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Las tontas del mes: la cafetería "feminista" de Melbourne

En esta cafetería australiana, por el solo delito de ser hombre tenías que pagar más por tu consumo y debías esperar más tiempo que una mujer para ser atendido. Previsiblemente, la "cafetería feminista" cerró al poco tiempo ¿Y adivinen quién tiene la culpa de este monumental fracaso?

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AGOSTO, 2024. Hace algunos meses publicamos un artículo acerca de Gabriel Simms-Fewer, nuestro tonto de aquella ocasión. Este hijo (¿a quién sorprende?) de maestros universitarios de Vancouver abrió The Anarchist, una "cafetería anticapitalista" que entre otras ocurrencias negaba la entrada a los policías, consumidores asiduos de café, estúpida decisión similar a impedir el ingreso de todo aquél que lleve puestos zapatos tenis a una tienda especializada en artículos deportivos.

Un lector nos envió una nota donde advierte que, anterior a esa idiotez, hubo otro intento que provocó el hazmerreír mundial, esta vez en Melbourne, Australia. Desde hace algunos años, esa bella ciudad ocupa el primer sitio como la ciudad más woke del país-continente. La verdad desconocíamos la existencia de ese local, llamado Handsome-Her. El nombre no es casual: handsome significa "guapo", y generalmente se utiliza para referirse a los hombres, pero las feminazis han exigido que la palabra sea eliminada dada su implicación "sexista". La palabra "pretty" (bonita) se aplica exclusivamente a las mujeres pero el feminazismo no encuentra nada de objetable en ello.

Así pues, nos pusimos a investigar al respecto, y efectivamente, Handsome-Her fue una cafetería ubicada en el área hipster de la segunda ciudad más importante de Australia. El establecimiento abrió sus puertas en el 2017 y desde el primer día impuso sus reglas, escritas en un pintarrón a la entrada:

Handsome Her es un lugar donde las mujeres tienen supremacía.

REGLA UNO: Las mujeres tienen prioridad para ocupar las sillas disponibles.

SEGUNDA REGLA: Se aplicará a los hombres un 18 por ciento adicional a su consumo para compensar la brecha salarial la cual es donada a una caridad para mujeres.


Mientras que The Anarchist prohibía el ingreso tanto a militares como a policías, Handsome Her dejaba entrar a todos los "masculinos" (otro apelativo pendejo que los wokes han echado a rodar) pero sí los obligaba a pagar un 18 por ciento más que a las mujeres. Por supuesto, el menú estaba segregado: Una taza de café tenía un costo de 4 dólares australianos si usted es mujer, y $4.23 dólares australianos si nació usted con pene en la entrepierna y se identifica como varón... aparte de la propina, claro, aunque no quedó claro si esta también incluía un 18 por ciento si usted es hombre.

Aparte de las banderitas multicolores, Handsome Her tenía un enorme mural feminista adornado al lado con una serie de cuadros de mujeres "que han hecho enormes aportaciones", entre ellas Frida Kahlo, la activista Angela Davis y, por supuesto, Michelle Obama. Hay omisiones, entre ellas la primera ministro británica Margaret Thatcher, quien rescató a un país devastado por el laborismo y le bajó los humos al corrupto general argentino Leopoldo Galtieri. De Michelle Obama aún seguimos rascándonos la cabeza buscando alguna "enorme aportación" suya. ¿Acaso aquél valiente hashtag "liberen a nuestras niñas" que no sirvió ni para maldita la cosa?

Handsome Her recibió enormes elogios por parte de la prensa progre: "Una cafefería en busca de reducir la brecha salarial" (The Guardian), "Un negocio especializado en la venta de café marca el futuro para combatir la inequidad salarial" (Le Monde), "Un ejemplo que deberíamos imitar: la cafetería feminista de Melbourne" (USA Today) y blá blá. El artículo de The Guardian daba cuenta de cómo "la clientela masculina no ha encontrado objeción en realizar el pago" y agregaba que "el resultado ha sido tan positivo que otros establecimientos del área analizan la posibilidad de aplicarlo ellos mismos".

El negocio era atendido por tres mujeres gay. Una de ellas apuntó que "el cobro adicional no es obligatorio pero los hombres lo han pagado gustosamente e incluso nos han felicitado". Es lógico: ¿quién de ellos sé negaría a hacerlo, temeroso de ser "cancelado" o denunciado como "patriarcal"?

Por ello, muchos de ellos decidieron mejor ahorrarse el gusto y por tanto acudieron a otras cafeterías, de modo que no extraña que, a poco más de un año de su apertura, Handsome Her cerró sus puertas.

Las dueñas de la cafetería anunciaron el fin del proyecto en su página de instagram donde, naturalmente, jamás aceptaron haber implantado una estrategia de negocios equivocada y en vez de ello denunciaron una "incesante campaña de desprestigio" en las redes sociales: ""Sí, somos los diques malvados, discriminatorios y que odian a los hombres, que cobran más a los hombres, ¡¿no sabías que la brecha salarial ni siquiera existe?! Mientras tanto, los clubes sociales de caballeros viven y son fuertes en Melbourne y en todo el mundo...”.

¿Y por qué será, preguntamos, que los clubes sociales de caballeros en Melbourne y el resto del mundo son fuertes?¿No será porque éstos sí satisfacen una demanda del mercado, de hombres que están cómodos conviviendo con otros hombres con los que tienen cosas en común? Y lo mismo puede decirse de esos spas a los que mayoritariamente acuden mujeres y que igualmente son fuertes en Melbourne y el resto del mundo. ¿O bien esos clubes sociales donde hombres, mujeres, y sus hijos practican deportes, conviven y comen juntos? ¿Por qué esos negocios no se ven obligados al año y medio de abrir operaciones? ¿No será, de nuevo, que hay gente que está dispuesta a pagar por pertenecer a un lugar donde se sienta cómoda y bienvenida? ¿Cuántos hombres habrán tenido deseos de regresa al Handsome Her donde se les juzga como misóginos patriarcales y responsables directos la disparidad salarial simplemente porque nacieron con pene y testículos?

Y si el día de mañana esos clubes especiales para caballeros y esos clubes sociales deciden aumentar un 18 por ciento sus mensualidades se irían al carajo, más aún si ese club para caballeros decidiera que quien no fuera suficientemente hombre tendría que pagar un 18 por ciento adicional, o bien ese spa especializado en damas donde si a un hombre se le exigiera pagar 18 por ciento más que las mujeres de pendejo que se inscribe. ¿Por qué entonces era regla del mercado iba a ser diferente con la cafetería Handsome Her?

Paradójicamente, la exclusividad para las mujeres ha existido desde hace mucho tiempo en el mundo de los negocios.

Muchos centros nocturnos manejan la modalidad ladies night donde se da preferencia a la entrada de mujeres, estrategia que inevitablemente atrae a otra clientela, la masculina, dispuesta a pagar no solo su entrar sino a gastarse un buen extra con las mujeres que se encuentran dentro y a las que desea conocer.

Algo similar ocurre con muchos gimnasios unisex donde las mujeres suelen acudir con más frecuencia que los hombres aunque éstos últimos terminan por inscribirse, atraídos por la posibilidad de conocer amigas o su pareja. Todo ello beneficia al gimnasio con más membresías. Esas son prácticas de exclusividad bien pensadas pues se enfocan en el factor humano, no en el factor ideológico.

Los establecimientos comerciales aplican reglamentos necesarios como las áreas restringidas para los clientes, el concertar cita para hablar con la gerencia, horarios de atención, esperar mientras haya mesas disponibles, etcétera, y se aplican indistintamente a toda la clientela, sea del sexo que sea. Pero si tu como comerciante un día exiges al cliente que deje de creer en Dios o le quieres cobrar más por su condición de heterosexual, invariablemente te mandarán a la chingada.

Los negocios prósperos no discriminan, complementan. Si un día Tesla exige al comprados varón que desea adquirir un auto nuevo que pague 18 por ciento más que una compradora, el negocio se irá al carajo en meses, primero porque el cliente buscará otras opciones y, segundo, la mayoría de quienes adquieren autos Tesla en el mundo son varones, y no por tanto por la "brecha salarial" sino porque los hombres suelen trabajar más horas, producen más y, por ende, gozan de mayor poder adquisitivo. O parafraseando lo que el Tío Ben dijo a su sobrino Peter Parker: "un buen sueldo entraña una mayor responsabilidad".

Los hombres suelen ganar más, es cierto, pero igualmente consumen más, pagan más impuestos y en consecuencia contribuyen más. Es verdad que suelen disponer de más efectivo pero del mismo modo suelen ser los que más dinero erogan en el IRS, el IVA, muchas veces por partida doble cuando invitan a salir a una mujer. ¿Acaso jamás enseñaron en la universidad estos principios elementales de economía a las muchachitas que abrieron esta "cafetería feminista? Aparentemente no, y la simple lógica de las leyes del mercado, su cafetería se fue al carajo en cuestión de meses.

Los wokes creen que esa basura doctrinaria que les metieron en sus universidades aplica al mundo de los negocios. Nadie les explicó que en los campus los estudiantes deben tragarse esa porquería si quieren recibir su diploma. Pero quien tiene un negocio por necesidad sabe que si se quiere atraer y conservar clientes tendrá que adecuarse a sus preferencias, gustos y exigencias, después de todo son los clientes tienen la última palabra, expresada en sus carteras.

La única obligación que tiene un cliente con un negocio es pagar por un bien de servicio. Cualquier sermoneo, regaño o acusaciones de intolerancia hacia el cliente serán rechazados porque, vaya, quien tiene dinero es el que manda y el que pone las condiciones, el que puede hacerte prosperar o el que te puede mandar a la quiebra. ¿Por qué los wokes son incapaces de entenderlo?

Lo asombroso es que las dueñas de Handsome Her se fueron a pique sin aceptar su responsabilidad en ningún momento. Ello revela su infantilismo emocional de culpar a otros de sus propias pifias... igual al borrachín que culpa del accidente al poste contra el que se estrelló.

Todo fue culpa del patriarcado, es decir, del sentido común. La verdad, Mejor ser patriarcal que estúpido...o estúpida.

 

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