fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de Medios

¡Excelente, JK Rowling!

El tonto del 2025: Stephen King

Pero qué gente tan fina y tolerante: Paco Ignacio Taibo II

La tristísima decadencia de Jaime Bayly

Recomendabilísimo: Generación Idiota, de Agustín Laje

Archivo

 

 

 

 

 

 

MEDIOS/Necedades

La que nos faltaba: le dan en la madreus a Amadeus

Los wokes tienen nula capacidad para distinguir lo que es una propuesta y lo que es una parodia. ¿Cuantos de nosotros no nos reímos de que algún día Mozart ya no sería blanco y Sancho Panza dejaría de ser un gordito para no ofender a quienes padecen sobrepeso? Pues bien, el legendario compositor austríaco lo encarnará un actor de origen asiático aunque, por supuestísimo, el villano Salieri seguirá siendo blanco. Por fortuna, la porquería woke ya está agonizando, por  lo que está serie se hundirá aun antes que se transmita el último episodio

Versión impresión

OCTUBRE, 2025. La verdad, estimados lectores ¿dudaban ustedes que alguna vez fuera a ocurrir? Hasta hace unos años era chascarrillo frecuente comentar hasta dónde iba a llegar la estupidez woke: Don Quijote, un afroamericano que tenía por acompañante a un Sancho Panza delgado para no ofender a quienes sufren de sobrepeso y quien prescindió de su caballo para que no lo acusaran de abuso animal (además la insinuación de que los dos eran más que amigos) La broma también incluía una "nueva versión" de Amadeus, el clásico que Milos Forman dirigió en 1984 y que le mereció un ejército de Óscares al año siguiente.

¿Cuál era la broma? Esencialmente, que los wokes nos presentarían a un Mozart negro, a su esposa Constanza mulata, al emperador gay y a Salieri... bueno, quizá igualmente de tendencias gay pero como malo malote, seguiría siendo blanco.

Es la gran ironía del wokeísmo: carece en absoluto del sentido del humor pero al mismo tiempo es experto en proporcionarnos muestras de humor involuntario. La cadena británica SKY acaba de anunciar que el próximo diciembre será estrenada una serie llamada Amadeus, basada, por supuesto, en el clásico estrenado en 1984. Pero quienes esperen ver la historia del gran compositor austriaco y su némesis, Antonio Salieri, se toparán con una sorpresita.

Dado que se trata de una "reimaginación" de la historia que tanto nos deleitó en el cine hace cuatro décadas, el protagonista ahora es mitad japonés y el reparto es multicultural aunque ¡adivina adivinante! el villano, es decir, Antonio Salieri, ese sí que seguirá siendo blanco.

Empecemos por la pregunta obvia. ¿Quién carajos da luz verde a estos proyectos? ¿Qué necesidad hay o había para realizar una nueva versión de este clásico que, podemos decirlo desde hoy, jamás desplazará a la monumental película dirigida por Milos Forman?

Es dudoso que tanto Forman como Peter Schaffer, quien escribió el guión de la obra que se presentó en Londres con gran éxito, estarían contentos con esta intentona que busca hacer pedazos su valioso legado. Claro, tampoco sería descartable que, de estar vivos ambos hoy, se mostrarían de acuerdo con este Mozart asiático --¿cuántos actores y directores legendarios han pasado a ser apologistas woke?-- pero si hablamos de una cinta que ganó 8 Óscares, lo más seguro es que quienes participaron en ese proyecto y ya abandonaron este mundo, hoy estén haciendo grandes corajes dentro de sus ataúdes.

Joe Barton, quien dirigió este potencial bodrio, publicó un tuit donde advierte que "vamos a destruir la película de 1985, e igualmente vamos a destruir todas las copias de esa película en el mundo". Pues bien, señor Barton, yo poseo en mi colección esta película en formatos VHS, en DVD y hasta en BlueRay. ¿Va usted a venir a mi casa a requisar esas copias para luego destruirlas? Primero tendrá que romperme la madre a mí y a los millones de personas en todo el mundo que atesoramos una de las mejores cintas del siglo XX, eso si esos millones y quien esto escribe antes no le parten primero a usted la madre.

El hecho de que Amadeus será una serie "reimaginada" --palabreja woke que significa robarse la idea de alguien más para utilizarla como arma de adoctrinamiento-- explica por qué se decidió hacer una miniserie y no una película para ser exhibida en cines. Es obvio: los productores saben muy bien que el mercado no está exigiendo con alaridos una nueva versión de una película a la que no se le puede agregar ni quitar nada sin arruinarla y por tanto, el riesgo de perder dinero en taquilla era casi total.


¿Solución? Transmitir la serie en un canal de paga donde los suscriptores ya erogaron una cantidad aunque jamás vean Amadeus, practica frecuente en los paquetes que ofrecen en la TV de cable y satelital donde se cargan forzosamente al suscriptor canales que jamás sintoniza pero que de todos modos se tiene que pagar.

El rol del compositor austriaco recayó en Will Sharpe, un actor cuya madre es de origen japonés, mientras el rol de Constanza se le asignó a la actriz británica Gabrielle Crevvy y el de su madre Lucy (la mujer que se desmaya frente al emperador tras agradecerle sus "valiosos consejos") es de la actriz de origen asiático Lucy Cohu. El villanazo, el malo malote, será Paul Bettany, actor que con frecuencia la ha hecho de psicótico (El Código da Vinci) y quien, naturalmente, es un actor blanco.

No es difícil tratar de adivinar de a cómo irá la historia: los guiones que escriben los wokes son más predecibles que guión de película pornocontarte:

 

Por razones que seguramente Barton no se molestará en explicar, Wolfang Amadeus Mozart, un niño birracial, se hara famoso en una Austria del siglo XVIII donde la población asiática era prácticamente inexistente; desde niño, el futuro autor será objeto de racismo y bullying por parte del privilegio blanco pero se enfatizará en todo momento que podrá anteponerse a ese mundo que lo rechaza, no tanto por la envidia de sus colegas sino por el hecho de no ser blanco.

Olvídense de papá Leopold Mozart. Todo lo que Amadeus sabe, se lo enseñó su madre de origen asiático, una mujer empoderada; el padre es un desobligado que dejó a la familia o, si anda por ahí, es un pusilánime, un papanatas que necesitó recibir instrucciones de doña Lucy para guiarlo en cómo concebir a su hijo.

Por supuesto, Constanza será igualmente una mujer empoderada, y se insinuará en algún momento que alguna de las majestuosas composiciones fueron de su autoría aunque nunca recibió crédito (y Barton tampoco se molestará en decirnos cómo fue que Constanza aprendió a leer música). Antonio Salieri ya no contará su confesión a un sacerdote; quizá ahora será una especie de trabajadora social o, no se descarte, la misma madre de Mozart ya más viejita. Mozart y Salieri se conocerán en la corte donde el emperador será igualmente un pusilánime, y quien tomará las decisiones importantes será su consorte, de la cual no supimos nada en la película de 1984 y por ello urge que los wokes la reivindiquen. O en su defecto, el Emperador será gay

La rabia y el resentimiento de Salieri se enfocarán no tanto en que Mozart posea más talento que él, sino que alguien que no es blanco haya llegado a la Corte con intención de desplazarlo.

Forman y Schaffer dejaron en claro que la música era un personaje tan importante en la historia como lo fueron Mozart y Salieri. Sin embargo, otro personaje importante en la trama era Dios: la admiración/humildad/odio de Salieri hacia Dios es el elemento que mueve los sentimientos del compositor italiano, algo que se enfatiza en varias ocasiones: ¿por qué Dios decide dar el maravilloso don de la música a alguien que se estaba revolcando en la alfombra y que se ríe como un idiota? Para Salieri, esa risita no era de Mozart sino la de Dios, burlándose de su mediocridad.

Demos por un hecho que en esta "reimaginación", la reacción de Salieri con Dios será omitida, y si se menciona, será de rechazo y recriminación en todo momento: no veremos escenas dentro de una iglesia ni mucho menos el matrimonio de Mozart con Constanza, y cualquier relación de los prelados será para presentarlos como personajes abusivos, sobrados de sí mismos y promotores de la superchería.

(Aquí hacemos una invitación al lector: dese una vuelta a este artículo cuando se estrene la serie y verá que habremos atinado a casi todo).

En este momento en el cual lo woke va en caída libre en el mundo del entretenimiento al punto que los estudios Warner están por ser puestos en venta debido a los millones de dólares que han perdido al apostar al barril sin final que represente el wokeísmo, el que la cadena SKY traiga una nueva versión de Amadeus que nadie solicitó, suena a estupidez de marketing. Pero hoy sabemos que el wokeísmo puede ver que su casa se está incendiando y en vez de llamar a los bomberos, primero culpará del siniestro al fascismo o al patriarcado.

Por supuesto, y como ha ocurrido con otras porquerías woke, el rigorismo histórico se va directamente al carajo y no se dude que en alguna escena veremos a Mozart tocando las cuerdas de una guitarra eléctrica.

Desde hace algunos años, la ultrawoke BBC ha "reimaginado" prácticamente todos los clásicos de la literatura inglesa, desde Oliver Twist hasta las obras de Agatha Christie donde los protagonistas pasaron a ser negros, incluso cuando la trama ocurre durante el Imperio Romano. Qué contraste con la BBC de los años 70 que nos trajo miniseries y programas de altísimo nivel como aquél donde todos los personajes de la historia se sentaban a la mesa y era posible ver charlando a Napoleón al lado de Freud o Winston Churchill en un mano a mano con Carlomagno.

Esa serie, llamada Cita con la Historia, rompía el rigorismo histórico pues ninguno de los invitados coincidió en la línea del tiempo ¡Pero qué manera de hacerlo! Al final y dada la enorme calidad de sus contenidos, los espectadores salíamos ganando.

 

¿Por qué chingaos los wokes se la pasan "reimaginando" o "renterpretando" éxitos ajenos, por qué se sigue dando el robo impune de obras, libros y películas reverenciadas para sustituirlas con basura infumable? ¿Cuándo aprenderán a crear sus propias porquerías en vez de escudarse en ideas ya explotadas?

 

No se requiere ser clarividente para afirmar que este Amadeus será un/otro fracaso del que todos nos reíremos como Salieri decía que Dios se carcajeaba de su mediocridad. Solo procuremos que esas risotadas no sean tan molestas como las del gran compositor austriaco. A los wokes les emputa que nos burlemos de sus porquerías. Hagamos que se encabronen más. Y mi copia de Amadeus jamás será destruida, señor Barton, lo que a fin de cuentas sí ocurrirá con el repudiable wokeísmo que usted ha asumido como dogma.
 

 

 

Textos relacionados

Sigue la insensatez: ahora resulta que Los Pioneros eran racistas [Julio, 2018]

Después de los Dukes ¿hundirán al Crucero? [Julio, 2015]

 

 

 

 

 

 

 

Previo

¡Excelente, JK Rowling!

Decir algo que hasta hace poco era considerado obvio es hoy motivo de cancelación e intolerancia. Pero tras un  importante veredicto de la Corte británica, las aguas parecen haber amainado un poco. Con ello llegó el momento en que la autora de Harry Potter ajustara cuentas con los protagonistas de sus serie los cuales, malagradecidos, le pegaron sin misericordia. La respuesta de  JK Rowling a esa afrenta ha sido certera y filosa. Nadie quisiera tener como enemiga a esta escritora escocesa

 

 

 

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

fasenlinea@yahoo.com

oscar_maderecho@gmail.com  

 

 

0 opiniones

 

 

 

 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás