queda saturado de banderitas LGBT; esa gente seguirá optando por
consumir granola por las mañanas y comprar en las tiendas naturistas
antes que pedir una hamburguesa con carne vacuna, uno de los tantos
platillos tradicionales de Cracker Barrel. El woke es un cliente
inflexible, cerrado a todo reto gastronómico; jamás va a intentar
probar algo nuevo si de antemano tiene ideas preconcebidas.
La imagen de los Estados Unidos que todos conocemos sufrió enormes
alteraciones durante buena parte del siglo XX pero su esencia se
mantuvo incólume. Incluso en los 60 durante la época de los hippies
y el movimiento beatnik, la bandera norteamericana era ondeada en las
protestas contra la guerra en Vietnam y a ningún manifestante se le
habría ocurrido faltar el respeto al Himno Nacional; la mayoría de
ellos eran antigobierno, esencialmente si éste era de tendencia
republicana.
En cambio, las actuales protestas son anticultura norteamericana,
protestas que se están dando desde los mismos departamentos de
publicidad y recursos humanos de esas empresas.
Las empresas como Cracker Barrel apuestan por una agenda
internacionalista donde la cultura norteamericana carezca de derecho
a imponer su visión sobre el resto del mundo. Todo aquel que haya
crecido en los 80 y 90 recuerda que la diversión comenzaba al
momento mismo de entrar a un McDonald's. El diseño actual de esa
franquicia es brutalista, los colores vivos fueron sustituidos por
paredes sin chiste y sus cuadros fueron removidos con todo y Ronald
McDonald que te recibía sentado a la entrada con una sonrisa.
Hoy se busca que todas las cadenas restauranteras luzcan todas
iguales y se les arrebaten los elementos individualistas que le
dieron personalidad alrededor del mundo.
Cracker Barrel y otras empresas apuestan por un futuro woke porque
esa camada que gozará de fuerte poder adquisitivo se encuentra en
las universidades y cuando egrese tratará de imponer sus ideas y su
forma de vida al resto de la sociedad. Sin embargo, un factor con el
que se están topando los promotores de esta agenda es que una
considerable parte de los norteamericanos no cuentan con
estudios universitarios profesionales y se ve poco probable que esa
tendencia baje los próximos años; es más, es posible que se
incremente ante la idea de que un título universitario no
necesariamente te garantiza un mayor ingreso, más aun cuando la
percepción de que los planteles universitarios adoctrinan con mierda
woke más que enseñar, es casi generalizada en la sociedad
estadounidense.
Y a diferencia de las generaciones woke, el norteamericano
promedio, aun en estados totalmente blue (demócratas) como
California, Oregón o Minnesota, está orgulloso de la historia de los
Estados Unidos: está consciente que esa historia incluye años de
esclavitud y otros abusos pero que éstos han sido superados y ya son
parte del pasado; ese norteamericano promedio valora más los
triunfos y logros del país en que vive por encima de los fracasos y
las vergüenzas.
El norteamericano promedio está consciente que sus ancestros no eran
perfectos y actuaron dentro de convicciones con las que no
necesariamente se está de acuerdo hoy, y ese norteamericano promedio
espera que sus descendientes lo vean a él de la misma forma.
Ese norteamericano promedio sospecha que lo que sustituirá a cadenas
como Cracker Barrell son propuestas totalmente ajenas al espíritu
norteamericano con él cual creció. Y eso mismo pasaría con el
ciudadano de cualquier otro país donde se buscara destruir su legado
cultural. ¿Cuál sería la reacción en México si a los restaurantes de
comida mexicana se les retiraran los cuadros y el mobiliario con
cuadros de paisajes y pueblos para cambiarlos con imágenes de
figuras geométricas pero se afirmara que nada cambiará, que todo
seguirá igual?
Las empresas se hacen woke por una razón que ya abordamos en
otro artículo y porque consideran que es momento de cambiar
estrategias para atraer a nuevos clientes. Pero lo que quizá jamás
comprendan o entenderán es que la estrategia woke no es
efectiva, es ruinosa, los ejemplos abundan hoy y son
incontrovertibles.
Textos relacionados
Porqué las empresas se hacen woke
[Noviembre 2023]
La estupidez, el punto débil del capitalismo woke [Abril
2023]
Porqué las empresas se hacen
woke [Agosto, 2019]
El genial sablazo contra la publicidad woke [Agosto, 2019]
¿Desea opinar sobre este
texto?
oscar_maderecho@gmail.com
ofmart@hotmail.com
0 opiniones
© copyright, Derechos Reservados, 2023 |