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París, la primera gran ciudad destruida por el wokeísmo El consenso, por lo menos entre la gente racional, es que París 2024 está ofreciendo los peores Juegos Olímpicos de la Historia, esto como consecuencia de un excremento pseudodogmático que se quiere imponer al mundo antes que llegue el 2030. ¿Qué pensarían Napoleón, Víctor Hugo, Julio Verne y los hermanos Lumiere si vieran la porquería que el wokeísmo ha hecho de esa ciudad?
AGOSTO, 2024. Contaba Albert
Speer, el también llamado "arquitecto del diablo", cómo él y
varios de sus colegas trataron de disuadir a Adolfo Hitler de
destruir París al poco tiempo de visitarla durante los años de la
ocupación. Evidentemente el dictador se quedó con las ganas pero
quizá pronto, esta vez de ultratumba, se saldrá con la suya: la
también llamada Ciudad Luz atraviesa por una etapa de descomposición
inducida, muy lejos del romanticismo del que ha gozado, con parejas
besándose al atardecer y con la suave música de acordeón como fondo. Por supuesto que el payaso de las cachetadas de estos grupos, de nuevo, fue el cristianismo. Los organizadores de esta porquería y que se autoasumen como transgresores no encontraron nada de qué mofarse en el Islam, religión que abiertamente condena la homosexualidad y puede costar la vida a quien la ostente dentro de sus fronteras. Auténticos canallas y cobardes. Igualmente cobarde ha sido la reacción, o mejor dicho la falta de ésta, del Vaticano. ¿Dónde está la condena del Papa Francisco hacia este acto de clara confrontación anticristiana? Con excepción de varios prelados franceses --que no olvidemos, uno de ellos fue arteramente asesinado por un fanático musulmán-- la reacción en la comunidad religiosa internacional ha sido muy tibia.
La primera pregunta, naturalmente es:
¿qué tenían que ver trece sujetos (si, trece, por si a alguien
quedaba duda de a quién iba dirigido el mensaje) con el espíritu
olímpico o, al menos, la historia de la ciudad? En la ceremonia de
México 68 realizada hace casi seis décadas, se mostró el valioso
acervo cultural del país con bellos bailes folklóricos y
coreografías que se habían ensayado por años.
Cierto, el perdedor suele atravesar
por un periodo de humillación y tristeza, pero son sentimientos
mucho más pasajeros que el perdedor suele atravesar por momentos de
humillación y tristeza, pero son sentimientos mucho más pasajeros
que, por ejemplo, las secuelas de un conflicto bélico. Eso lo sabía
perfectamente el Barón Pierre de Coubertain, quien pese a algunos
conceptos suyos un tanto errados (lo importante es competir, es
verdad, pero no es tan importante como ganar) estaba
consciente que el progreso tecnológico que se avizoraba a
inicios del siglo XX traería conflictos mucho peores para la
humanidad y que una manera de neutralizar la amenaza era
mediante el deporte. Y como se vio a lo largo de e siglo, Coubertain acertó hasta
la última letra. Quizá por ello este personaje, por cierto de origen
francés,
haya sido otro de los olvidados por el comité organizador
de estos Juegos Olímpicos. "La inmigración sin asimilación es imposición, la difusión de conceptos inapelables sin discusión es imposición, el asilenciar sin discusión es imposición, el perseguir sin entender es imposición, el juzgar sin analizar es imposición, el adoctrinar sin consutar es imposición, el obligarte callar por cosas que te incomodan es imposición". La revolución francesa fue un experimento que trajo consigo una era de terror y donde la "cancelación" se aplicaba permanentemente a través de la guillotina. No se dude que los wokes busquen aplicarla de nuevo si su poder sigue creciendo como hasta ahora en que ya ha engullido los principales organismos internacionales, Hollywood, los Premios Nóbel, todas las ceremonias anuales, desde Grammys hasta reconocimientos literarios, los principales eventos deportivos, el mundo editorial y las megaempresas más influyentes del mundo. Los próximos Juegos Olímpicos tendrán lugar en Los Ángeles en el 2028, una ciudad aun más liberal que París. Si la locura woke se mantiene hasta entonces, los grados de depravación que veremos en su ceremonia de apertura se antojan horripilantes, asquerosos.
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