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CINE
Porqué Indiana Jones y La Última
Cruzada es la mejor de toda la saga
La tercera cinta del magnífico
arqueólogo aventurero tiene personajes perfectamente
definidos, creíbles, una química única entre
protagonistas, y aun los villanos, algo que la nueva e
innecesaria nueva entrega de Indiana Jones carece en lo
absoluto. Analicemos porqué La Última Cruzada
marcó la cúspide de creatividad de Spielebrg y Lucas
Versión impresión
JULIO, 2023. Ya lo podemos decir:
Indiana Jones and the Dial of Destiny no solo es el peor
fracaso de toda la saga sino que se trata de una porquería
mayúscula al punto que estamos seguros que Disney llevara la
encomienda suicida de dar el tiro de gracia a esos estudios
pasando la batuta del legendario arqueólogo a Phoebe Waller
Bridge, cuyo carisma es menor al de un papel de lija.
Las cosas no tenían porqué terminar así: la premisa de
buscar el Anticitera de Arquímedes para viajar en el tiempo
y cambiar el transcurso de la Segunda Guerra Mundial no
suena a un argumento tan malo. Imaginemos por un momento la
película que Spielberg y Lucas, en tiempos pre woke,
habrían hecho con un guión donde Indiana Jones tuviera una
conversación con uno de los padres de la matemática.
Indiana Jones marca el fracaso de Disney donde la revista
Forbes señaló en un artículo reciente que los estudios
del ratoncito woke han perdido 9 mil millones de
dólares con sus producciones fallidas, desde Lightyear
hasta La Sirenita e Indiana Jones, película
que esperaba recaudaría al menos 700 millones de dólares en
taquilla, pero al momento de escribir esto apenas y lleva
alrededor de 170 millones.
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Con esta catástrofe, la anterior aventura de
Indiana Jones, La Calavera de Cristal, fue desbancada
como la peor película de la saga... y parecía que ello nunca
iba a ocurrir.
¿Y cuál es la mejor película de Indiana Jones? Si realizamos
un análisis de sus personajes, sus motivaciones y el
respetuoso trazo que le dieron
Steven Spielberg y
George Lucas a cada uno
de ellos --sí, incluidos los nazis, como veremos más
adelante-- Indiana Jones y la Última Cruzada queda,
sin asomo de dudas, como una de las mejores películas no
solo del arqueólogo que dejaba embelesadas a sus alumnas,
sino en toda la historia del cine.
Uno de los mayores atractivos tanto en Star Wars como
en Indiana Jones es que se trata de héroes que están
lejos de ser perfectos. En el caso del arqueólogo esto queda
de manifiesto desde Los Cazadores del Arca Perdida
cuando Indiana insospechadamente es traicionado por su
ayudante y la película no lleva ni 10 minutos. En El
templo de la Perdición ocurre otro tanto en los primeros
diez minutos: Indiana peca de incauto y queda apenas a
milésimas de segundo de morir envenenado.
En La Última Cruzada vemos otro asomo de su
ingenuidad, esta vez como un Indiana adolescente que entrega
la Cruz de Coronado al sheriff quien a su vez se la da a
Locque, quien lo había acusado de robo.
No sería la primera pifia de Indiana, por cierto. Y es que
Spielberg y Lucas dejan en claro que, con todo lo aventurero
que es, a Indiana Jones siempre le ha fallado la intuición;
puede oler el peligro pero se ve totalmente incapaz de
percibirlo cuando hay faldas de por medio o, sencillamente,
subestima sus enemigos y opta por bajar la guardia.
Los guionistas woke no son aficionados al cine, son
activistas y por tanto son incapaces de amar y desarrollar
películas si no ven la manera de sacarle raja política. Por
ello al alterar la esencia de los personajes los convierten
en monigotes insípidos, unidimensionales, con los que el
espectador no logra ni quiere identificarse. Los malos son
juzgados de acuerdo a sus color de piel y los prejuicios,
algo que irrita a quienes vamos al cine a buscar
entretenimiento.
"A mis enemigos no cuesta trabajo pensar que soy un desgraciado y un hijo de perra. Pero algo sí les
aseguro: les cuesta mucho aceptar que yo tengo una familia, hijos
a los que amo y que hay cosas que me
conmueven y me hacen llorar. Al igual que mis enemigos,
también yo tengo entrañas", es una frase que se le atribuye
al gángster John Gotti. Los villanos de la historia deben
ser inteligentes, sagaces y hasta carismáticos para ganarse
el interés del público. ¿Hay algún aficionado al cine de
acción que no se sobresaltó cuando Hans Grüber, el villano
de Duro de Matar, asesina a sangre fría al señor
Nakatomi luego de haber halagado su exclusivo traje, de
asumirse como un lector del Forbes y de darle una
palmadita en la espalda?
Es posible transmitir activismo político que también
entretenga siempre y cuando abandone el sermoneo y el
adoctrinamientio y, en cambio, se cuente una historia
atractiva. Por ejemplo ¿quién habría imaginado que una
comedia como Tootsie de 1979 y estelarizada
por Dustin Hoffman, es una crítica demoledora hacia los
prejuicios que sufren los transexuales? (algo que también se
da, por cierto, en la divertidísima Mrs Doubtfire,
estelarizada por Robin Williams).
En la trilogía de Indiana Jones que todos amamos, los
villanos, esencialmente los nazis, están lejos de ser
representados como unos pusilánimes racistas (de hecho, sus
prejuicios raciales nunca se abordan en la saga, e
implícitamente sabemos que ni Indiana, ni sus compañeros de
aventuras son judíos). Los únicos nazis retratados como
idiotas, o al menos como unos incompetentes, son los
miembros de la tropa, es decir, los soldados ordinarios,
situación que, podemos ver no es accidental pues igual
sucede con los stormtroopers de Star Wars.
Y Spielberg los perfiló así para dejar en claro cómo los
nazis de tropa eran unos inútiles, mal preparados, que
habían recibido burdas paletadas de ideología nazi, desechos
sociales que entraron a la milicia solo para recibir
canonjías económicas.
De hecho, y en especial La Última Cruzada, ningún
villano que enfrenta a Indiana es perfilado como un tonto o
un supremacista ario; todo lo contrario.
Veamos el caso de Donovan, el director del museo, un hombre
reputado, preparadísimo, filántropo y quien claramente sabe
más de historia que el mismo Indiana... y aun su padre, de
otro modo no lo habría patrocinado para la misión del Santo
Grial. Indiana llama "cuentos de hadas" la historia de los
Cruzados que encontraron el Santo Grial y lo tuvieron bajo
custodia pero Donovan lo refuta con argumentos impecables.
Algo similar podemos decir de la Doctora Elsa Schneider,
capaz de ponerse al tu con tu en conocimientos con Indiana.
De hecho Schneider cumple el rol de mujer empoderada porque
¿cómo es posible que los nazis, que ubicaban a la mujer
como mero elemento reproductor de la grandeza aria, hubieran
permitido que una investigadora con un nivel cultural
superior al de una mujer norteamericana promedio de los años
30 hubiera avanzado tanto en su campo?
(Sin villanos de respeto, como lo fue Locque en Cazadores
del Arca Perdida, un hombre cultísimo, refinado, experto en arte y
arqueología y miembro de una poderosa familia francesa que
había fabricado vino por varias generaciones).
Cuando Indiana cae en una trampa de la manera más ingenua
posible descubre que tanto Elsa como Donovan son dos
enemigos formidables, no tanto por ser nazis sino por su
inteligencia y su pasión por la arqueología. El oficial nazi que los acompaña está
lejos de poseer el mismo nivel cultural; se trata más bien
de un militar tan altanero como tonto.
"Jamás pensé que te unirías a la escoria de la humanidad",
recrimina el Dr. Jones (Sean Connery) a Donovan pero éste
finge no escuchar y en cambio recrimina a Elsa que al diario
le faltan algunas páginas, precisamente el mapa que
conduciría al Santo Grial. Con ese silencio al comentario
del Dr Jones intuimos que Donovan y Elsa ya sospechaban cómo
el nazismo se estaba convirtiendo en una ideología
monstruosa pero temían decirlo; recordemos que la acción de
La Última Cruzada ocurre antes que estalle lo que
sería la Segunda Guerra Mundial.
La muestra más evidente de ello la tenemos cuando la
doctora Schneider llora al ver como una sarta de fanáticos
arroja libros a una enorme pira con autores que seguramente
ella leyó y disfrutó, entre ellos Schopenhuaer, Nietzche o Freud, y más
adelante confiesa a Indiana que ella "no cree en la suástica" o cuando Donovan refiere que "Hitler y los nazis
pueden adueñarse del mundo si quieren", dando a entender que
se trata de una sarta de fanáticos. Insistimos, toda esta
acción ocurre antes de la Segunda Guerra Mundial cuando el
Holocausto y las monstruosidades del nazismo estaban muy
lejos de ser asunto público.
En tal sentido Lucas y Spielberg, los autores del guión, se
mantuvieron fieles a la historia real: hacia fines de los
años 30, los nazis aún ostentaban cierta credibilidad entre
la comunidad intelectual, algo que nos parece aberrante hoy.
Y ese hecho se remarca aún más cuando el mismo Hitler le
firma el diario a Indiana Jones. ¿Qué mejor muestra de cómo
un payaso, un acuarelista frustrado y un sicópata como
Adolfo Hitler haya embaucado a investigadores tan brillantes
como Donovan y la Dra Schneider?
Por supuesto, al final todos ellos pagarán con sus vidas el
haberse colocado en el lado equivocado de la historia. Y al
morir se habrá cumplido la justicia divina... la justicia
cristiana, por cierto.
¿Pero cómo fue entonces que Spielberg no haya puesto como
unos desgraciados a los nazis desde el primer minuto de la
película? Habría sonado burdo y obvio.
"Nazis... ¡odio a esos tipos!", dice Indiana a
Elsa cuando los detecta en el castillo donde se encuentra
preso su padre. Y la opinión de Indiana es la misma de Spielberg pero eso no le impide humanizar no solo o a los
héroes de la saga sino a los villanos, creándoles de paso a
estos últimos una marca de enemigos de respeto (Ojo, no
respetables) cultos y
que, como la Dra. Schneider hablan inglés sin acento alemán
(ya sabemos que un nazi que medio machaca el inglés siempre
será, éste sí, un estúpido y un fanático, como efectivamente
vemos en la escena cuando Indiana rescata a su padre). Es
así como el guión de La Última Cruzada deja en claro
que los nazis eran enemigos sofisticados, perspicaces y
capaces incluso de encamarse a papá e hijo, como lo hizo la
Dra Schneider. Nunca debían ser subestimados.
De ahí la escena cuando Indiana y su padre viajan en el
dirigible y éste último le dice "¡lo logramos!" y le
responde: "cuando hayamos cruzado la frontera alemana estaré
más seguro de ello" y, efectivamente, a los pocos segundos
el dirigible da la vuelta y va de regreso a la base.
Compárense estos personajes de La Última Cruzada,
todos ellos bien estructurados, perfectamente trazados, con
virtudes y defectos --lo que incluye héroes y villanos-- y
compáremoslos con el bodrio de Indiana Jones que acaban de
estrenar los estudios Disney. Sorprende sobremanera la
incomensurable estupidez de quienes aprobaron el rodaje,
estupidez mayor si pensaban que Indiana Jones y el Dial del
Destino, con su protagonista convertido en mero patiño de
una mujer insoportable que ni una sola vez comete un error
ni acepta que se equivocó, sería recompensada como una
película financiable.
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