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NACIONAL

Resentidos e hipócritas: los
antigringos de la CDMX
Si bien la llamada gentrificación
es un fenómeno mundial y del que México no está exento, los
manifestantes que destruyeron locales por su supuesto odio al
gringo, visten ropa de marca y consumen toda la basura progre
que eructa nuestro vecino norteño. Y estos xenófobos son los mismos
que protestan por la deportación de ilegales en California.
Hipócritas a la máxima potencia
Versión impresión
JULIO, 2025. Quien haya estado
en la Ciudad de México, en especial su centro histórico, rápidamente
se dará cuenta de la combinación de bellos edificios, muchos de
ellos arte mestizo, que le dan un toque único a una urbe que, ni
dudarlo, se encuentra entre las más bellas del mundo, ello sin
olvidar su admirable historial. Y agréguese a ello su agradable
clima casi todo el año.
Desafortunadamente, la CDMX es una ciudad "progre" que solamente ha
elegido a políticos de izquierda dese que le fue concedido el voto a
sus habitantes (el primer jefe de gobierno electo, para darnos una
idea, fue Cuauhtémoc Cárdenas), y eso se ha reflejado en las
protestas que usualmente afectan a la ciudad, "plantones" como el
del Paseo de la Reforma del corajudo Peje cuando no el fue
reconocido su "triunfo" en el 2006. No olvidemos tampoco que la CDMX
es el lugar de nacimiento de Morena como antes lo fue del PRD. El
historial de la megaurbe ha estado inclinado a la izquierda durante
muchas décadas.
Otro de esos efectos lo tuvimos semanas atrás cuando decenas de
rijosos invadieron las calles de Polanco, una zona ampliamente
visitada por el turismo extranjero. Decenas de personas que
visitaban las tiendas y degustaban platillos en sus restaurantes
fueron agredidos por esa horda que comenzó a destruir los ventanales
de sus tiendas de ropa y rompió decenas de cristales de esos
establecimientos. Igualmente, esos rijosos tan amigos de la
tolerancia pintarrajearon frases de armonía con tu vecino como "kill
a gringo" y la originalísima "gringo go home". ¿Y cuál fue la razón?
Pues otra de esas palabrejas inventadas por la izquierda globalista:
gentrificación.
La gentrificación es un fenómeno en el cual la llegada a una zona de
personas con alto poder adquisitivo trae consigo el alza de precios
en toda al área. El fenómeno se percibe claramente en zonas
turísticas como Mazatlán y Cancún donde todo es más caro debido al
constante influjo de capital externo Los rijosos chilangos protestan
porque con la llegada de esa gente que no llegan como turistas sino
como nuevos residentes, los precios han subido y ellos, que no son
precisamente adictos al trabajo, lo están resintiendo.
Algunos de quienes protestaron fueron entrevistados y ofrecieron
motivos razonables: "solo por traer dólares esa gente se siente con
derecho a tratar a los mexicanos como si fuéramos sus sirvientes",
"son gente déspota, y hasta racista" y otro más expresó "muchos de
estos restaurantes te niegan la entrada si te ven prietito". Pero el
destrozar locales no es, ni será, la mejor manera de enfrentar el
problema, por el contrario, el resentimiento aumenta y amenaza con
ponerse más violento.
En un país como México donde los sueldos están por los suelos (esto
pese a las constantes alzas al salario mínimo, que se evaporan ante
la inflación que, pan pianito, no cesa de crecer) la gentrificación
no es tanto problema de quienes llegan sino del Estado anfitrión,
incapaz de impulsar la creación de sueldos competitivos con mayor
productividad. Ante una moneda más fuerte como el dólar y otra
débilísima, casi simbólica, como el peso mexicano, era prácticamente
imposible que el fenómeno no provocara protestas.
Sin embargo, la llegada de esta gente que, ya como residente, ha
invertido sus capitales en México, a la larga dinamiza la economía
del mismo modo en que ocurre cuando una empresa multinacional abre
fuentes de empleo en el país, algo que los gobernadores suelen
implorar que ocurra para crear un boom de empleo en sus
entidades. La llegada de esos inversionistas de algún modo "dispara"
el valor de las construcciones y viviendas alrededor. Ello en sí no
es malo: basta ver cómo cambia el entorno de los sitios donde se
construye un Wal Mart, un HEB o un mall, inclusive si se trata de
sectores de clase media baja.
Lo que hicieron esos vándalos varía muy poco con protestar porque
una multinacional llegue a invertir en el país a abrir una planta
que ofrezca abrir cientos de empleos.
Lo que estos rijosos, ignorantes por lo demás, es que la llegada de
esos nuevos residentes cargados de dólares, es que el micromercio
resulta beneficiado, ya sean los vendedores de antojitos y
tiangueros o vendedores de souvenirs, los recién llegados,
atraídos por esas microtiendas, pagan altas sumas, incluso tasadas
en dólares, del mismo modo en que se benefician quienes venden
chácharas en las playas de México.
Algo que los críticos de esta "gentrificación" es que, primero,
comenzó a darse en la CDMX durante el gobierno de Marcelo Ebrard, un
"moderado" dentro de las huestas morenistas y, segundo, que antes de
este fenómeno, decenas de casas y construcciones históricas en
Polanco, o la colonia Doctores estaban abandonadas y al tope de
basura donde pululaban las ratas. Los recién llegados han invertido
millones de pesos para embellecer esos edificios del mismo modo que
los propietarios han ofrecido sus propiedades dentro de la modalidad
airbnb, que suele tasarse en dólares.
¿A quién perjudica entonces, el asunto? A la hotelería tradicional,
a la cual durante los últimos seis años se le ha obligado a aumentar
impuestos por hospedaje y cuya infestraestructura es cada vez más
obsoleta, así como al sector de la sociedad que vive del subsidio
donde están, ya lo adivinaron, miles de ninis, alumnos de escuelas
públicas y personas que carecen de empleo y, por tanto, son de bajos
ingresos. En este sector de la sociedad abunda el resentimiento,
azuzado por políticos "progres" para quienes estos inversionistas
son "invasores" que buscan destruir la identidad mexicana ¡esa misma
identidad que fascina al turismo norteamericano que encuentra a
sitios como Coyoacán mucho más bellos y seductores que una
desangelada calle de Boston o de Dallas, Texas!
Lo más irritante, la hipocresía de estas protestas, es que se trata
de los mismos que se enfurecen por las deportaciones de inmigrantes
ilegales enárea de Los Angeles; los mismo que portan pancartas
con frases como "aquí se habla español" y exigen que México
rompra relaciones con Estados Unidos cuando allá se exige a los
inmigrantes ilegales que aprendan inglés. Por supuesto que esas
huestes, apoyadas por el morenismo, aluden que California "le fue
robada a México" cuando lo cierto, como lo han enfatizado
historiadores como Juan Miguel Zunzunegui, es que California se
integró a la Unión Americana tras un plebiscito realizado en 1850.
Por supuesto que estos hipócritas
superlativos odian al gringo pero no tanto lo que produce y vende:
en varias videos se ve cómo los manifestantes portan tenis Nike y en
otro más se les ve ingresar violentamente a una tienda de ropa y se
llevan todas las prendas. Si me robo los productos que ofrece el
gringo invasor e imperialista es porque hace 150 años me despojó de
una porción de tierra ubicada a 1,500 kilómetros de la capital
mexicana.
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Trenes de pasajeros en México; el
romántico barril sin fondo de la señora Sheinbaum
Por un lado, buenas noticias
que México se una a los países que tienen a una mujer
presidente, pero por el otro, el que se trate de alguien en
cuyos antecedentes se encuentra el apoyo a un grupo
terrorista, algo que reconoció el presidente colombiano,
información que la prensa local ocultó a los votantes. ¿Qué
se avizora los próximos seis años?: ultrafeminismo,
adoctrinamiento woke y una política económica que
arruinará a la clase media... al tiempo, todos aquellos que
votaron por Claudia Sheinbaum
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