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INTERNACIONAL
Sigan
atacándolo, burros demócratas: Trump es hoy más popular que nunca
Se le entablaron dos juicios políticos, se le han fincado 110 actas
judiciales, los grandes medios siguen atacándolo sin misericordia,
se allanó una de sus residencias y lo han acusado de violación por
lo menos en cinco ocasiones y sin embargo, Donald Trump tiene altas
posibilidades es de volver a la Casa Blanca en enero del 2025. Y
mejores aliados que quienes lo persiguen no pudo tener para
acercarse hoy, más que nunca, a conseguir la hazaña
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FEBRERO, 2024.
¿Hasta dónde llegan los niveles de estupidez tanto del alto mando
del Partido Demócrata como de la prensa norteamericana que
ingenuamente muchos piensan es la más libre del mundo? Para quienes
se saltan un principio de la política tan básico, tan elemental, de
que perseguir a tu oponente terminará por convertirlo en mártir, el
que estúpidos de esa calaña estén gobernando el país más poderoso
del mundo ya no es motivo de preocupación, sino de alarma.
Ya hemos atestiguado el mismo fenómeno en otras latitudes: el
presidente Carlos Andrés Pérez manda encerrar a Hugo Chávez por
insubordinación ante lo que la prensa consideraba era una injusticia
por lo que, al salir, Chávez lo había convertido en héroe popular.
En México, naturalmente, tenemos los intentos de Vicente Fox por
desaforar al entonces jefe de Gobierno Andrés López y cuyo único
efecto fue aplanar el caminod al señor hasta alcanzar la presidencia
años despues.
Por supuesto, este proceso persecutorio que desembocó en martirio
suele beneficiar a los candidatos de izquierda en el entendido que
la prensa, fiel aliado de esa causa, suele manipular a la opinión
pública para conseguir ese propósito. Pero en Estados Unidos se está
dando un factor inesperado: la asombrosa estupidez, ineptitu de
incapacidad no solo del presidente Biden sino de buena parte de su
equipo, empezando por su vicepresidente Kamala Harris.
Como se sabe, desde que abandonó la presidencia en enero del 2020,
Donald Trump ha sido objeto de una campaña de ataques sin
precedentes en la historia de ese país; lo más parecido fue lo
ocurrido con Richard Nixon en los años 70 a quien se acusó desde ser
golpeador de mujeres hasta gay de clóset (así es, esa misma prensa
que hoy se la da de tolerante en aquel entonces era rabiosamente
misógina) aunque tras su renuncia lo dejaron en paz.
En cambio, con el ex presidente Trump ha sido lo contrario: el odio
ha sido tal que desde entonces han fincado al menos 100 acusaciones
penales contra Trump, desde la toma del Capitolio el 6 de enero del
2021, haber abusado de su poder para alterar los resultados
electorales en Georgia, de poseer documentos clasificados en su
domicilio de Mar-A-Lago --a lo que vendría un allanamiento llevado a
cabo por el FBI y que había autorizado fue el mismo juez que era
parte del equipo jurídico de Joe Biden, lo que representaba un
escandaloso conflicto de intereses. Qué importa: el allanamiento se
llevó a cabo sin que se encontrara ningún documento comprometedor
contra el magnate neoyorquino.
(Por supuesto que no hubo allanamiento alguno en una de las
residencias de Joe Biden cuando una imagen mostró cajas de
documentos clasificados en el garage. En el caso de Trump, por el
contrario, los agentes del FBI esculcaron hasta en la ropa interior
de Melania Trump).
No olvidemos, por supuesto, las acusaciones de la encueratriz Stormy
Daniels las cuales, por cierto --el USA Today prácticamente
"garantizó" a los electores que echarían abajo al ex mandatario-- o
los libros escritos por el ex mandamás del FBI James Comey, de su
asesor Michael Wolff, de los ataques incesantes en el programa de
"comedia" Saturday Night Live, de Jimmy Kimmel, de Oprah
Winfrey, de Trevor Noah --un "comediante" que fue despedido de su
programa por exceso de televidentes-- de Seth Myers, de la lluvia de
adjetivos más manoseados que la ropa en tiendas de segunda mano,
entre los originalísimos "neonazi", "racista", "supremacista
blanco", "patriarcal" y "enemigo de la democracia".
Han sido mas de tres años en que los ataques contra Trump darían la
idea de que éste sigue siendo el presidente. Pero esta brutal
campaña ha traído consecuencias devastadoras para esa prensa, lo que
se ha traducido en caída en sus índices de audiencia de esos medios
que consideran idiota a la opinión pública.
Y aunque se ha acusado a Trump prácticamente de todo, desde provocar
huracanes, como lo hizo la actriz Jennifer Lawrence, hasta
incrementar problemas emocionales entre la población como lo hizo la
Asociación Nacional Psiquiátrica de Estados Unidos. Pero lo único
que se ha logrado es fortalecer su imagen, sobre todo al comparar
cómo era la presidencia de Donald Trump, y cómo es la presidencia de
Joe Biden.
O, simplemente,
con formularse la pregunta: ¿se encontraba Estados Unidos en mejor
posición en el 2020 que ahora?
Es común olvidar que, hasta antes de la pandemia, Donald Trump se
veía invencible. Una encuesta publicada por la cadena ABC anunciaba,
muy a su pesar, que el multimillonario tenía una ventaja de 7 puntos
sobre cualquier candidato demócrata, lo que amarraba su
reelección. Sin embargo el Covid llegó a Estados Unidos y ocurrió la
detención de George Floyd. A nadie importó que ésta última hubiera
ocurrido en un sitio donde el alcalde y el gobernador pertenecen al
Partido Demócrata; todo era culpa del coputudo mandatario, promotor
del discurso racista y divisionista del cual, pardójicamente, no
existen registros contundentes.
Cuando la Casa Blanca encomendó el manejo de la pandemia al doctor
Anthony
Fauci, director del Instituto Nacional de
Epidemiología, su pésimo manejo trajo como consecuencia un
desmesurado aumento en los casos registrados en el país, trajo
consigo otro aluvión de ataques contra Trump aunque, a la distancia,
parece quedar en claro que el doctor Fauci más bien hizo labores de
saboteador que le fueron reconocidas al mantenerlo en ese puesto
durante el gobierno de Joe Biden... naturalmente, todas las pifias
cometidas por Fauci le fueron atribuidas a Trump, incluso ya con
Biden presidente.
Las acusaciones han sido tan absurdas que se le acusa de cosas
hechas hace dos o hasta tres décadas, como cuando supuestamente
abusó de una mujer en un centro comercial de Nueva York allá por el
2004.
La más fehaciente muestra de quiénes son los verdaderos enemigos de
la democracia en Estados Unido se dio cuando la Corte del estado de
Colorado decretó que Trump no será incluido en las boletas
electorales de ese año, un dictamen propio de repúblicas bananeras
donde se borra de la boleta a los candidatos opositores y se hostiga
a sus simpatizantes.
¿Y ha dado resultado esa sistemática campaña ya no de desprestigio
sino de una eventual destrucción de Donald Trump?
No mucho: cada nueva embestida demócrata y de la prensa, las
simpatías hacia el ex mandatario siguen a la alza. El reciente
Caucus (elección interna) realizado en Iowa y donde Trump arrasó
tuvo tal efecto que sus dos rivales más cercanos en la carrera, el
gobernador Ron di Santis y el empresario Vevek Ramaswamy declinaron
a su favor. Y de acuerdo a la tradición, quien gana el Caucus en ese
estado no solo es el candidato presidencial sino que termina por
llevarse la Presidencia, con el 2020 como excepción, pero también
porque el país atravesaba por una condición excepcional a causa de
la megapandemia.
En un esfuerzo desesperado, la prensa ha atribuido ese triunfo al
"racismo" de los electores de Iowa "un estado mayoritariamente
blanco", según argumentó la cadena MSNBC, lo que nos lleva a otra
pifia demócrata: atacar a los simpatizantes republicanos en vez de
ganárselos y seducirlos; al denostarlos y llamarlos racistas.
Incluso la publicación liberal The Hill reconoció en el 2017
que el haber llamado "deplorables" a los simpatizantes de Donald
Trump por parte de Hillary Clinton le costó más votos que cualquier
estrategia de ataque enarbolada por los republicanos: "Ningún
candidato de ningún país ataca directamente a los simpatizantes de
sus rivales", escribió el autor. "El presidente francés, Emmanuel
Macron, nunca insultó directamente a los votantes que apoyaban a
Marie Le Pen. Cuando iunsultas al electorado, sea del bando que
sean, no solo faltas el respeto a las reglas democráticas sino que
insultas a quienes podrías seducir con un buen discurso y
terminarían votando por ti". Ciertísimo, y más en un país como
Estados Unidos donde la mayoría de los votantes se considera
apartidista.
Hasta The New York Times, madriguera de la peor izquierda
norteamericana, aceptó que su estrategia anti Trump del 2017 "había
fracasado". Pero como izquierdistas que es, el matutino no aprendió
la lección y sigue repitiendo la misma palabrería panfletaria, como
si esta vez el resultado será distinto.
¿Regresará Trump a la Casa Blanca en enero del 2025? Las élites le
han puesto tantas trampas que no puede descartarse caiga en una que
termine con su carrera política. pero tendría que ser una muy bien
fundamentada, no basada en lo que diga una encueratriz, un ex
funcionario resentido o los medios de comunicación que dan por
ciertas sus propias mentiras.
El asunto lo resumió el gran comediante Greg Gutfeld, de la cadena
Fox: "Si el presidente Biden y su equipo hubieran hecho las cosas
bien, nadie se acordaría hoy de Donald Trump y ninguna necesidad
tendrían de estar saboteándolo para descarrillar sus intenciones de
volver a la Casa Blanca".
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