La Máxima de Thatcher: los
claudistas se van sobre el Infonavit: que paguen quienes trabajan
Hace tres décadas y
luego de duras negociaciones, se concretó una estrategia entre los
tres sectores centrales de la economía para dar independencia al
Infonavit, pero ahora, el nuevo gobierno busca incautar los ahorros
de los trabajadores y seguir así solventando su gasto para mantener
a miles de parásitos. Si lo consigue, México experimentará un
retroceso brutal en su desarrollo
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ENERO, 2025. ¿Recuerda usted a
Gabriel Quadri? Este economista, físicamente aparentado con el
profesor Memelosvki de la serie Burbujas y ex candidato
presidencial en el 2012, Quadri ha seguido políticamente activo, y
publica con frecuencia en su cuenta de X. En el 2020 Quadri advirtió
que el gobierno del entonces presidente López "tiene la intención de
confiscar los fondos de las Afores (para luego) irse sobre los
fondos del Infonavit", ante lo cual cayó sobre él una lluvia de
lindezas entre ellas los infaltables "derechista" y "fascista".
Ya sabemos lo que pasó al poco tiempo: antes de irse, el
tabajqueño logró que el Estado tuviera acceso a los fondos de
las Afores. Y, desafortunadamente, Quadri ha acertado de nuevo al
anunciarse la pretendida reforma al Infonavit a la que el ex
candidato escribió, "el gobierno estatiza la industria de la
construcción de vivienda, y lo que sigue".
En otro tuit, Quadri advirtió que "los fondos de pensiones del
bienestar se están acabando y terminarán por 'tronar' al Estado
dentro de unos años", ante lo cual se fue sobre él otra andanada de
adjetivaciones en vez de argumentos que lo refuten.
Mientras la izquierda celebra a personajes como Michelle Obama que
no hicieron absolutamente nada para cambiar positivamente su
entorno, en 1979 la entonces candidata conservadora
Margaret
Thatcher sorprendió a todos en un discurso en el
parlamento al decir que "el socialismo funciona", para luego de una
pausa agregar, "mientras no se acabe el dinero de los demás". Su
célebre declaración, también llamada "máxima Thatcher", vuelve a
aparecer, esta vez en territorio mexicano.
Uno de los principales argumentos esgrimidos por Morena para aplicar
la reforma al Infonavit fue un presunto caso de corrupción al
interior de GEO, una de las principales constructoras de vivienda de
interés social en México. Por supuesto, y como ha ocurrido
innumerables veces, cuando se dan desfalcos en el sector privado hay
que modificar la ley ventajosamente a favor del Estado, pero cuando
es el Estado el que comete esos actos de corrupción no pasa nada y,
por el contrario, se dan más atribuciones al organismos saqueado.
Un punto vigente en el Infonavit incluye, entre otras cosas, la
administración tripartida Estado-sindicatos-empresarios donde cada
sector tiene voto equitativo. Pero con la pretendida reforma el
Estado ostentaría mayoría en la toma de decisiones, del mismo modo
en que la reforma dejaría en exclusiva al Estado la construcción de
vivienda con los cual se pondría fin a los contratos con empresarios
privados. Aparte de llevar al cierre a decenas de empresas
constructoras y de echar a la calle a decenas de empleados, bien
sabemos que los constructores favoritos del régimen ganarían las
nuevas licitaciones y aplastarían a sus posibles competidores
privados.
Sin embargo, el punto más preocupante de la reforma es que el Estado
tendría acceso directo a los fondos del Infonavit para financiar la
construcción de las nuevas viviendas una vez que se haya excluido a
los constructores privados. Al menos eso es lo que dicen los
promotores de la reforma, pero sobradamente sabemos que buena parte
de esos fondos se utilizarán para financiar el monstruoso gasto
social que Morena ha creado desde que asumió la presidencia que,
incluye, entre otras cosas, la
"ayuda" a
los ninis, es decir, el recompensar la
mediocridad.
Eso sucede cada vez que, dentro de la Máxima Thatcher, al Estado se
le acaba en dinero para financiar sus aventuras socialistoides y
echa mano del ahorro interno de la sociedad. Así sucedió durante el
gobierno de Cristina Kirchner cuando se confiscaron los fondos de
retiro de millones de argentinos --así es, millones de ciudadanos de
ese país no tendrán pensión asegurada si se jubilan la siguiente
década, y si la bomba estalla el día de mañana, no se dude que
culparán a Javier Milei-- y cuando se terminan esos fondos de
acudirá al plan "de las tres I", como le llamaba el economista
Rudiger Dornsbusch: Impression-Inflation-Indebt, es decir impresión
de billetes, inflación y endeudamiento. Eso sucede cuando al Estado
se le acaba el dinero: imprime más y le pasa la resaca a la
sociedad.
Con todo, la reforma se ha topado con un opositor inesperado: los
sindicatos. Es comprensible, éstos son corresponsables de los fondos
de quienes están cotizando en el Infonavit y ese punto les ha
resultado clave a la hora de negociar tanto con empresarios como con
el Estado.
Para variar, a los únicos que tomó por sorpresa la reforma al
Infonavit han sido los empresarios. por lo visto, siguen tragándose
enteritas las mentiras de los gobiernos llamados "progresistas".
Pecaron de ingenuos cuando López Portillo los felicitó para luego
arrebatarles la Banca, y volvieron a tragarse las patrañas de López
Obrador, quien les había prometido una reforma fiscal que impulsara
a ese sector.
Si el gobierno sheimbaunista consigue su propósito, el Infonavit
será vaciado en recursos y pasará a convertirs en otro pozo de
corrupción como en su momento fue el Banrural. Lá Máxima Thatcher se
habrá cumplido de nuevo, para desgracia de México.
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