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2023
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NACIONAL

Lo
sentimos, pero el "superpeso" mexicano es un espejismo
¡El peso se está
revalorando frente al dólar norteamericano, algo que jamás había
ocurrido con los gobiernos neoliberales! Cierto, pero nunca ante en
la era moderna el dólar se había devaluado tanto producto de la
impresión enloquecida del billete verde y el proceso inflacionario
de ese país. De otro modo ¿cómo es que el dólar también se está
revalorando en otros países latinoamericanos?
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Por Roberto Rojas P.
JULIO, 2023. Ante los pocos logros del actual
gobierno pejista, era obvio que se enarbolaría como un "triunfo de
su política económica" el surgimiento del "superpeso: "Un
acontecimiento inédito con el que los gobiernos priístas y panistas
solo pudieron soñar", escribió el columnista Jorge Zepeda Patterson,
hipersimpatizante del peje, al tiempo que un editorial de Excélsior
celebró que el "superpeso" lleve más de un año a la baja, "cuando,
en contraste, se estima que de ser otro el partido en el poder, el
dólar rondaría en este momento entre los 25 y los 26 pesos".
En tik-tok hay un virtual ejército de lamebotas del presidente
celebrando el "superpeso" sin faltar, por supuesto, la dedicatoria:
"¡muéranse de envidia, malditos fifís neoliberales", advierte uno de
esos tiktokeros. Y es que, a primer vistazo, pareciera que el
"superpeso" representa un logro de la 4T pues durante los gobiernos
anteriores el peso nunca dejó de devaluarse ante la moneda de
nuestros vecinos norteños; de hecho, durante el gobierno de Peña
Nieto el peso brincó de 16 pesos a los 22 pesos a lo largo de su
sexenio; en contraste, con el pejerrayito la moneda mexicana ha
recuperado seis unidades. ¡Es el "superpeso", mexicanos, mexicanas
(y mexicanxs) de poca fe!"
Hace unas semanas la prensa servil al pejerrayito celebró que el
"superpeso" bajara a los 17 pesos por dólar y no dudan en llamarlo
"muy buenas noticias" como lo hizo Guillermo Deloya Cobían, de El
Financiero, aunque advierte que el fenómeno "es temporal y en
determinado momento veremos fortalecerse una moneda que puede
menguar, pero no desaparecer", esto en relación al dólar. He ahí el
meollo del asunto, como diría Cantinflas, pero de eso abundamos más
adelante.
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Por principio de análisis, la fortaleza del "superpeso" no parece
haber tenido efecto positivo alguno en la inflación pues el dólar va
a la baja y sin embargo los precios siguen a la alza; si bien ésta ha perdido
cierto ritmo desde el segundo trimestre, está muy lejos de
atenuarse. Es una señal inequívoca de que alguien, o algo, está
manejando la vieja táctica de la llamada "economía ficción".
La experiencia histórica nos indica que las devaluaciones suelen
traer alzas de precios porque, vaya, nuestra planta productiva por
décadas ha sido incapaz de satisfacer la demanda interna de bienes
de servicio por lo que gran parte de ellos se importan de Estados
Unidos. El Tratado de Libre Comercio, tan satanizado por la
izquierda, eliminó muchos aranceles por lo que en consecuencia
cientos de estos productos fueron importados a un costo menor, lo
cual benefició a los consumidores.
(Hasta entonces, la importación de artículos era un lujo enorme,
aunado a los impuestos locales, lo que trajo consigo un boom del
contrabando y la proliferación de fayuqueros; con la rebaja de
aranceles muchos artículos vendidos en tiendas legítimas tienen
igual precio que la mercancía fayuqueada, siempre y cuando no sea
robada. ¿Y quién en su equilibrado juicio no va adquirir un producto
legal, con garantía, a un buen precio, en vez de otro ilegal?)
Y es aquí donde lamentamos echar para abajo el mito lopejobradorista
del "superpeso". Lo que tenemos es un espejismo y se relaciona más
con factores externos que con los impresionantes logros pejistas.
Por principio, una vez concluida la pandemia y la economía
norteamericana se ha ido reactivando, lo mismo está ocurriendo con
los "paisanos" que envían sus remesas desde aquel país. Es ese
tsunami de dólares el que ha impedido que México se desplome como
país o que broten estallidos sociales en las comunidades más pobres.
Un informe de la revista Forbes señaló el pasado abril que las
remesas enviadas a México durante el 2022 fueron de 58,947 millones
de dólares, la cifra más alta desde que se tiene registro. Si la
economía mexicana ha mejorado durante el lopezobradorismo, como
afirma el pejidente, una mañanera sí y otra también, ¿por qué tantos
mexicanos siguen emigrando al norte?
Dado que la reactivación económica norteamericana ha sido mayor en
lo que va de este año, es de esperarse que las remesas serán
superiores a las del 2022. Para darnos una idea, las remesas son la
tercera fuente de divisas en México después de los ingresos
petroleros y el turismo. Paradójicamente, ese excedente de divisas
de los paisanos es consecuencia de las fallidas políticas económicas
y la corrupción que impiden desarrollarse a México y los obligaron a
emigrar en busca de un mejor futuro.
El segundo punto y el cual casi ningún economista mexicano ha tocado
es que, bueno, el dólar norteamericano se está devaluando debido a
la astronómica impresión de papel moneda que se ha dado durante los tres
años de Joe Biden, aunque la tendencia ya se estaba dando desde los
años de Obama y se desaceleró, aunque sin perder su ritmo, durante
el gobierno de Donald Trump.
Pero ha sido desde el 2021 en que el dólar estadounidense ha entrado
en niveles brutales a la economía y con ello ha habido brotes
inflacionarios en ese país. Y como sabemos, no se necesita tener un
doctorado en Economía para concluir que una moneda inflacionaria es
una moneda que paulatinamente va perdiendo valor.
Paradójicamente, el "supepeso" está dando como resultado que el
dinero que envían los paisanos no esté rindiendo tanto como cuando
teníamos un peso devaluado. "Mucha gente piensa que el dólar
norteamericano no puede devaluarse, y esto es un tremendo error",
señala a fasenlinea el economista Pablo Muñoz. "Obviamente quienes
reciben las remesas ven mejorar su situación económica, pero el
dinero no les rinde lo mismo que antes dado que tenemos inflación en
México y hay inflación en Estados Unidos. La ventaja que siempre
había existido era que aquí la moneda se devaluaba y allá el dólar
estaba fuerte, lo que aseguraba una estabilidad de precios".
Al preguntarle si el "superpeso" es consecuencia de la política
económica del gobierno mexicano, Muñoz responde enfático: "De ninguna
manera, el fenómeno se debe a la debilidad del dólar norteamericano.
Si el peso mexicano estuviera fortalecido estaríamos viendo oleadas
de compradores mexicanos en las tiendas de Laredo, El Paso o Eagle
Pass, pero ahora las cosas allá están igual o más caras que aquí. Si
el peso estuviera sobrevaluado, como ocurría en otros tiempos,
estaríamos viendo esa ola de compradores. ¿Por qué no las vemos? La
revalorización del peso es un espejismo. En cuanto baje la
inflación en Estados Unidos o se dejen de imprimir billetes a lo
tonto en Washington, el dólar se revaluará y sufriremos otra
devaluación".
El peligro, agrega, "es que esto pudiera darse después de las
elecciones del 2024, y si las gana otro partido político y a éste le
toca la revalorización del dólar, es decir, la devaluación del peso
¿a quién crees que se va a echar toda la culpa?"
¿Hasta qué punto se trata de una quimera? Veamos el caso de
Colombia.
La revista
Semana señala en este artículo cómo los lamebotas del presidente Gustavo Pietro "celebran" que el dólar vaya
a la baja en ese país y lo atribuyen, cómo no, "a la confianza con
motivo de la Cumbre Económica que se celebrará en Colombia en el
2025".
El dólar también está perdiendo terreno frente al peso colombiano,
un peso, por cierto, tradicionalmente más fuerte que la divisa
mexicana.
Sin embargo, y al igual que el economista Muñoz, Daniel Gómez,
profesor de la Escuela Internacional de Ciencias Económicas y
Administrativas de la Universidad de La Sabana y entrevistado por
ese semanario, aseguró: “el debilitamiento del dólar se registra en
varias economías emergentes debido al aumento en la demanda por
activos de estas economías. La demanda por activos de los países
emergentes como Colombia puede deberse a la crisis bancaria de los
Estados Unidos. Además, la percepción de un menor riesgo debido a la
moderación de las reformas del gobierno colombiano suma a su caída”.
En este momento, los empresarios mexicanos siguen siendo atosigados
por altísimas tasas impositivas e innumerables regulaciones, la
mayoría inútiles, pero de algo están seguros: la posibilidad de
sufrir las insensatas "nacionalizaciones" que se dieron en otros
años se ven hoy muy remotas, máxime cuando megaempresarios como
Carlos Slim están claramente alineados con el tabasqueño y los
hipercorporativos mundiales han asumido una actitud "progre". Lo
mismo está sucediendo en Colombia: aun los críticos más acérrimos de
Pietro dudan que éste se atreva a repetir el "exprópiese" chavista que
llevó a ese país a exportar gente, cuando hasta hace poco Venezuela
recibía inmigrantes a montones.
Dicho de otro modo: el "superpeso", si le quitamos el uniforme y la
capa, sigue siendo un peso enclenque y debilucho. Y es que a
diferencia de los políticos y como alguna vez lo dijera el gran
Chava Flores. "las carteras no mienten".
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Porfirio Muñoz Ledo 1933 -
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la historia no es, desafortunadamente, el mejoro que uno
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