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Trenes de pasajeros en México: el romántico barril sin fondo de la señora Sheinbaum

 

Negocio que no deja, dejarlo... una máxima tan simple y lógica jamás será entendida por el Estado, mucho menos el mexicano, que acaba de anunciar la creación de más rutas de tren de pasajeros en un rubro que ya desde los 90 era una inversión que te llevaba a la ruina. ¿Qué sigue para el gobierno de Claudia Sheinbaum, anunciar el regreso de las diligencias para reducir el uso de combustibles fósiles?

 

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DICIEMBRE, 2024. Quienes crecimos en los 70 recordamos claramente esos viajes en tren de pasajeros, sobre todo en esos vagones Pullman con sus pequeños camarotes que incluían su propio baño y por la noche se convertían en cómodas literas, sin olvidar que a esos vagones se les enganchaba un coche-comedor donde se servían las tres comidas a precios razonables.

Y unos pocos años atrás, los pasajeros también disfrutaban de otro coche el cual sustituía al tradicional cabús el cual tenía mullidos sillones, una barra donde podían ordenarse bebidas y una área para fumadores --de hecho también se le llamaba coche-fumador-- y algo que hoy nos parece haber ocurrido en otra galaxia: esos vagones contaban con una pequeña biblioteca; podíamos rentar libros, leerlos ahí mismo o llevarlos a nuestro camarote, hasta que el encargado los recogía de vuelta antes de llegar a nuestro destino.

Los viajes en tren solían ser, mínimo, de seis horas, por lo cual había tiempo de sobra para relajarse y realizar otras actividades pues algunos trayectos, por ejemplo el de Ciudad Juárez-Ciudad de México, podía durar hasta 48 horas. Esos fueron los días, amigos míos, como decía esa vieja canción que Mary Hopkin hizo famosísima allá en los 60.

Hoy suena necedad mencionarlo, pero el progreso que ha conseguido México desde su independencia le debe muchísimo al ferrocarril, tanto de carga como de pasajeros y el cual fue impulsado por ese chacal sin entrañas (así le ha llamado el historiador Francisco Javier Moreno) llamado Porfirio Díaz, en primer lugar porque deseaba dejar bien comunicado al país y, segundo, con el fin de colonizar y poblar el norte de México para quitarle tentaciones a los vecinos del norte de llevarse más territorio. Ese episodio hacía hervir la sangre a don Porfirio mucho más que una mentada de madre.

La historia de México, desde la revolución hasta muchas películas de la "época de oro", no puede narrarse sin la presencia de los ferrocarriles de pasajeros. Sin embargo desde mediados de los 80 ese industria se encontraba en ruinas; vagones desvencijados, asientos a los que se les salían los resortes, el coche-comedor que ofrecía comida con olor a fecha de caducidad, y sobre todo, el burocratismo sindical que terminó por matar a los ferrocarriles. Para 1991 los trenes de pasajeros eran incosteables por lo que el pelón Salinas decretó su desaparición.

Con el paso de los años se demostró que esa fue una decisión acertada. La entrada de México al entonces TLC abarató el costo de los viajes por avión pero la vida se hizo más frenética y el acceso de créditos para adquirir automóviles demostró que Salinas había tomado la decisión correcta que le ahorraría millones y millones de pesos al Estado mexicano (No olvidemos que los ferrocarriles fueron puestos a licitación pero ningún particular se interesó en ellos, simplemente porque para entonces los trenes de pasajeros para largas distancias ya no eran negocio).

Y siguen sin ser negocio tres décadas después, no solo en México sino en buena parte del mundo. En Europa los trenes de pasajeros suelen ser un poco más redituables pero también pesan varios factores: 1) las distancias son más cortas 2) los turistas son quienes más los utilizan 2) son mucho más veloces que los ferrocarriles que tenemos en México. En los países que no cuentan con al menos una de estas condiciones, la industria ferrocarrilera subsiste como un gigantesco pozo en pérdidas, ya sean Argentina, Brasil o Colombia.

En México el turismo es el principal, factor que mantiene con  vida a los trenes de pasajeros, ya sean el Chihuahua-Pacífico (Chepe) y el Tequila Express en Jalisco. El Tren Maya, la "gran obra" de López Obrador sigue sin producir ganancias, de nuevo, por lo mismo, la gente prefiere utilizar los aviones para llegar más rápidamente a sus destinos; a menos que se esté jubilado, poca gente quiere gastar la mitad de sus vacaciones viajando en un vagón.

Luego de este repaso que nos deja en claro que los trenes de pasajeros en el siglo XXI ya no son negocio en México ¿por qué la presidente Claudia Sheinbaum tiene planeado abrir nuevas rutas en algo que, ya desde los 90, no era financiable y solo producía pérdidas?

Un factor claro es el del romanticismo histórico: nuestros padres y nuestros abuelos hablaban de la maravillosa experiencia de viajar entren, a precios bajos (en realidad subsidiados) y donde a diferencia de un incómodo viaje en autobús, llegábamos a nuestro destino descansados, relajados y bien desayunados. Otro factor, por supuesto, era político: los ferrocarriles fueron considerados elementos valiosísimos para el triunfo de la revolución, sin recordar en ningún momento que las redes ferroviarias y el impulso de esa industria se debió a Porfirio Díaz, ese monstruo que en tres décadas metió a México a la  modernidad.

Después que López Obrador publicó un decreto para crear más trenes de pasajeros, de modo que poco antes de asumir el poder, la presidente Sheinbaum reforzó ese objetivo al anunciar la creación de más rutas, entre ellos CDMX-Guadalajara, San Luis Potosí-Laredo, las cuales deben quedar terminadas hacia el 2029.

La fecha es sospechosa, por cierto: quien consulte información en línea se encontrará con el "gran reseteo mundial", idea que han promovido sin tapujos gente como el Rey Carlos de Inglaterra, el mozalbete Justin Trudeau y el vejete Carl Schwab. De hecho, la Organización Mundial del Comercio (OMC) publicó un video acerca del "reseteo" que claramente incluye "desalentar el uso de automóviles de energías fósiles" y se promoverá "el uso del tren de pasajeros" a lo que se agregaría "la aplicación de altas tarifas por el uso de autopistas".

La presidente recalcó que esta red ferroviaria tiene contemplada "una generación estimada de 37 mil empleos directos y 18 mil 500 indirectos solo en el tramo Irapuato-Guanajuato".

¿Cuántos de ellos serán a sueldo del Estado, nos preguntamos? Después de todo, lo que mató a los trenes de pasajeros hace décadas fue que el Estado monopolizaba la industria por lo que los subsidios y las pérdidas eran monstruosas. Y dado que no se ha hecho licitación alguna, suponemos que, igual que el Tren Maya, los nuevos trenes serán también un nido de burocracia y corrupción, como ya lo estamos viendo con el Tren Maya.

Por cierto, ese cacareado tren y llamado "el gran proyecto d e AMLO", por los periodistas lamedéstos, quedó inconcluso pese a que su construcción inició el primer año de su gobierno. Según El Economista, "se mantienen inconclusos no solo los tramos 6 y 7 que van de Tulum a Escárcega, sino que estaciones como la de Cancún siguen en obra y sin fecha para finalización", además que "se mantiene pendiente la instalación de las antenas y demás infraestructura en los tramos 6 y 7". En lo que corresponde a la estación Cancún-Aeropuerto, "las obras siguen en desarrollo, la terminal no está concluida y mucho menos hay fecha de entrega".

Si esto sucede en un sitio turístico? ¿Qué se puede esperar de los ferrocarriles de pasajeros en latitudes donde el turismo en nulo, como Nuevo Laredo?

El modelo del señor López, aparte de la presión de los promotores del reseteo, se encuentra en AmTrack, la empresa ferrocarrilera de Estados Unidos y propiedad del Estado. Ciertamente sus vagones son de primera clase, son ultracómodos, cuentan con regaderas, café a todas horas, coches miradores y hasta conexión a Wi-Fi. Sin embargo y pese a sus altos costos --un viaje de Chicago a San Francisco tiene un costo de 450 dólares, lo que no incluye comidas y otros gastos que el pasajero realice a bordo-- AmTrack lleva años sin producir ganancias, no tanto por falta de comodidad y confort de las unidades sino por lo práctico: una abrumadora mayoría de norteamericanos prefiere tomar el avión, sobre todo por ser más económico y mucho más rápido.

Los pullman eran bonitos y por supuesto nos traen memorias y nostalgia por esos viajes donde el inigualable paisaje mexicano hacia la travesía doblemente disfrutable. Pero los trenes de pasajeros ya no son negocio rentable. Con la realidad enfrente son el equivalente a revivir los viajes en diligencia en tiempos del viejo oeste.


 

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Por un lado, buenas noticias que México se una a los países que tienen a una mujer presidente, pero por el otro, el que se trate de alguien en cuyos antecedentes se encuentra el apoyo a un grupo terrorista, algo que reconoció el presidente colombiano, información que la prensa local ocultó a los votantes. ¿Qué se avizora los próximos seis años?: ultrafeminismo, adoctrinamiento woke y una política económica que arruinará a la clase media... al tiempo, todos aquellos que votaron por Claudia Sheinbaum

 

 

 

 

 

 

 

 

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