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La estupidez, el punto débil del capitalismo woke

Hasta un vendedor de tacos conoce la máxima para que su negocio crezca: dale al cliente lo que pida. Pero dado que el adoctrinamiento woke es esencialmente estúpido e irrealista, una empresa emblemática se encuentra en serios aprietos económicos. El consumidor, por fin, parece haber entendido cómo puede doblegar a estas empresas: pegándoles en sus bolsillos

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ABRIL, 2023. Dado que trasgéneros como Lia Thomas de un día a otro decidieron que eran mujeres y están haciendo pedazos las aspiraciones de mujeres que toda la vida se prepararon para destacar en una disciplina deportiva, el capitalismo woke, esta vez representado en una compañía cervecera emblemática, tomó una de las decisiones publicitarias más estúpidas de la historia, incluso mayor a la de la "Nueva Coca Cola" allá en los años 80.

El resultado ha sido catastrófico: The Wall Street Journal publicó recientemente que la empresa en cuestión ha perdido 6 mil millones de dólares en apenas 10 días, lo cual incluso ha afectado su cotización en la Bolsa de Valores. Si la tendencia sigue, agregó el matutino, "para mediados de junio estaríamos hablando que esa compañía cervecera se vería obligada a aplicar despidos masivos, recortes presupuestales y, en grado extremo, el cierre parcial en varias de sus actividades".

¿Y a qué se debió este rechazo masivo? No tanto al cambio de fórmula del producto, como sucedió con la otra empresa que produce aguas negras azucaradas. Todo surgió cuando la Anheuser-Busch, que entre otras bebidas produce Budweiser, lanzó a las redes un spot donde aparece el "influencer" Dylan Mulvaney, un tipo que un día se "autopercibió" como mujer y asumió lo que viene a ser una parodia de Audrey Hepburn en la película Desayuno con Diamantes (claro que en nuestros tiempos "políticamente correctos", la parodia excluye el fumar cigarros con pitillo).

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Mulvaney es el transexual más célebre de Estados Unidos. No solo lo recibió el presidente Biden en la Casa Blanca sino que la actriz Drew Barrymorre se le hincó durante una entrevista y poco faltó para que le besara los pies. Un "perfil" de la revista Vanity Fair destacó que Mulvaney era "un ejemplo de mujer contemporánea" (?) ¿Desde cuándo un hombre que dice ser mujer representa las aspiraciones de millones de mujeres a quienes se manda callar porque dicen que ellas sí son mujeres pues nacieron con una vagina?

El hecho de que Mulvaney tenga 10 millones de suscriptores en TikTok fue quizá el principal aliciente para que el departamento de publicidad de Anheuser-Busch decidiera lanzar un spot donde el tipo aparece dentro de una tina con burbujas promocionando la Bud Light y, más aún, presume que los envases de la bebida incluirán su imagen. Con ello Anheuser-Busch garantizaría que esos 10 millones de suscriptores  de TikTok se aficionarían súbitamente a beber Bud Light, lo que aumentaría sustancialmente las ventas de esa cerveza.

El resultado no se hizo esperar: el rockero Kid Rock subió un video donde ametralla varios paquetes de Bud Light y cientos más hicieron lo mismo mostrando cómo echaban al resumidero el contenido de la Bud Light. El artista county Travis Tritt advirtió que no permitiría la venta de Bud Light en sus conciertos y ese mismo fin de semana un concierto country patrocinado por esa marca fue "cancelado" definitivamente alegando "cuestiones de seguridad".

Más tarde comenzó a circular un video en las redes sociales donde aparecía el, más bien, la responsable de la campaña, una egresada de Harvard llamada Alyssa Heinerscheid y quien lleva 9 meses al frente del Departamento de Ventas de Anheuser-Busch. El video muestra a la mujer --con un fondo que más bien parece de un kindergarden que la oficina de un poderoso megacorporativo norteamericano-- Heinerscheid refiere que "como mujer de negocios" había que realizar "cambios importantes y profundos en una marca cuyas ventas van a la baja (...) por ello decidimos echar a andar una campaña publicitaria que atrajera tanto a hombres como mujeres..."

Heinerscheid muestra delirios de grandeza cuando se autodescribe como "mujer de negocios" (si es así, ¿para qué carajos emplea el pronombre she/her en su presentación?): se trata de una empleada que percibe un sueldo por hacer un trabajo predeterminado: una mujer de negocios es dueña o accionista de su propia fuente de empleos y atiende, precisamente, sus negocios, no un área enfocada en una promoción específica.

En segundo lugar, su decisión de armar una campaña que "atraiga tanto a hombres como a mujeres" y que emplea a Mulvaney, un trasgénero, resuma absoluta estupidez woke. Una clara muestra de las tonterías y los prejuicios que le enseñaron, más bien le indoctrinaron en Harvard, que se supone es una de las universidades más reputadas del planeta.

Cualquier vendedor de tacos o de hot dogs en una esquina y que no percibe el altísimo sueldo de Heinderscheid tiene grabado en la mente el axioma básico, elemental y lógico para que su negocio se mantenga en pie: dale al cliente lo que pida. Si tus tacos con picante se venden más que aquellos con sabor dulzón, tendrás que producir más de los primeros que de los segundos para aumentar tus ventas. En cambio, si en vez de producir más tacos picantes reduces la cantidad en tu menú y ofreces más tacos dulzones esperando que los clientes los compren nada más porque ese es tu deseo, te irás a la quiebra en cuestión de semanas.

Y peor te va a ir si para promover los tacos que vendes lo haces con la imagen de un nutriólogo que quiere aleccionar a tus clientes de que comer tacos los hará verse más gordos. Eso equivale a darle un disparo a tu negocio, no en el pie sino, como dice el analista Ben Shapiro, significa darle un disparo al cerebro de tu negocio.

Ese es el punto débil del capitalismo woke: la estupidez, la total ausencia de sentido común y la soberbia, esto es, el creer que porque tu producto tiene prestigio y aceptación en el mercado, eso te da derecho a aleccionar y regañar a tus consumidores sobre sus valores morales, sus preferencias sexuales y el modo en que educan a sus hijos y esperar que, luego de faltarles el respeto, seguirán comprando tu producto como si nada; si no le estás dando a tus clientes lo que piden y de ribete los ofendes, te pasarás de imbécil esperando que seguirán siendo fieles al producto que ofreces, por más buena que sea su calidad.

Los mejores años de la publicidad norteamericana se dieron en los años 80 cuando quienes aparecían en ellos fueron siendo modelos multiétnicos conforme avanzaba la década. Los wokes se hacen más tontos de lo que son ante los contratos multimillonarios que Michael Jackson filmó con Pepsi --incluso luego del incidente del cabello del cantante-- con el actor Eddie Murphy, de Nike con Michael Jordan, de Janet Jackson con Coca-Cola, de Naomi Cambpell con una compañía de cosméticos, los jugosos contratos de Bo Jackson, pelotero de la MLB y al mismo tiempo jugador de futbol en la NFL, los de Oprah Winfrey con una megatelevisora...

En los 80 los afroamericanos ganaron amplio terreno en la publicidad norteamericana, y en ningún momento se vio aquello como inclusión forzada, simplemente porque se trataba de gente talentosa que servía como ejemplo de superación no solo para otros afroamericanos sino para millones de norteamericanos de todo origen étnico. Como acertadamente lo dijo en su momento Michael Jordan: "Los republicanos también compran pares de Air Jordan".

Ya desde esa década los afroamericanos tenían un peso determinante en la publicidad de ese país, bien fueran atletas, cantantes y de figuras de Hollywood. Incluso la bella cantante Vanessa Williams apareció en una campaña de Bud Light (¿y cómo olvidar a la mascota Spuds McKenzie, que por cierto era hembra?)

Las ventas de Anheuser-Busch en esa década en ningún momento fueron a la baja durante los 80 pese a estar incluyendo más modelos de color en su publicidad al tiempo que esa empresa cervecera mantuvo a su clientela habitual, los norteamericanos blancos de origen europeo que habitan en el área del medio oeste y a quienes se les siguió ofreciendo publicidad que resaltaba sus aspiraciones y sus valores morales (algo que también hacía la publicidad dirigida a los afroamericanos, por cierto).

Eso en mercadotecnia se llama diversificar un producto: ofrecérselo al segmento que te quieres ganar sin alterar la fórmula exitosa de quienes ya son tus clientes cautivos. A ellos aplica otro axioma que conoce al dedillo cualquier vendedor de tacos, de hot dogs o pulseras: si algo está funcionando, no lo muevas.

Heinderscheid agregó en el video que las ventas de Bud Light van a la baja porque "por décadas la marca se le ha relacionado con esas fraternidades (universitarias) y ese comportamiento que ya no va con los tiempos". Sin embargo la página The Daily Wire y el New York Post difundieron fotos donde se ve a Heinderscheid empinándose una cerveza (que no es Bud Light), y en otra se le ve inflando preservativos. Por lo visto para ella sí se valió hacer desmadre en los dormitorios del campus pero si alguien lo hace en este 2023 es un redneck simpatizante de Donald Trump.

No parece muy inteligente insultar a tus consumidores habituales del producto con una publicidad que busca atraer a la comunidad transexual, que como tal y según la Oficina del Censo de los Estados Unidos, no llega ni al uno por ciento de la población. Por otro lado, los 10 millones de seguidores de Mulvaney en TikTok ni necesariamente consumen cerveza habitualmente ni son sus fans irrederentos; muchos de ellos, simplemente, lo siguen por morbo.

Por el contrario, los consumidores que han dejado de consumir la Bud Light son reales, tangibles, que no habitan el mundo virtual y las redes sociales le interesan poco o nada y, sobre todo, tienen poder adquisitivo y están aprendiendo a utilizarlo a su favor para presionar a esas compañías que insultan no solo su inteligencia sino sus valores morales.

Y algo que los wokes como Heinderscheid, pese a sus diplomas de Harvard y quienes anhelan convertir a Estados Unidos en un paraíso socialista totalitario no consiguen entender, es que la economía de ese país aún ofrece competencia y variedad de productos, de ahí que un consumidor puede adquirir una cerveza  fabricada por el competidor, y más aún, si las cervezas locales no le satisfacen, tiene la opción de adquirirlas importadas, de ahí que cervezas procedentes no solo de México y Canadá sino de Colombia, Austria, Polonia, Gran Bretaña y aun Australia registran altas ventas en ese país.

Por eso la economía de mercado, aunque imperfecta ---nunca ha pretendido serlo, por ello no cesa de evolucionar-- es maravillosa: obliga a las empresas a mejorar sus estrategias de venta ante el acecho de la competencia dentro de la cual el consumidor es quien sale ganando ante la lucha por ofrecer campañas publicitarias ingeniosas para ganarse el interés, y lo más importante, el dinero, del consumidor.

En cambio, en mercados donde solo hay un producto disponible o su venta está monopolizada, la publicidad puede incluir imágenes de excrementos y de cualquier manera el público estará obligado a adquirirlo. Esa es la gran diferencia, y razón por la cual el boicot contra Anheuser-Busch está funcionando mucho mejor de lo que se esperaba. El consumidor norteamericano se esta dando cuenta ¡por fin! que la mejor manera de doblegar las campañas woke de estas empresas es pegarles en sus bolsillos o, como dijo un vloguero famosísimo, "en los testículos de sus ganancias".

Anheuser-Busch respondió a la controversia con un spot "patriota", esto es, retazos de anuncios comerciales que nunca utilizaron pero hasta el momento de escribir este texto, las ventas de Bud Light están lejos de repuntar. "El efecto es similar al de una puesta de cuernos: si quieres ganar nuevamente la confianza, te costará trabajo y tiempo y, sobre todo, tendrás que ofrecer una disculpa y prometiendo que no lo volverás a hacer, algo que hasta el momento Anheuser-Busch no ha hecho", señala el vloguero Matt Walsh. "Su mea culpa parece cualquier cosa, menos una disculpa sincera..."

La mejor disculpa que pudiera ofrecer esa cervecera es despidiendo a Alyssa Heinderscheid: después de todo, su campaña ha costado a Anheuser-Busch 5 mil millones de dólares en poco más de una semana. Pero no lo han hecho, seguramente temerosa de que la mujer interponga una demanda donde acuse a la empresa de despedirla por "misoginia" o "transfobia" con lo cual, de paso, se echará encima a la izquierda que pronto exigirá encerrar en prisión a Donald Trump por tirarse un pedo, acusándolo de estar perjudicando a la ecología.

Si los efectos de la publicidad woke no fueran tan dañinos al tejido social y económico de un país como Estados Unidos, el asunto sería objeto de infinitas carcajadas y burlas dada su supina estupidez.

 

 

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