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 El fenómeno de la "inmigración estúpida", la plaga actual de Estados Unidos

No se trata de la gente que llega de otros países sino aquellos que huyen de las ciudades arruinadas por los demócratas y siguen votando por ellos en su nuevo sitio de residencia, fenómeno que ya afectó a Denver, a Las  Vegas y aun a Texas.  ¿Por qué se está dando esta rara mezcla de estulticia y masoquismo?

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OCTUBRE, 2023. Pocos habitantes lo perciben hasta que llega el momento de las elecciones: los candidatos que eran postulados como "causa perdida" súbitamente comienzan a ganar votos e incluso llegan a ganar puestos que ni ellos mismos esperaban conquistar. Su desempeño es pésimo pero en la siguiente elección su partido político vuelve a ganar, con igual o mayor margen que antes. ¿Qué demonios está ocurriendo, acaso los votantes están sufriendo súbitos arrebatos de masoquismo?

Lo curioso es que muchas de esas victorias van en detrimento de candidatos y personalidades conocidas a nivel local y que han favorecido a candidatos considerados absolutas nulidades. Como ejemplo están las elecciones a gobernador realizadas en Arizona en el 2020 en las cuales la candidata republicana Kari Lake perdió a manos de la demócrata Katie Hobbs. Lake es una periodista televisiva ampliamente conocida en Arizona mientras que su contrincante era una funcionaria que antes de su nominación nadie había escuchado hablar pese a que haber sido funcionaria de gobierno.

Después de una acalorada apelación, la Corte de Arizona dio el triunfo a Hobbs, quien ganó por un puñado de votos llegados de quién sabe dónde. Pero lo curioso del asunto es que en la elección anterior, los demócratas habían perdido por casi siete puntos. De nuevo, ¿qué demonios había ocurrido?
 

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El fenómeno se repitió en Nevada, hasta hace poco enclave republicano, en especial Las Vegas, que en la reciente elección perdieron la alcaldía a manos demócratas, o en Louisiana, donde el demócrata John Bel Edwards ganó la elección pese a que la prensa ya lo daba por derrotado y Nueva Orleans, por años una ciudad que era pieza segura para los republicanos, fue conquistada por La Toya Cantrell, originaria de Los Ángeles, California.

El primer caso, para emplear términos médicos, ocurrió en Colorado, estado que los republicanos habían retenido por décadas, pero a mediados de la década pasada los demócratas conquistaron no solo la gubernatura sino varios enclaves importantes, entre ellos Denver (hasta entonces los demócratas solo ganaban Boulder, un pequeño centro vacacional de invierno). Desde entonces, Colorado ha visto decaer su calidad de vida al punto que se considera que Denver amenaza con caer en la misma espiral que Los Ángeles o San Francisco).

Bienvenidos al fenómeno que comienza ya a ser conocido como el de la "inmigración estúpida". Y no hablamos de la inmigración procedente de otros países, aunque buena parte de ésta también carga con la misma incongruencia. Se trata de esas corrientes migratorias dentro de los Estados Unidos que huyen de ciudades o estados arruinados por las políticas demócratas, que llegan a asentarse en estados republicanos y a la hora de votar lo siguen haciendo por los demócratas.

"Se trata de un cáncer que se está expandiendo por todo Estados Unidos", refiere el analista Michael Knowles, "se trata esencialmente de personas de clase media y alta que huyen de la ruina y la violencia en sus sitios de residencia y lo hacen sobre todo a estados o ciudades republicanas. Ése no es el problema sino que por lo visto sus convicciones políticas siguen siendo las mismas y continúan dando su voto a los demócratas en sus nuevos sitios de residencia pese a que las políticas de los demócratas son las que los orillaron a huir de sus lugares de origen".

Ello da como consecuencia, agrega Knowles, "que los demócratas reciban espaldarazos formidables en sitios donde ya nadie votaba por ellos y comiencen a pugnar e implantar políticas que ellos llaman 'de justicia social' que resultan en altos índices de delincuencia, mayores impuestos e inseguridad. Tristemente, los inmigrantes que al votar causaron esos repuntes vuelven a emigrar a otro lugar y votan de nuevo por los demócratas".

Para Ben Shapiro, otro vloguero que ha estudiado el fenómeno de la "inmigración estúpida", se trata de una una mezcla de ignorancia, desorientación e ingenuidad entre millones de norteamericanos. "No olvidemos que los liberales han manipulado por décadas los medios de comunicación, el cine, los periódicos y la opinión pública y esto ha tenido su efecto, sobre todo el falso concepto de que los demócratas son socialmente más sensibles que los republicanos. Muchos demócratas con los que he hablado me dicen que 'me fui a vivir a un estado republicano por sus mejores condiciones económicas pero es necesario que los demócratas hagan un contrapeso' y no son capaces de ver la contradicción aunque la tengan frente a ellos."

Shapiro emigró con todo su equipo de producción de California a Tennessee. "Yo voté por los republicanos allá y lo hago aquí, provengo de un estado demócrata y vine aquí en señal de protesta. Al huir de sus ciudades, estos inmigrantes también protestan en cierta forma, pero sus protestas equivalen a manifestarse contra la contaminación ambiental encendiendo fogatas", señala Shapiro.

Sin embargo, Tennessee también está siendo víctima de la "inmigración estúpida": dado que cientos de nuevos residentes procedentes de Nueva York, Nueva Jersey e Illinois han llegado a Tennessee el último decenio están votando en masa por los demócratas lo que los llevó a ganar Memphis, ciudad que ha adoptado cosas como el apoyo a Black Lives Matter y los concejales demócratas están pugnando por el aumento de 15 dólares por hora a los mínimos y políticas "suaves" contra los delincuentes pertenecientes las minorías raciales, políticas que ya arruinaron a ciudades como San Francisco y Oakland".

La Florida se salvó de milagro ¿se repetirá el milagro?

Uno de los estados favoritos de quienes huyen de las devastadoras políticas demócratas es la Florida. Durante mucho tiempo los neoyorquinos de clase media y alta solían vacaciones en ese estado el verano y la temporada de frío. De hecho muchos tenían departamentos compartidos en el llamado Estado Soleado. Sin embargo, desde que el nefasto Bill diBlasio llegó a la alcaldía de Nueva York, la oleada ya no llega con fines de turistear sino para convertirse en habitantes permanentes.

Durante el último decenio y según estadísticas del Departamento del Censo de la Florida, el número de neoyorquinos que han llegado al estado es de 24 mil personas, y se espera que para el 2026 l cifra se acerque a los 30 mil en caso que la Gran manzana insista en sus políticas ruinosas. El gobernador Ron di Santis ha manifestado en varias ocasiones que esos emigrantes "son bienvenidos" y cómo no si la mayoría de ellos tienen capacitación profesional, poseen poder adquisitivo y traen importantes inversiones al Estado. El problema, y que DiSantis se esmera en esquivar --si bien su retórica contra los inmigrantes llegado de otros países es más que contundente-- es que más de la mitad de esos recién llegados procedentes de Nueva York y California siguen votando por los demócratas.

Por ejemplo, se sabe que entre los nuevos inmigrantes comenzó la presión para que los planteles escolares comenzaran a eñsenar doctrina LGBT a menores de edad "porque eso mismo se está enseñando en California y Nueva York". Asimismo la página National Review publicó un artículo donde da cuenta que el último decenio, los maestros y catedráticos progres procedentes de esas latitudes han inundado los campus de la Florida y fueron quienes más alboroto hicieron para que Disney se enfrentara al gobernador Di Santis luego de la mal llamada ley "Don't Say Gay".

El gobernador De Santis prohibió que se enseñara esa basura a menores de 17 años y los habitantes locales, incluso algunos políticos demócratas, apoyaron la medida. los únicos que protestaron, naturalmente, fueron los "inmigrantes estúpidos" y clamaron contra la "represión" de leyes que ya existían antes que ellos llegaran y nadie las había denunciado como "homofóbicas".

En la última elección para gobernador, De Santis derrotó al ex alcalde de la capital Tallahassee Andrew Gillum, seguidor de Obama, simpatizante de Black Lives Matter y la llamada Teoría Crítica de la Raza, otra basura doctrinaria que afortunadamente va de salida tras saberse los escándalos de corrupción y despilfarro de su líder. Muchos votantes recién llegados votaron por Gillum solo por ser demócrata pero no les bastó para revertir el resultado. (El golpe propinado a los demócratas fue tan letal que De Santis volvió a derrotarlos en el 2020 pese a haber puesto como candidato a Charlie Crist, quien había ya había gobernado la Florida como republicano).

El ex candidato demócrata Gillum, se supo luego, era una fichita. Se requiere de poco análisis para concluir que, de haber ganado la gubernatura, la Florida se encontraría hoy en un punto muy diferente.

Pero ello no indica que el peligro para la Florida haya pasado. "La inmigración del norte se agudiza conforme allá empeora la situación. Ya se está viendo que muchos recién llegados se quejan de que las costumbres son más conservadores y hasta de que no pueden dar una caminata por temor a toparse con un cocodrilo a mitad de la calle. Ese es un factor, aparte de su natural repudio por todo lo que huela a republicano. que los lleva a votar por los demócratas. Dicen 'ellos saben de mis inquietudes y me ayudarán a que Florida se parezca más al sitio de donde vengo'; culpan más a la mala suerte, al "racismo sistemático" y al capitalismo del desastre en que se encuentran las ciudades de donde vienen", señaló el analista Knowles.

¿Qué hacer, entonces? La inmigración interna no puede ser prohibida ni restringida en su territorio pero sí puede haber maneras de evitar que los "inmigrantes estúpidos" hagan de las suyas en los lugares donde se asientan. En primer lugar, el estado de Wyoming, también víctima reciente de esos nuevos habitantes procedentes de California, principalmente, no puedan participar en las elecciones locales en los dos años inmediatos a su llegada. "Solo podrían hacerlo en elecciones federales, pero en las elecciones locales y municipales podrán hacerlo transcurridos dos años, tiempo suficiente para que se empapen de la realidad local, y ya sean contribuyentes registrados en su ciudad", señala Knowles. "No es la solución ideal pero por lo menos atenuaría el daño que está el votar por políticas que contaminan a los estados que están haciendo las cosas bien".

(En México aplica esta modalidad: solo se puede votar por el gobernador y los candidatos del estado y el distrito donde fue expedida la credencial del INE. En cambio, en el país norteño muchos estados únicamente requieren que el votante presente una identificación o un  comprobante de domicilio; en algunos estados, como Pennsylvania, basta con presentarse a los sitios de votación y recibir la papeleta)

Y por supuesto, agrega Knowles, "es indispensable que la ciudadanía se informe, que se quite las telarañas políticas de los ojos y que vote más por la realidad que por las percepciones. De no hacer nada al respecto Texas, la Florida y otros valladares republicanos terminarán como California, Illinois o Nueva York. Y eso, no exagero al decirlo, será el principio del fin de los Estados Unidos".

Acotación final: el texto en la imagen dice "No puedes arreglar la estupidez pero sí puedes echarla mediante los votos". Eso mismo están haciendo los "inmigrantes estúpidos", solo que contra la inteligencia




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