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Tracy Chapman, ahora la admiramos más

Un tema grabado hace casi cuatro décadas regresó, con éxito impresionante, esta vez a las listas country, razón de más para que se acusara "apropiación cultural" y otras necedades por parte del ocioso wokeísmo. Pero la misma autora lo dejó en claro: es un honor que alguna más haya grabado su canción, más si ello le representará un merecido incremento en su cuenta bancaria. Un ejemplo de cómo callar la boca al activismo amargado que hoy ha copado a la izquierda norteamericana

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FEBRERO, 2024. Parece increíble que una de las canciones emblemáticas de los años 80 esté cerca de cumplir cuatro décadas, una canción sencilla, guitarra acústica, batería y algunos arreglos de estudio y, claro, una voz inconfundible, cálida, que narra una historia no precisamente oportunista, por cierto. (Otra composición de aquellos años, con muy poca instrumentación, de hecho ninguna, fue "Don't Worry Be Happy" donde el asunto se limita a hacer sonidos con la boca, pero de eso en otra ocasión).

El tema "Fast Cars" de Chapman representó una absoluta sorpresa en las listas de popularidad de esa época: no incluía sintetizadores, ni requintos ni su intérprete vestía spándex o llegaba a sus presentaciones en limusina. La letra también influyó en ello: es la historia de una mujer frustrada en sus ambiciones al casarse con un alcohólico y que pide a su (suponemos) amante que se la lleve lejos de ahí. Y dado que
Chapman aceptó poco después que es gay, se asumió que "Fast Car" era un himno feminista y una historia producto de la imaginación de la autora quien evidentemente nunca se había casado, o arrejuntado, con un alcohólico.

Nótese el uso del verbo "asumir" y que bien pudo haber sido suponer o concluir: esto habla de la potencia lírica de Chapman, quien logró transmitir un mensaje sin necesidad de ser panfletaria, y al mismo tiempo hacer pensar a miles de escuchas que "Fast Car" refiere irse de juerga un fin de semana para pasársela bien.

Si en lugar de eso Tracy Chapman hubiera escrito "huí de un hogar machista/dejé atrás a un misógino/para luchar juntas contra el patriarcado", la canción habría sido sepultada a los pocos días de su aparición. ¿Por qué? En los años 80, como hoy, nadie quiere escuchar basura doctrinaria pero da la bienvenida a la belleza lírica de una canción aun cuando ésta promueva determinados mensajes progresistas... pero de forma sutil.

Y durante mucho tiempo la industria del entretenimiento de Estados Unidos transmitió esos mensajes cuidadosamente imbuidos y lograba altas ventas pero ahora que se han ido a lo obvio y a lo irritante, la oferta se ha convertido en una insoportable porquería.

Desde entonces "Fast Car" pasó a ser asunto de trivias pero el año pasado el cantante country Luke Combs lanzó su propia versión al cual llegó como cohete al tope de las listas, razón suficiente para que el wokeísmo y sus aliadas feministas denunciaran aquello como "apropiación cultural" y exigieron que esa versión saliera del aire "por difundirse en un género musical sexista y exigente", señaló una tal Boanna Taylor, asumida como "feminista antipatriarcal" y, claro, "no binaria".

Como se ve, cada día que pasa, woke y estúpido se están convirtiendo en una misma palabra. Si hay un género que ha dado amplia cabida a las voces femeninas es el country, simplemente porque, como lo dijo en cierta ocasión Johnny Cash, "la voz de una mujer siempre sonará mejor, aun si esta voz te está regañando". Ya desde los "intolerantes" y "misóginos" años 50, Patsy Montana y Patsy Cline tenían exitosas
carreras, ésta última trunca trágicamente por un accidente aéreo. Luego vendrían muchas mujeres más: June Cash, esposa de Johnny, Barbara Mandrell, Loretta Lynn, Brenda Lee, Crystal Gayle, Dottie West, Emilou Harris, Bobbie Gentry, Wanda Jackson, Lynn Anderson, Tanya Tucker, Mary Chapin Carpenter y muchas más.

Es de asombrosa estupidez mezclada con ignorancia llamar "misógino" a un género como el country que dio cabida a las mujeres mucho antes que lo hicieran el rock and roll, el soul y el jazz. De hecho, un repaso a las listas actuales de country da cuenta que las mujeres siguen siendo mayoría. (Por supuesto que a la "feminista" Boanna no le angustia tanto que géneros como el hip hop se refieran a las mujeres como "agujeros", ni la enfermiza obsesión del reggaetón por los culos femeninos. Lo que hay que denunciar como "sexista" son canciones como "Fat Bottomed Girls" (Mujeres de culo grueso) de Queen, grabada hace casi medio siglo.

Por fortuna Tracy Chapman demostró ser una mujer centrada. Ante la polémica de porqué un artista blanco como Luke Combs se había "apropiado" de "Fast Car", cuando la Asociación de Músicos de Country le otrogó un reconocimiento, Chapman se excusó por no haber asistido: "Lamento no estar con ustedes esta noche, es realmente un honor para mi canción que sea reconocida de nuevo a 35 años de ser grabada. Nunca esperé encontrarme en las listas de country pero es un honor estar ahí", dijo Chapman a la revista Billboard.

Y a modo de devolver el favor, Chapman y Combs interpretaron juntos el tema durante
la entrega de los Grammys. Al final la cantante declaró: "Me alegra el éxito de Luke y le
agradezco que nuevos fans hayan descubierto y abrazado esta composición".

La actitud de Chapman denota humildad y orgullo de que su canción haya sido presentada y aceptada, como ella misma lo dijo, ante una audiencia distinta. Y lejos de constituir "apropiación cultural", el reconocimiento a Chapman le será totalmente retribuido a través de las regalías que le está proporcionando la versión grabada por Combs. Aparte de eso, este éxito garantiza que "Fast Car" no sea olvidada por las generaciones futuras. ¿Quien no desearía recibir miles de dólares extra por un trabajo realizado hace casi cuatro décadas?

Obviamente, lo que hace arder en indignación a las femiwokes es que la canción haya sido popularizada por un intérprete blanco y a las que Tracy Chapman les ha callado sus bocotas; "me agrada lo que han hecho con mi canción, así que no se metan en lo que no les importa y déjenme en paz", pareciera decir Chapman a esa sarta de amargadas (o amargades, empleando su ridículo vocabulario). Y al igual que con "Fast
Car", su bofetón a las feminazis lo propinó con estilo.

¿Qué habría pasado si el wokeísmo lograra su cometido y "Fast Car" con Luke Combs fuera prohibida para ser ejecutada en público? Chapman, a quien la progresía acusa de "víctima" solo por su color de piel, habría dejado de percibir miles de dólares y las nuevas generaciones no tendrían ni idea de su valioso aporte a la música pop. Habría ocurrido lo mismo que cuando eliminaron la imagen de la "Tía Jemina" de los envases de jarabe de maple. Además que los descendientes de la venerable dama dejaron de percibir regalías por emplear una imagen --algo parecido ocurrió con el Tío Ben, un hijo de esclavos quien popularizó la miel de maple para que los hot cakes no supieran tan secos-- por lo que decidieron darle en la madre a quienes se supone están defendiendo la "inclusión" y la intolerancia".

Bien por Tracy Chapman, ahora la admiramos más. Y por lo que toca al wokeísmo, invariable aliado de los demócratas, baste señalar lo dicho por el analista Matt Welch: "quienes impusieron las leyes segregacionistas en el sur de Estados Unidos fueron miembros del Partido Demócrata. Lo que hoy tenemos es una nueva embestida para reimponer esas leyes. No olvidemos las lecciones de la historia".

 

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