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INTERNACIONAL
![](biden_gorra.jpg)
De "gran líder" a depuesto,
traicionado y humillado: el patético final de Joe Biden
Si fuera republicano, Netflix ya habría producido una película sobre
sus interminables estupideces. Cuando se puso la gorra de su rival
político, dejó entrever que Joe Biden sabe perfectamente que su
propio partido lo traicionó y lo dejó en el más absoluto ridículo.
De nada sirvieron sus 53 años de experiencia como legislador. Y es
que cuando se es inepto...
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SEPTIEMBRE, 2024.
Cuando se acerca el final de una de los peores gobiernos que haya
tenido Estados Unidos en toda su historia, finalmente Joe Biden hizo
algo memorable: su colocó la gorra MAGA que identifica a los
votantes de Donald Trump.
El insólito hecho se dio durante una visita que Biden realizó a un
condado de Pensilvania donde la votación a favor de Donald Trump fue
del 78 por ciento hace cuatro años. Durante su estancia en la
estación de bomberos, alguien le entregó una gorra MAGA a lo que le
pidieron que se la pusiera. "¡No llegaré a tanto!", dijo el
mandatario, pero ante la insistencia se puso la prenda en la cabeza.
Qué carajos fue Biden a hacer en un condado donde casi nadie votó
por él encierra un misterio insondable, aunque quizá no lo fue tanto
ya que, a los pocos minutos, Biden se dejó fotografiar rodeado de
varios niños y adolescentes que portaban camisetas con el nombre de
Trump. La situación fue tan surrealista como ver a Trump portando
una camiseta o una gorra con el nombre de Kamala Harris.
Al día siguiente la Casa Blanca respondió, como avergonzado perrito
con rabo entre las patas, que Biden se había puesto la gorra "como
gesto de unidad y de buena voluntad". ¿Pero qué no habíamos quedado
que los simpatizantes de Trump eran "fascistas MAGA que representan
una amenaza contra la democracia"? ¿Por qué esa "buena voluntad" no
se había manifestado los tres años anteriores en los que Biden
machacó que los votantes pro Trump, y Trump mismo, eran la
reencarnación de los camisas pardas que seguían a ciegas y
sumisamente al hombre del bigotito?
Pero quizá este gesto haya sido, a diferencia de otras ocasiones en
que su deterioro mental era evidente, uno de los pocos momentos de
lucidez de Joe Biden los últimos meses.
Por principio, a estas alturas Biden ya nada tiene qué perder. Como
sucede con el cáncer, el daño que Biden produjo a los Estados Unidos
ha terminado por consumirlo también a él. Decir en este momento que
se trata del hombre más poderoso del planeta suena a mal chiste, de
ésos que suele incluir Televisa en sus programas de "comedia", y
llamarle "gran líder" a Biden suena a claro insulto a nuestra
inteligencia.
Ningún presidente en por lo menos un sigo dejará un legado tan
monstruoso como Joe Biden: inflación cercana al 13 por ciento, una
deuda interna que no será pagada en diez generaciones, una frontera
totalmente fuera de control, inmigración ilegal que incluso ha
confiscado edificios departamentales, como ocurrió en Denver hace
unas semanas, calles cada vez más inseguras y la sensación,
imparable aun entre los demócratas más radicales, de que el país
estaba mejor hace cuatro años durante la presidencia de Trump.
No es exagerado, por
tanto, concluir que quien vote por Kamal Harris, es decir, por
peor de lo mismo, o bien odia a su país o bien anhela que termine convertido
en otro país bananero, con favelas en sus cerros y sin esperanza
alguna de alcanzar la prosperidad.
Con todo es un hecho que Biden saldrá impune de todos sus desastres,
muestra de lo que la conversión hacia una república bananera de
Estados Unidos va en camino. Al terminar su mandato, el señor
volverá a encerrarse en su sótano y el mundo sabrá nuevamente de
él cuando se publique su epitafio. Toda investigación en su
contra ha sido bloqueada en tanto la posibilidad que su hijo
Hunter
Biden pise prisión por sus corruptelas son tan remotas como un viaje
a Júpiter (otro síntoma que perfila al coloso del norte como futura
república bananera).
Por ello, Biden ya no tiene nada qué perder, de ahí que, en un
extrañísimo momento de lucidez, decidió ponerse la gorra de MAGA.
Todo lo que podía perder ya lo perdió cuando los mismos demócratas
lo ningunearon, lo humillaron y lo ridiculizaron públicamente, no
explícitamente pero sí en los hechos. Biden dijo en un discurso
pronunciado a los dos días de su vergonzoso debate con Trump "¡que
quede claro a todos ustedes, buscaré la reelección para derrotarlo
de nuevo!"
Pero aparentemente esa promesa no le quedó clara a los demócratas,
quienes dos semanas más tarde, luego de darse cuenta que su líder ya
era incapaz de ligar dos frases lógicas, concluyeron que había que
reemplazar al viejo Joe. Se barajeó por un tiempo la posibilidad que
Michelle Obama entraría al quite, pero da la casualidad que la
señora no ha ostentado un solo cargo de elección popular y eso la
inhabilitaba para seguir haciéndole al caldo a su viejo quien, se
insiste, es quien verdaderamente sigue manejando los hilos en la
Casa Blanca. ¿Para qué entonces tanto desgaste innecesario?
Días antes de la convención demócrata, Biden anunció que "siempre
no" se postularía nuevamente. Pero a diferencia de la elección
interna pasada donde se registraron 17 aspirantes a la candidatura
presidencial dentro del partido burro, esta vez Kamala Harris quedó
como la única aspirante en el camino, la misma que había tachado de
"fascista" a Biden en uno de los debates internos pero quien de
todos modos aceptó gustosa la invitación a la vicepresidencia.
Lástima que Biden nunca se preocupó en revisar que Harris no
llevara un puñal consigo, el cual terminó por clavárselo en la
espalda.
Un hecho que ningún "analista" ha considerado (el objetivo es que no
llegue Trump, aun si ello implica mandar a la chingada a Estados
Unidos) es la artera traición que Harris le ha propinado a Biden.
Dado que éste la invitó a su gabinete, convirtiéndola así en la
segunda persona más importante en el poder político del país, Harris
terminó por darle la puntilla. En apenas unos días, Biden pasó a
ser, de "una persona en el máximo de sus facultades mentales" como
dijera un alucinado Joe Scarborough, a un apestado y un indeseable.
De nuevo ningún
demócrata lo ha dicho abiertamente, pero la evidencia cala más que
la palabrería: Biden era un estorbo: no iba a renunciar a la
presidencia --naturalmente que no; esa humillación lo metería en
comparaciones con Richard Nixon-- sino que iban a dejar que el
tiempo hiciera su trabajo. Biden sigue siendo presidente pero ya no
ejerce, ya no tiene agendada reunión alguna con los líderes de otros
países pese a que su presidencia concluye en enero. ¿Se puede ser
más intrascendente en la política mundial?
La sala oval de la Casa Blanca sigue siendo su oficina (cuando se
acuerda que debe ir ahí de vez en cuando) pero Joe Biden ya es un
adefesio político. Por cierto ¿dónde quedaron esos 83 millones de
votantes, por qué no salen a las calles para defender a su gran
líder, por qué esos 83 millones nunca llenaron las arenas y los
auditorios donde se presentaba Biden? ¿Por qué esos millones de
votantes, cifra superior a la población de Argentina, se han
mostrado tan pasivos luego que a Biden se le aplicó un virtual golpe
de Estado, como lo dijo Tucker Carlson?
Paradoja de paradojas: el presidente más votado en la historia fue
traicionado por alguien que abandonó la carrera presidencial cuando
vio que no conseguiría un solo delegado (y echada fuera con una valiosa ayuda de
la entonces representante demócrata
Tulsi Gabbard, quien la exhibió
como una hipócrita en uno de esos debates).
Si yo me pongo una
prenda que promueve al candidato rival de mi partido, y lo hago al
día siguiente de un debate con ese candidato, el cual advirtió a su
rival que "Biden te odia", ¿no es eso muestra clarísima de que
Donald Trump tiene razón? Kamala Harris lo traicionó, al igual que
ese mismo partido que lo había comparado con Franklin Roosevelt y
que hoy ya no sabe cómo deshacerse de él.
Biden mismo sabe que
su presidencia ha sido un desastre, por más deterioro mental que
tenga, de otro modo no se habría puesto la gorra MAGA. Qué mejor
forma de decir: esta vez voten por Trump.
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