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CINE

Un gran logro de Milei: desparasitar al cine argentino

Cientos de "creadores de arte" han vociferado en indignación porque el gobierno de Javier Milei está poniendo fin al financiamiento público de peliculitas progre que nadie ve pero que cuestan millones de pesos al erario. Eso es algo que celebrar: el Estado, no solo el argentino, no tiene necesidad alguna de  mantener una nómina llena de parásitos que creen estar "haciendo la revolución" y se asumen como "librepensadores" mientras chupan la ubre gubernamental. Bien por Milei

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FEBRERO, 2024. El fenómeno se da en prácticamente todos los países que han contado con gobiernos "progresistas" y donde México, por supuesto, está incluido: el financiamiento de una madeja de actores, cineastas, guionistas, productores y sus amigos que se la pasan produciendo películas de pésima calidad y que nadie va a ver pero que, de todos modos, son financiadas por el Estado, es decir, por los contribuyentes.

En España, por ejemplo, la página libertaddigital.com dio cuenta cómo en el 2022 el Estado español financió alrededor de 120 películas, una de las cuales apenas y recaudó 450 dólares en taquilla. Sin embargo, agrega la página, la gigantesca pérdida que representó esa producción no fue absorbida por quienes participaron en ella sino por los impuestos que el gobierno de Pedro Sánchez canaliza a esa industria de los cuales el texto indica rondaron en alrededor de 350 millones de dólares, o lo que es lo mismo: cada uno esos bodrios tuvo un costo cercano al millón de dólares de los cuales un millón, el de la película que recaudó 450 dólares, se fueron literalmente a la basura.

Cita el artículo: "La recaudación del cine en el año 2020 fue de 43 millones de euros en ayudas estatales, en el año 2021 la recaudación fue de 42.4 millones de euros mientras que fue subvencionado con otros 86 millones de euros, y en el año 2022 la recaudación alcanzó los 82.7 millones de euros mientras que recibió ayudas de hasta 97 millones de euros. (En el 2023) la industria de la cinematografía en España ha recibido 167 millones de euros en ayudas (...) a todo esto no hay que olvidar la baja del IVA cultural del cine que pasó del 21% al 10% en el año 2018, que no deja de ser otra ayuda la industria cinematográfica".

(Hay otra carga de Sánchez que ha hecho perder dinero a los exhibidores: decretó que los mayores de 65 años solo paguen dos euros en las funciones de los martes. Pero ni así se ha logrado que los adultos mayores vayan a ver el lamentable cine financiado por el Estado español).

Como pudiera esperarse, el tema central de estas costosas porquerías son las llamadas "propuestas progresistas", romances entre personas del mismo sexo, aborto, mujeres "liberadas", masculinidad tóxica y la lucha contra el capitalismo y el machismo, que para muchos de esos grupos viene a ser la misma cosa. Para los espectadores que buscan entretenimiento cuando van al cine y que constituyen el 95 por ciento, esas películas "con mensaje" causan el mismo interés que ver cómo trabaja un semáforo por dos horas consecutivas. En ocasiones ni los familiares de quienes que crean esta basura se molestan en asistir a las salas.

Y como decíamos, un país con tantas necesidades como México tampoco está exento de financiar este tipo de aventuras fílmicas invisibles porque nadie las ve. El gobierno de López Obrador anunció fuertes recortes a la industria cinematográfica al iniciar su gobierno pero el caso es que el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) a través del FOCINE, de acuerdo a su página oficial, destinó 100 millones de pesos a ese rubro durante el 2023. No es poco dinero, por cierto, máxime si pedimos al lector que mencione alguna película mexicana recordable del 2023, financiada con esos fondos, y que haya valido la pena ver.

Existe una coincidencia dentro de todos los países que producen películas de malísimo gusto financiadas por el Estado, ya sean México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y España: esos recursos son manejados por una mafia, los mismos actores aparecen en todas esas películas y quienes las producen pertenecen, en forma abrumadora, a la clase media, media-alta de sus países, y se trata de gente cuyas edades van desde veinteañeros hasta sexagenarios... y en muchas de estas películas quienes las filman están emparentados.

Son una sarta parasitaria que nunca asume las pérdidas de sus producciones, que cree estar "haciendo la revolución" con sus "propuestas" y son muy dados a hospedarse en los mejores hoteles, a visitar sitios exóticos (y caros) para sus locaciones así como a escribir guiones sórdidos y exentos de humor pues la justicia social debe ser un compromiso serio, sin lugar para la comedia chabacana y patriarcal. Como pudiera suponerse, son producciones tediosas, llenas de personajes innecesarios --hay que darle a la parentela algo en qué entretenerse-- irritantemente pretenciosas y, claro, siempre llevan implícito un mensaje anticapitalista, faltaba más.

Pero mientras en México las cosas no se ven muy optimistas en cuanto a detener el financiamiento de esas porquerías, el gobierno de Javier Milei anunció como una de sus primeras medidas recortar fondos, casi hasta su desaparición, al INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales), un organismo consentido tanto de los gobiernos peronistas como kirchneristas y que no solo proporciona fondos a la producción de bodrios cinematográficos sino que financia en su totalidad las series que transmite el Canal 13, propiedad del Estado.

Un reporte publicado recientemente por el diario bonaerense La Nación da cuenta que el candidato perdedor de las elecciones Enrique Massa, cuando era ministro de Economía aprobó incrementar la partida presupuestaria a 665 millones de pesos para el ejercicio 2023, un salto de casi 40 millones respecto al año anterior. ¿El resultado? Películas que nadie vio y series televisivas donde los efectos especiales pueden ser superados con facilidad por un estudiante de Diseño o cualquiera que cuente con un buen editor de video y a un costo mucho menor.

La respuesta de los actores y cineastas que por años han recibido su cheque del INAAC no fue de alegría, naturalmente. En primer lugar anunciaron una "marcha en defensa de las artes" a la que, igual que sus películas, nadie asistió. El siguiente paso, advirtieron, será "llamar a los organismos promotores del cine en todo el mundo para impedir que el gobierno de Milei destruya el arte argentino y su promoción para las futuras generaciones".

Por supuesto que la aportación artística de Argentina al mundo ha sido inconmensurable y valiosísima. Pero comparar el tango, las canciones de Gardel, los libros de Borges o incluso los discos de Les Luthiers con la bazofia representada en estas películas viene a ser un acto de imperdonable soberbia. ¿Desde cuándo esta gente ostenta el monopolio de lo que es el arte de un país y cuándo se le debe considerar así?

La mayoría de estos actores y cineastas se asumen como "excelentes" y "amados por el público". ¿Entonces por qué no asociarse con productores privados y dejan que sean las leyes del mercado las que decidan si son tan "excelentes" como dicen ser?

Claro que la supuesta amenaza de Milei de "destruir" el arte es una abominable tontería. Lo que el mandatario busca es quitar esos recursos a una mafia parasitaria que produce bazofia que suele recibir reconocimientos en los festivales de cine de La Habana por sus "valientes denuncias" pero que a los argentinos que las financian no podrían interesar menos, un desperdicio de recursos que puede canalizarse para ayudar a las comunidades pobres de las grandes ciudades, en especial quienes son menores de edad, lo cual es precisamente el propósito de Milei.

"Es increíble cómo miles de pesos se destinan a financiar a estos cineastas clasemedieros mientras hay tantos niños con hambre en la Argentina", refirió el ensayista Agustín Laje. "Uno de los peores crímenes que puede cometer el gobierno de un país subdesarrollado como la Argentina es tirarlo en películas que nadie tiene intención de ver. El presidente Milei ha dado un paso en la dirección correcta".

Uno que alzó la voz fue Ricardo Darin, indudablemente talentoso y quizá el actor argentino más conocido actualmente en el resto del mundo. Y claro que iba a protestar: según información que se ha filtrado y que difundió el vloguero Mate con Mote, Darin recibe puntualmente un cheque del INCAA sin importar que en ese momento esté participando o no en una película financiada con fondos del Estado argentino. Se entiende su "indignación".

La burocratización es uno de los peores males que padece Argentina donde 46 por ciento de los empleados viven a sueldo del Estado (en México es 24 por cada 100, y ya es muy alto) y donde desde el peronismo cada nuevo gobierno le ha dado jugosos espaldarazos a su crecimiento, incluido el "neoliberal" Menem quien eliminó muchos armatostes públicos pero reubicó a sus empleados en otras dependencias. Los recortes a fondo y en serio en el gobierno argentino son una auténtica novedad en la historia del país en más de un siglo.

En el INCAA trabajaban (un decir) alrededor de 1,200 personas, la mitad de las cuales no se sabe exactamente en qué. Para un fondo gubernamental que consume tanto y arroja tan pocos resultados al tiempo que existen tantas carencias en Argentina es un acto de aberrante insensibilidad. En un mundo con sentido común, Javier Milei estaría recibiendo el aplauso mundial por echar a la calle a cientos de haraganes que viven del trabajo ajeno pero en este 2024, Milei es un cerdo capitalista insensible, un Gengis Kahn del arte. Pero como ya hemos visto y a diferencia de su antecesor Macri, Milei no es de los que bajan guardia ni se rinden. ¡Qué siga la poda, carajo!

 

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