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Nayib Bukele: ahora un "dictador" es quien
persigue a los criminales

Un presidente que aplica al ley contra quienes han torturado, amenazado, matado ha pasado a ser un autócrata que, según la prensa y demás organismos que quieren dar lecciones a América latina, busca oprimir a un pueblo que, curiosamente, votó para reelegirlo en casi un 90 por ciento. Nayib Bukele es, junto con Milei, el antídoto contra la demencia woke que está destruyendo nuestro sentido común

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FEBRERO, 2024. Ahora sí que, no es por nada, pero Nayib Bukele cada día nos sorprende más: no solo es un presidente "políticamente incorrecto" (sana costumbre que ya tuvo otro retoño en Argentina con Javier Milei) sino que ha conseguido lo que bien pudiera ser un récord mundial: ser reelecto con el 89 por ciento de los votos contabilizados en la elección realizada el pasado 4 de febrero en El Salvador. Cierto, en las últimas elecciones en las que participó, Saddam Hussein "ganó" con el 100 por ciento de los votos, salvo que hay una diferencia: era candidato único y el voto fue coaccionado, esto es, quien no votara a su favor sería objeto de reprimendas e incluso cárcel, caso contrario al de este país centroamericano donde quienes acudieron a votar lo hicieron con libertad y no como marionetas incapaces de pensar por sí mismas, como lo sugieren la izquierda y la prensa internacional, sino porque ven en Bukele a alguien que da resultados, que cumple su palabra y, lo más impresionante, alguien que ha traído de regreso a El Salvador lo que muchos sociólogos advertían sería imposible: la paz social. De hecho, cuando Bukele asumió la presidencia, El País escribió: "la demagogia de un candidato que triunfa por prometer imposibles".

Y bien podría responder ahora Bukele a ese periódico madrileño: "toma tus imposibles".

Qué rápido se ha olvidado que, hasta hace poco menos de cinco años, El Salvador era considerado un "país fallido", una república bananera, que se ubicaba en el Top Five entre los países más peligrosos del mundo donde las pandillas conocidas como mara salvatruchas habían superado todo principio de autoridad, empezando por la policía y los jueces. También la izquierda que hoy llora indignada por el "dictador" Bukele olvida cómo los gobiernos anteriores de Mauricio Funes de Salvador Sánchez Cerén se implementó una política "de diálogo" con esos grupos y la criminalidad creció en un 35 por ciento durante sus años de gobierno.

Ante los innegables resultados de un presidente al que hasta hace poco se le tachaba de enclenque y engañabobos --al tomar posesión hubo 3,336 homicidios y para el 2022 la cifra se había reducido a 496 al año-- a esos grupos no les queda más que acusar a Bukele de estar "desmantelando la democracia" de ese país centroamericano. ¿Pero en qué se basa ese "desmantelamiento" si las elecciones pasadas fueron totalmente abiertas, con la presencia de medios incluso hostiles al gobierno salvadoreño que atestiguaron el proceso?

Bueno, entre otras cosas, porque el mandatario aplicó un estado de excepción que le permitió detener a cientos de miembros de esas bandas parasitarias de modo que los "derechos humanos" de esos delincuentes se han visto violentados porque, por lo visto, si esa gente golpea, asesina sexualmente, extorsiona e implanta terror psicológico, sus derechos humanos deben seguir incólumes, es decir, yo no respeto pero a mí me deben de respetar. Bukele ha aplicado en El Salvador una fórmula que hoy se considera políticamente incorrecta: o te sometes a la ley o te obligo a que te sometas. De un tiempo para acá, aplicar la ley ha pasado a ser un acto racista, intolerante, y eso es precisamente lo que estaba esa prensa y esos organismos denuncian hacia el trato que se da a esas bandas criminales.

Bien lo definió al respecto el periodista español Federico Jiménez Losantos: "Esta gente, dentro de su soberbia y su egolatría, quiere dar lecciones a un país soberano como El Salvador en su manera de gobernar, de tomar decisiones y de cómo combatir la delincuencia. Y estos ataques provienen de los mismos que defienden a (el presidente español) Pedro Sánchez, sin duda el peor gobernante que ha tenido España en su era democrática".

Obviamente, la manera de "cómo" deben hacerse las cosas en El Salvador también ha arrojado joyitas de hipocresía por parte del Partido Demócrata. La legisladora Ilhan Omar pidió al Comité de Relaciones Exteriores del Senado que "revise el caso de El Salvador" donde, añadió, "existe una clara intención para desmantelar la democracia". A la señora Omar nunca se le ocurrió recomendar algo similar ante el Comité respecto a la paulatina destrucción de la democracia en Venezuela pero sí es motivo de preocupación que millones de salvadoreños, engañados por la propaganda e incapaces de pensar por sí mismos, hayan votado abrumadoramente por alguien que además de hablarles en su propio idioma ha dado resultados que nadie había previsto, en especial la prensa y las ONGs que hoy lo atacan ferozmente.

"¿Dónde estaban esa prensa, esas ONGs defensoras de los derechos humanos cuando miles de salvadoreños eran golpeados, vejados y extorsionados poro esas bandas?", dijo Bukele en una de sus conferencias. En otra más reciente y en respuesta a una pregunta de la periodista española Elena Barberena, Bukele señaló: "El Salvador es un país pequeño, con pocos recursos naturales que acaba de darles una sorpresa, algo que no esperaban. En vez de seguir el discurso de hacer las cosas al revés, de quitar los fondos a la policía ante el avance de la delincuencia, o de dar más drogas a los jóvenes frente al auge de las adicciones, nosotros empleamos el sentido común de perseguir y mandar e encerrar a todos aquellos que han violado la ley. Por esto están escandalizados, todo esto va contra su discurso, donde esta gente que ha hecho tanto daño resultan ser las víctimas de una sociedad injusta".

El columnista cubano-americano Sylvio Canto Jr. escribió, a modo de analogía: "Tienes una plaga de cucarachas en casa, y en vez de aplicar insecticidas o cebos para combatirlas colocas terrones de azúcar en cada esquina y te niegas a combatirlas porque eso afectaría el equlibrio ecológico. Es dudoso que la plaga disminuirá, por el contrario, crecerá sin control. Me pregunto cómo combaten las plagas de cucarachas en su casa los críticos de la exitosa estrategia de Nayib Bukele".

El País, el tendencioso matutino madrileño al cual Bukele llamó "Lo País" ("si ellos cambian los pronombres de la gente ¿por qué no cambiar el género a su nombre?", se preguntó la periodista Barberena) pues calificó como "fracaso" a su estrategia anticrimen "dado que los índices aún se mantienen en un 3.5 por ciento", una nota claramente redactada con la peor mala leche dado que la tasa de homicidios en El Salvador llegó a ser de 55 por cada 10 mil habitantes, casi a niveles de una guerra civil.

Pero ese 3.5 por ciento que indigna a "Lo País" lo constituyen peleas de cantina, carteristas urgidos de dinero, delincuentes comunes o maras que no han podido ser capturados, algo muy lejos de quienes eran víctimas de esas bandas que agredieron físicamente, incluso fatalmente, a quienes se negaron a darles dinero a modo de "protección".

"Lo País" también se ha indignado porque los maras estén presos, apenas cubiertos con calzoncillos, lo que el matutino llamó "un trato humillante", a lo que respondió el mandatario "supongo que esos tatuajes son para lucirlos, pues bien, ahora tienen oportunidad de lucir esos tatuajes". Y en relación al "trato humillante" que se da a los reos, Bukele dijo: "Quizá ese periódico deseaba que los hospedáramos en un hotel de cinco estrellas y les diéramos la bienvenida con una alfombra roja. Esta comprobado que esta gente cometió delitos, agredieron a personas inocentes y trabajadoras, no merecen ningún trato preferencial".

En la conferencia de prensa con la periodista Barberena, Bukele agregó: "Estos medios quieren darnos lecciones de gobernabilidad, pero queremos que sepan que se acabaron los días en que éramos su patio trasero, mucha de la violencia que padecimos se dio a causa de esa injerencia, somos un país soberano que sabe tomar sus propias decisiones. No necesitamos de sus consejos que se han aplicado en otros países y que solo han empeorado la situación".

¿Y cómo se ve a Bukele fuera de las fronteras salvadoreñas?

Con excepción de las ONG's, la prensa y los políticos llorones, más que bien: El diario colombiano El Tiempo publicó una encuesta donde 65 por ciento de los ciudadanos de ese país piden un Bukele en su país, un 75 por ciento el Ecuador, 85 por ciento en la vecina Honduras, 70 por ciento en Guatemala y en España la cifra llega al 60 por ciento.

¿Y en México? Hasta el momento y que se sepa, ningún medio importante ha realizado una encuesta local aunque Aristégui Noticias ya denunció el cuento de la "democracia amenazada" en El Salvador. Quizá esa sea la razón por la cual la cancillería mexicana ha tratado con respeto a Nayib Bukele. Además, un país como México, donde los índices de violencia no son precisamente los más optimistas, difícilmente se encuentra en posición de regañar a ese país y decirle cómo hacer las cosas.

 

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