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¿Quiénes fueron los precursores del capitalismo woke? Le sorprenderá saberlo

Un vistazo a la imagen de arriba nos deja en claro que se trata más que una mera coincidencia con el wokismo actual. La tienda Apple se manejaba con criterios antimercado al punto que el negocio se cayó con total estrépito menos de un año después, víctima del saqueo y el parasitismo. Sus dueños fueron genios indiscutibles de la música, pero para los negocios eran un fiasco absoluto. Con todo, ellos fueron los primeros en manejar los criterios que hoy están destruyendo a muchas empresas otrora queridas y prestigiadas

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AGOSTO, 2024. Los dueños de esta tienda de ropa eran tan famosos que sobre ellos caía un sentimiento de culpa que debían remediar de algún modo. Se acordó que los clientes pagaran un precio "justo" por los artículos que se llevaban e incluso firmarían pagarés sin que fuera necesario tener línea de crédito. Menos de un año después la tienda estaba en quiebra, una costosa aventura que contribuyó a que los socios terminaran profundamente enemistados.

¿Se trata acaso de otro establecimiento comercial donde un grupo de wokes sometidos o bien empresarios recién egresados con ideales de justicia social se fueron a la quiebra por sus ideas tan aberrantes como inoperantes?

No precisamente: estos empresarios eran ampliamente conocidos y habían tenido un éxito impresionante en todo el mundo, además de haber cambiado para siempre el rostro de la cultura pop.

En efecto, esos empresarios eran los cuatro Beatles y la tienda en cuestión era Apple.

Según refiere Robert Miles en Hace Muchos Años, una biografía autorizada de Paul McCartney, los cuatro genios de la música acordaron abrir Apple dentro de conceptos novedosos: uno, no perseguiría el afán de lucro, segundo, sería una tienda destinada a los fans donde éstos podrían adquirir ropa y souvenirs, excepto discos y, tercero, no habría precios fijos en los precios; si alguien consideraba que un precio menor era "lo  justo", lo pagaba y se retiraba.

La tienda Apple era parte de un conglomerado donde también destacaba Apple Records, Apple publicidad y una pequeña editorial que no llegó a ningún lado. "Era un proyecto enormemente ambicioso, pero también existía un enorme entusiasmo entre todos", escribe Miles, "todos los amigos de los Beatles recibieron un puesto en Apple, el problema es que ninguno de ellos tenía experiencia en el área que se les había asignado".

La Boutique Apple abrió a sugerencia de un matrimonio holandés conocido como The Fool el cual, aun antes que abriera el establecimiento, ya se había gastado 100 mil dólares del cuarteto. Cuando finalmente abrió la tienda por la temporada navideña de 1967, "estuvo colmado de clientes desde el instante en que abrió sus puertas. La marcancía literalmente voló de los estantes. El problema residía en que la mayoría no pagaba", escribió Miles. Cuando Pete Shotton, un colaborador cercano al cuarteto, dijo a John Lennon que la estrategia ruinosa de ventas de The Fool con diseños coloridos y etiquetas más costosas que las prendas mismas, recuerda que John le respondió, "Oh, déjalos hacer lo que quieran. No somos unos comerciantes chiflados, sino artistas (..) y después de todo, carajo, si no ganamos dinero, ¿qué carajo importa?"

Todo comerciante, por más chiflado que sea, tiene sentido común, y por ello, la genialidad artística de los Beatles resultó ser totalmente incompatible con sus agallas comerciales.

"Un artista piensa como artista, esto eso, piensa que la inspiración es suficiente para mantener a flote un negocio o que sus posturas ideológicas son compartidas por la mayoría de tus clientes", reflexiona Marisol Barrios, especialista en marketing. "La tienda Apple de los Beatles fracasó del mismo modo que habría fracasado su firma disquera en sus inicios si los mismos Beatles la hubieran administrado directamente... las leyes del mercado no hacen distinciones".

Lo que agravó la situación fue que los causantes del desangre de Apple estaban plenamente identificados, ya fueran "amigos cercanos" del cuarteto, empleados o simples parásitos como los miembros de The Fool y Little Alex, quien según Miles, recibió alrededor de 10 mil libras esterlinas de entonces --unas 60 mil actuales-- para construir un moderno estudio de grabación que nunca entró en funciones.

Sin embargo nadie pidió explicaciones a "Little Alex" ni mucho menos le exigió facturas para comprobar los gastos, simplemente porque, de acuerdo a la filosofía hippie, era imperdonable anteponer un interés monetario sobre una amistad sincera, es decir, si me atrevo a cobrarte entonces me expondré como un materialista aburguesado, y no  un camarada con quien comparto mis ideales.

Exigir rendimiento de cuentas era considerado un acto propio del capitalismo más insolidario, a lo que no debemos olvidar la más grande incongruencia entre esta forma de ver las cosas y lo que representaban los Beatles en ese momento: un modelo capitalista químicamente puro, un producto admirado en todo el mundo y que casi siempre dejaba satisfecho al consumidor, además que sus repercusiones impulsaron otras áreas económicas, ya fueran la industria editorial con libros y revistas, los juguetes, los juegos de mesa, la industria de la ropa, las estaciones de radio y, por supuesto, las tiendas de discos alrededor del planeta. Millones de personas se beneficiaron con el boom de los Beatles incluido el abrir jugosos mercados en países donde hace poco la música rock y el pop cantados en inglés eran cosa desconocida. Nada podía ser considerado más capitalista que el éxito de los Beatles en la década de los sesenta.

Inevitablemente, esa mentalidad de los cuatro genios de Liverpool los hizo proclives a caer en manos de parásitos dispuestos a vivir del esfuerzo y del trabajo de los demás. En sus últimos años, el cuarteto estaba rodeado de vividores al punto que John Lennon reconoció en la famosa entrevista con Playboy que "nunca supe el número exacto de personas que trabajaban en Apple". Agrega Miles: "la contabilidad era un caos, se tomaba dinero de la caja registradora sin ningún control. Cuando por fin se llamó a los auditores, estos encontraron un monstruoso caos al interior de Apple".

Igual suerte corrieron las otras empresas del grupo que llevaban el logo de Apple, entre ellas su disquera. con una nómina inflada pese a que ahí solo había tres o cuatro grupos importantes que habían sido firmados, entre ellos James Taylor, Mary "Aquellos fueron los años, amigo mío" Hopkin y el grupo Badfinger. La editorial Apple cuya premisa era publicar material "vanguardista y progresista", fue la primera en irse a la quiebra.

La llegada de Allen Klein logró poner orden en el desastre financiero de Apple, quien lo primero que hizo fue echar a la calle al casi centenar de empleados de las tiendas Apple que no pudieron justificar sus actividades pero formaban parte de la nómina. Ciertamente la reputación sin escrúpulos de Allen Klein no era la mejor, pero su capacidad para administrar era envidiable. Para 1970, las finanzas del cuarteto, que irónicamente ya se estaba desintegrando, se habían fortalecido. Lógicamente Klein pasó una factura más que costosa y que esclavizaría al cuarteto en un sinfín de vericuetos legales.

Como se ve hoy en muchos negocios, Apple fue uno de los primeros negocios woke de la historia donde las decisiones se toman con base en las percepciones y a los sentimientos y no en la realidad económica o las exigencias del mercado. El quiebre que estamos viendo dentro del go woke go broke no es casual y el destino que tendrá esta nefasta forma de juzgar los negocios será igual, o tal vez mucho peor, al desastre pre woke que representó la tienda Apple de los Beatles.

 


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