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NACIONAL

 

Si creían que López era un radical, espérense a lo que viene con Claudia Sheinbaum

 

Por un lado, buenas noticias que México se una a los países que tienen a una mujer presidente, pero por el otro, el que se trate de alguien en cuyos antecedentes se encuentra el apoyo a un grupo terrorista, algo que reconoció el presidente colombiano, información que la prensa local ocultó a los votantes. ¿Qué se avizora los próximos seis años?: ultrafeminismo, adoctrinamiento woke y una política económica que arruinará a la clase media... al tiempo, todos aquellos que votaron por Claudia Sheinbaum

 

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OCTUBRE, 2024. Se cumplió lo que poca gente habría anticipado hace apenas dos décadas, esto es, que México tendría una mujer presidente.

Ya mencioné en otras ocasiones que en los 90 trabajé en una revista que incluía un suplemento feminista. Tengo buenos y regulares recuerdos de esa experiencia, pero sí debe enfatizar que era una publicación de centro izquierda. En cierta ocasión dado que mi puesto era ser jefe de redacción, cayó en mis manos un texto para revisar por parte de una colaboradora que también había publicado en el diario capitalino La Jornada.

Lamento no recordar el apellido de la colaboradora (su primer nombre era Lourdes) y en el texto abordó la futura posibilidad de que México un día tendría una mujer presidente --claro que ella le llamaba "presidenta"-- pero dudaba que se le permitiría asumir el poder, y alegaba que el "machismo" endémico" del mexicano no le permitiría llegar a Los Pinos. Vale apuntar aquí que en la redacción de esa revista ya comenzaba a percibirse la peste del feminismo woke, pero entonces nadie imaginaba que alcanzaría los enloquecidos niveles que hoy detenta.


Pues bien, Claudia Sheinbaum ya protestó como primera mandataria y no hubo machos bigotudos con pistola en mano que quisieran impedir la ceremonia.

Lo que sí hubo fue un asomo de lo que ya se temía, esto es, que cualquier observación o crítica hacia la nueva presidente sería denunciado como un acto de "misoginia". Ya le sucedió al comediante Rafael Inclán a quien de inmediato "cancelaron" por un comentario que hizo en torno a Claudia Sheinbaum hace seis meses... así es, amigos lectores: agárranse si en los últimos 10 años tuitearon chascarrillos en torno a las mujeres o criticaron a la actual presidente cuando fue jefa de gobierno de la CDMX. Muy pronto la Policía del Pensamiento tocará a sus puertas.

 Ya lo veremos: a partir del primero de octubre, México entró al territorio de la persecución e incluso cárcel o sanciones económicas contra quienes estén en desacuerdo con la presidente o con el "discurso" ultrawoke y pro LGBT que se cierne sobre el país. Las cosas no llegarán al extremo de atacar a la Virgen de Guadalupe --los socialistas son tontos pero ya descubrieron que la Iglesia vale más como aliada que como enemiga-- pero sí veremos ataques directos contra la institución familiar y donde quien se atreva a denunciar aquello será "cancelado", acusado de "misógono" y, si insiste, podría llegar a ser arrestado como ya ha ocurrido en Canadá y en Gran Bretaña.

Es de esperarse que, de aquí a fin de año, Claudia Sheinbaum mantendrá una luna de miel con el pueblo mexicano. El rostro del actual gobierno comenzará a develarse a partir del 2025. En estas semanas todo se encontrará en pausa, primero, ante la expectativa de quién ganará las elecciones presidenciales en Estados Unidos el próximo noviembre.

Si gana la señora Harris, su triunfo se usará como pretexto para meterle acelerador a esa agenda woke y ultrafeminista, y si gana Trump,  de todos modos la agenda será aplicada, solo que más a fondo como forma de "detener" el avance de la "ultraderecha", algo que vimos en el país del norte poco después que el copetudo ex mandatario llegó a la Casa Blanca.


Lamentablemente, México no tiene escapatoria: por ese destino votaron millones de mexicanos el pasado junio, seducidos por una pensión que, lo veremos, muy pronto será hecha añicos por la megainflación que se está cocinando.

 

La de López Obrador es una izquierda nacionalista, y hasta cierto punto flexible; la de Claudia Sheinbaum es una izquierda "globalista", con gigantesco poder económico, mucho más radical y dispuesta a destruir todo antes que reconstruir

 

Lo más increíble es que, a diferencia de López Obrador, de quien sobradamente se sabía cuáles eran sus intenciones, su plataforma política y su pasado, de Claudia Sheinbaum la información en torno a sus antecedentes es poquísima, y la que ha salido al respecto es poco halagüeña. Como ejemplo, ¿por qué la prensa no se tomó la molestia de informar que la señora estudió en la ultraizquierdista Universidad de Berkeley y que participó en varias protestas contra Carlos Salinas cuando éste realizó una visita a San Francisco, ya como presidente?

La actual mandataria militó activamente en la huelga de la UNAM donde su líder era un tipo apodado El Mosh quien, como todo buen izquierdista latinoamericano, vestía ropa de buena marca y provenía de la clase media. Y otra bomba que se ocultó a la opinión pública y que reveló el presidente colombiano Gustavo Pietro al confirmar que Claudia Sheinbaum había pertenecido al grupo terrorista M-19, el mismo que quemó el edificio de la Suprema Corte de ese país y donde murieron decenas de ministros.

Y como sucedió en la Venezuela de Chávez, Claudia Sheinbaum llega al poder con una oposición debilitada e incluso cómplice. Otra noticia que los medios reportaron como si fuera el reporte del clima fue la muerte del PRD al perder su registro, el mismo partido que postuló dos veces a López Obrador a la presidencia pero que representaba el último atisbo de izquierda morada que quedaba en el país.

Por lo que toca al PAN, sus líderes actuales, timoratos y acobardados, se movieron hacia el centro izquierda  luego de la metida de pata calderonista que agravó la lucha contra el crimen organizado, la cual sirvió como pretexto a López Obrador para denostar la política económica de Acción Nacional a la cual éste responsabilizaba por la violencia desatada. El giro panista se dio debido a la ilusión de ganarse el voto de los perredistas antilopezobradoristas, algo que jamás iba a suceder.

La derrota de Ricardo Anaya hizo al PAN abandonar su supuesto "neoliberalismo", aparte de haber sido infiltrados de porquería woke que ya se ha promovido en algunos estados que gobierna ese partido, como Querétaro y Yucatán.

Y el PRI, en su momento un partido imbatible, lleva rato sin arrojar a un político que logre reforzar su presencia o que tenga la agudeza y el carisma de un Carlos Salinas. Todos esos partidos se encuentran profundamente divididos desde adentro, factor que favorece enormemente a Morena. Lo mismo ocurrió el la Venezuela chavista, para quienes duden del peligro que la historia llegue a repetirse aquí.

Y aunque provienen del mismo partido y tienen muchas cosas en común, López Obrador y Claudia Sheinbaum tienen claras diferencias en sus objetivos políticos. El primero proviene de esa izquierda nacionalista de Cárdenas y Echeverría, ominosa pero que sabía negociar con sus contrincantes. En cambio, la izquierda que apoya a Sheinbaum es "globalista", la misma izquierda que hoy gobierna España --por tal razón en ese país, que tanto parece aborrecer la nueva mandataria, su victoria se celebró más que en Caracas-- así como de la izquierda norteamericana, la cual, dado que tiene tras de sí un enorme poder económico y cuenta con los recursos para aplicar a fondo el adoctrinamiento LGBT y la porquería woke.

Una prueba de ello la tenemos en que toda esa basura no se difundió profusamente durante el sexenio de López Obrador, en primer lugar porque el tabasqueño no creía mucho en ella y, segundo, porque el señor quería ser el centro de atención de la vida nacional. A partir del primero de octubre, las cosas, y los objetivos, han cambiado.

 En otros tiempos la izquierda abogaba por la nacionalización de los medios de producción pero esos tiempos ya quedaron atrás: como ocurre con la Iglesia católica, la izquierda descubrió que los empresarios valen más como amigos de la causa, pero solo si se trata de empresarios con muchísimo dinero. Al microempresario, al que está empezando un negocio, se le atosigará con más impuestos, se le obligará a pagar un salario mínimo a sus trabajadores, todo esto para que no crezca y llegue a hacerle competencia a los grandes tiburones. Seguiremos teniendo las grandes franquicias multinacionales durante el sexenio de Sheinbaum, pero al mismo tiempo veremos cierres en cadena de pequeños comercios como sucede en California y en varias ciudades europeas.

Dentro de unos meses las grandes cadenas televisivas, además que sus noticieros serán convertidos en paleros oficiales de la presidencia --lo que un amigo llamó  il castrattamiento de los medios-- comenzarán a difundir porquería woke sin parar como ya sucede en España donde es imposible ver un programa de TV, abrir una revista o ver una película sin toparse con esa bazofia doctrinaria.

Asimismo, las clases de diversidad, equidad e inclusión serán obligatorias en todos los planteles, incluso los privados, e igualmente estos "cursos" donde los europeos serán retratados como unos demonios y los indígenas como mártires, serán impartidos forzosamente a los empleados de los principales consorcios y empresas; quien rehúse tomarlos pondrá en riesgo su empleo y aun "boletinado" para que no sea contratado por otra empresa.

Y si bien existe la posibilidad que los ímpetus no lleguen a ese punto --la popularidad de Petro en Colombia es ínfima, lo cual ha congelado muchos de sus descabellados proyectos, y en Chile Gabriel Boric no se ha recuperado del revés a su intención de cambiar la Constitución-- el hecho que Morena tenga mayoría en las dos cámaras y que la reforma judicial representa la muerte del último valladar que le quedaba a la democracia mexicana, nos hace temer que el país se encamina más al sendero de Venezuela que el de Brasil o el de Colombia.

Por eso votaron millones de mexicanos el pasado junio. Si se pensaba que López Obrador era un radical, espérense a ver lo que Claudia Sheinbaum trae entre manos.

 

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