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Y DEMÁS/Estupidez progre
La obesidad no empodera ni libera a nadie: el chantaje de la gordofilia Hace apenas años atrás el sobrepeso era visto como un riesgo para la salud que tendría enormes consecuencias en el sistema de salud de nuestros países. Pero ahora decir algo tan obvio es considerado políticamente incorreto y hasta racista. ¿Qué fue lo que cambió? Entre otras cosas, que los fabricantes de la llamada comida chatarra ya contribuyen a la causa progre
NOVIEMBRE, 2023. A menos que se
trate de hipopótamos o elefantes, los mamíferos no debemos ni
tenemos porqué ser obesos. Pero en este 2023, cuando todo mundo puede
percibirse como se le pegue la gana y donde la obvia realidad es
presentada como el más grande de los engaños, resulta que ser gordo,
tener kilitos o kilotes de más, es una manera de mostrar al mundo
que somos libres y que nos hemos quitado de encima las cadenas
opresoras del poder patriarcal que alguna vez concluyó que
mantenerse delgado "era la correcto".
Pero la destrucción tanto de básculas
como de semáforos no terminará con el problema de la obesidad o del
tráfico lento. La empresa que fabrica ambos aditamentos ya ganó de
antemano vendiendo el producto y no dejará de construirlo
simplemente por la furia de un cliente insatisfecho. Los lloriqueos
de la mofletuda dama son tan infantiles como suponer que el culpable de
nuestras desgracias es un objeto, y no nosotros mismos.
Según un artículo publicado por The
New York Post, la "nutrióloga" Elise McCommack mandó al carajo sus
conocimientos y nos salió con que "basar el bienestar físico de una
persona con el ser esbelto carece de fundamento" y agregó que "el
concluir que la esbeltez es sinónimo de buen gusto, aparte de ser
una muestra de racismo sistemático, es una imposición hacia las
minorías mediante estándares occidentalizados".La "nutrióloga" McCommack fue claramente devorada por la ideología
woke y que la llevó a traicionar todo aquello en lo que una
vez creyó en torno a la buena nutrición. Porque el peso excesivo en
una persona no "libera" a nadie, ni hace a un mujer más feminista ni
la libera de las cadenas del patriarcado. Por el contrario, quien
tenga sobrepeso podrá imaginarse que es libre y que puede comer lo
que se le pegue la gana para coraje del capitalismo (el cual, por
cierto, le permite adquirir una variedad de productos para acumular
sus buenos kilos) pero la persona se está perjudicando a sí misma
cuando su abultado cuerpo le cobre la factura, traducida en diabetes,
hipertensión, cáncer de colon o enfermedades cardiovasculares.
La aseveración de Rangel es sin duda
cierta, pero llama la atención que ahora que el atracarse con comida
chatarra pasó a ser un acto de liberación, Rangel ande tan
calladito. ¿Acaso se la pasa perdiendo el tiempo consumiendo litros
de soda y papitas fritas sin parar?
El ejemplo más a la mano es el de
Hershey, la conocida empresa que ofrece las barras de Milky Way y
Snickers. Hace unos meses Mars, subsidiaria de Hershey, puso a la
venta sus coinfituras M&M "inclusivas" con paquetes que incluían una
cantidad mayor de confituras café dado que la anterior variedad
multicolor ¡era racista! Asimismo, las barras de Nestlé Crunch
difundieron en el 2021 un comercial de TV donde aparecían dos
sujetos quienes muy juntitos compartían ese producto e
intercambiaban sonrisas que los delataban como ser más que amigos.
(¿o amigues?) Claro que es un silencio comprado. Como ejemplo Jeffrey Folks de la página americanthinker.com estima que megaempresas como Walmart destinan entre 100 y 120 millones de dólares anuales a estas ONGS enfocadas en "estudios de género", "inclusividad", "representación" y "combate al racismo sistemático" entre otros terminajos. ¿Alguien recuerda alguna crítica reciente de estos activistas hacia WalMart, acusándola de no contar con sindicato, de ofrecer condiciones desventajosas a los nuevos empleados y de exponerlos a largas horas de trabajo y ataques que eran cosa diaria en sus diatribas? Nosotros tampoco. Gracias a ese chantaje la izquierda tampoco ve ya con tan malos ojos a la comida chatarra y, en un giro sorprendente, ahora defienda los derechos de los obesos a "ser ellos mismos", destruyendo las básculas creadas por el patriarcado para esclavizarlos. Sin embargo el nutriólogo Gómez apunta que la obesidad en Estados Unidos es reflejo de una sociedad emocionalmente enferma y que las empresas que ofrecen productos chatarra solo están llenando una oferta del mercado: "La psicología y una buena nutrición van de la mano. Es evidente que una persona emocionalmente inestable tiene más probabilidad de ser una persona obesa dado que el comer en exceso refleja una baja autoestima, un rechazo inconsciente a su apariencia física y a carencias afectivas sufridas durante los primeros años. La obesidad suele ser una consecuencia, no una razón en sí".
O como refirió el comediante Dennis
Miller, un psicólogo sin título: "Alguien reveló en sus infancias a
quienes hoy son activistas de izquierda que Santa Claus no existe,
algo que les provocó profundos traumas. Por eso hoy desprecian tanto
que se les eche en cara la verdad. Por eso no soportan la verdad, ni
tampoco la toleran". Textos relacionados Porqué las empresas se hacen woke [Noviembre, 2023] La estupidez, el punto débil del capitalismo woke [Abril 2023] El genial sablazo contra la publicidad woke [Agosto, 2019] Idiotez tóxica cortesía de un megacorporativo [Enero, 2019] Los popotes antiecológicos, paranoia que vale sorbete [Agosto, 2018]
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