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Historias de Los Ángeles: Savannah, la ilusión hecha añicos
Deslumbrada por la urbe angelina y ansiosa de ser desposada por algún rock star de renombre, Shannon Wisley brincó al cine para adultos donde, si bien destacó, sus problemas emocionales se incrementaron aun más, llevándola a atentar contra su vida. Fue el paso paso efímero de la también llamada Savannah... otra historia de Los Ángeles
NOTA: Este artículo forma parte de seriado de historias que tuvieron un final horrendo en la soleada ciudad la cual, junto con su vecina, la admirada Hollywood, suelen también ser un polo de atracción para hechos violentos inimaginables hasta que éstos suceden en la que muchos consideran es la capital del glamour en Estados Unidos
OCTUBRE, 2024. Es el trabajo ideal, dirían
algunos, sobre todo los hedonistas: recibir dinero por tener
relaciones sexuales con chicas despampanantes, sensuales y
generalmente bellas. El único, insalvable requisito, es que todo
debe hacerse frente a varios desconocidos a los que muestras tus
miserias y, por supuesto, virtudes a quienes las tengan. Nos
referimos, por si aún se dudara, a la industria del cine XXX que en
California encontró, al igual que el Hollywood convencional los
vientos --y los inversionistas-- para que esa industria del
encuerataje pudiera florecer.
Pero la industria del cine XXX en California ya demostró que ese
concepto no es más que una quimera, en ocasiones muy peligrosa, como
se vio en 1981 con lo ocurrido con la Wonderland Gang y su relación
con el príapo actor porno John Holmes. Si en el Hollywood que todos
conocemos el glamour es una pantalla engañabobos, en el cine XXX es
una trampa que ha mostrado ser mortal en varias ocasiones.
Incluso la protagonista de este artículo lo dejó en claro cuando
escribió una carta a su padre denunciando que "se había visto
orillada" a "participar en películas que me han dejado un terrible
daño emocional" (La carta nunca fue enviada, pero evidencia que la
actriz en cuestión conocida como Savannah, estaba consciente del
pozo putrefacto en el que se había metido).
En algún momento Savannah llegó a ser considerada la versión
femenina de John Holmes, no por poseer un pene enorme sino por su
preferencia entre quienes consumen películas pornocontarte.
Ciertamente sus atributos físicos habían sido aumentados por la
gracia del silicón. Sin embargo sus facciones que le daban cierto
aire de chica ingenua, dispuesta a probar de todo, lo que sedujo
a los pornógrafos de la generación VHS.
Según un reporte publicado hace algunos años por John Velpert, un
psicólogo que investigó a fondo el mundo del cine XXX (y quien
aceptó que por años fue un adicto al porno) "poco o nada tiene de
glamoroso un mundo donde una cuarta parte de los actores padece
ansiedad crónica, 30 por ciento han roto todo contacto con sus
familias, 45 por ciento provienen de hogares disfuncionales y un 17
por ciento ha intentado o intentó atentar contra sus vidas".
Savannah cumplía (y cumplió) todos estos requisitos.
Vamos al desglose: Savannah era el "nombre artístico" de una chica
llamada Shannon Wilsey, nacida en California en 1970. La futura
estrella XXX fue abandonada por su padre por lo que fue llevada a
pasar una temporada en Texas con la familia de su madre, de origen
mexicano. Pero la chica, tremendamente ambiciosa desde que era niña,
tenía en mente otro destino por lo que huyó de vuelta a California
en cuanto tuvo oportunidad; para sobrevivir fue bailarina y, claro,
aceptaba ofertas de los clientes que querían pasar un rato con ella.
El máximo sueño de Wisley, quien adoptó el nombre Savannah luego de
ver una película con ese nombre, era conocer a la realeza del rock
californiano, ser una groupie cotizada que, quizá, entre
acostón y acostón, conocería al rock star con quien compartir su
vida.
Uno de esos rock stars era Steve Vai, quien había tocado con
la banda de David Lee Roth. La relación parecía ir bien e incluso,
según dijo Vai, comenzaba a tomar un sesgo romántico pero terminó
cuando alguien mostró a Vai la portada de una revista donde Wilsey
aparecía con un pene erecto en la boca. "Ese fue el principio del
final", dijo Vai. Irónicamente, en esa foto, la chica llevaba puesto
el vestido rojo que el guitarra le había regalado.
Con todo, la chica realizó una pausa y, desesperanzada, Wisley
regresó a Texas con sus abuelos. Sin embargo un día decidió irse,
esta vez de forma definitiva. Tiempo después su familia supo la
razón: Shannon había conocido a Gregg Allman, el tecladista de los
Allman Brothers Band. Deslumbrada por su fama --y por lo que ella
reconoció era su "fantasía" de tener relaciones con hombres mucho
mayores que ella-- Shannon vivió dos años con el legendario músico
hasta que éste la abandonó.
Más desesperada aún, Savannah se hizo amante de varios de los
músicos más cotizados del área, entre ellos Slash, Steven Pearcy, el
vocalista de Ratt, David Lee Roth, el vocalista de Motley Crue Vince
Neil y aun el comediante Pauly Shore,
cuya madre fue la fundadora del club de comediantes más importante
de Hollywood.
Con "ayuda" del legendario pornógrafo Ron Jeremy, Wisley entró en
contacto --nunca mejor dicho-- con los productores de Vivid Video,
el equivalente a los estudios Warner en el cine porno. De repente
Savannah dejó ser "el cuerpazo de un rostro" para convertirse en
"el rostro de un cuerpazo",como escribió al respecto el ex
pornógrafo Velpert. Fue allí donde Savannah filmó alrededor de 100
películas XXX.
Desafortunadamente, conforme subía Savannah en el mundillo XXX,
también lo hacía su ego. Se volvió insoportable en el set, hacía
pucheros de niña cuando se referían a ella como Shannon y exigía a
gritos que
se le llamara Savannah... menos para cobrar sus cheques, por
supuesto, donde no le molestaba usar su nombre Shannon Wisley.
"Una vez terminada la escena solía insultar a sus
coprotagonistas", recordó alguien que estuvo presente en el set, y
en otra ocasión llamó "imbécil" a uno de los actores: "¡me
lastimaste, ni siquiera sabes cómo penetrar a una mujer!'", recordó,
"era una
auténtica pesadilla", refirió.
El ambiente pesado en que se realizaban esas películas era percibido
incluso por los espectadores, según Velpert. "No era agradable ver
esas escenas, sentías la tensión, la mala vibra entre todos" (quizá
la mente de Sharon estaba en otra parte, tal vez pensando 'ahora que
le largue de aquí me iré con Slash'... se veía que lo único que
importaba a Savannah era lo que cobraría por esa escena").
El enorme ego de Savannah contrastaba con su nula capacidad de
administrar el dinero. Si recibía tres mil dólares por una escena, a
las 48 horas se encontraba de nuevo sin un centavo; llegó a enviar
dinero a su familia en Texas pero al poco tiempo dejó de hacerlo,
rentó un departamento de lujo y adquirió un auto último modelo. Para
colmo, nadie se molestó en advertir a Savannah que sus ganancias
estaban causando impuestos que ella nunca se preocupó en pagar. Muy
pronto, el fisco andaba tras ella.
Igualmente nadie recordó a la chica que las groupies, eras chicas que suelen departir y acostarse con las estrellas del rock, son producto desechable. Presumía ante todo el mundo que David Lee Roth andaba detrás de ella para formalizar una relación pero el cantante ni siquiera la saludó cuando la vio en un centro nocturno de Los Ángeles.
A fines de 1993, Savannah confesó a una amiga que
había comprado una pistola 9 mm "para protegerme de tantos
locos que pululan por aquí" y además porque un "tipo pervertido"
había entrado a su departamento y esparció su ropa interior, con
restos de semen, por todos lados, según un artículo publicado por
Rolling Stone. Savannah confesó a otra amiga "siento tanta
presión en la cabeza que quizá volándome la tapa saldrá toda esa
presión y me sentiré mejor".
Finalmente, con copas de más y tras una desastrosa noche, coronada con haber chocado su
automóvil en el jardín frontal de una casa y que resultó en la
fractura de su nariz, las frustraciones se fueron acumulando en la cabeza de la chica: ya no la buscaba ningún rock
star, los estudios habían prescindido de sus servicios --llegó a
exigir 5 mil dólares por escena, aunque las películas que
protagonizaba se vendían cada vez menos-- estaba en deuda con el
fisco y para colmo debía varios meses de renta de su lujoso
departamento.
Tras el accidente, Savannah pidió a su acompañante que sacara a
pasear a su mascota. La chica fue hacia el baño, abrió la llave de
la tina, encendió unas velas aromáticas y se dirigió al ropero, de
donde sacó el arma. A los pocos minutos Savannah se pegó un tiro en
la cabeza. Su amigo regresó y rápidamente llamó a los paramédicos,
quienes la llevaron al hospital, inconsciente. Savannah falleció
horas después, poco antes del amanecer.
Y aunque la imagen difundida de Savannah en los medios cuando se redactaron sus obituarios fue de una mujer prepotente y oportunista, lo cierto es que, coincidieron muchas compañeras de trabajo, "su comportamiento fue una respuesta ante un ambiente que encontró hostil desde el principio", dijo la pornstar Nina Hartley. "Era una chica dulce que entró a una estanque infestado de tiburones y actuó en defensa propia".
En eso coinciden quienes han realizado perfiles biográficos de su vida: cuando comenzó a ascender y a ganar buen dinero, Shannon solía prestar dinero a amigos y conocidos, pero cuando les cobraba éstos respondían que para qué si ella tenía dinero de sobra y realmente no necesitaba que le reembolsaran nada." Esto le afectó mucho, según Velpert.
Igualmente, apunta Velpert, "Shannon no cayó en cuenta que la fama en en el cine para adultos es aun más efímera que en otras áreas del entretenimiento. Las películas XXX son el escenario ideal del producto desechable. Quienes ven eses películas lo hacen para masturbarse y poco les interesa que salgas con estrellas del rock o tengas más aspiraciones en tu vida. De hecho Shannon misma confesó que le horrorizaba la obsolescencia, y eso debe ser terrible cuando aún no cumples los 25 años de vida".
Después del servicio fúnebre, los restos de Savannah fueron cremados y entregados a su familia en Texas, lejos de Los Ángeles donde Shannon Wisley vivió los mejores y los peores años de su corta vida.
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Porqué Indiana Jones y La Última Cruzada es la mejor de toda la saga
La tercera cinta del magnífico arqueólogo aventurero tiene personajes perfectamente definidos, creíbles, una química única entre protagonistas, y aun los villanos, algo que la nueva e innecesaria nueva entrega de Indiana Jones carece en lo absoluto. Analicemos porqué La Última Cruzada marcó la cúspide de creatividad de Spielebrg y Lucas
JULIO, 2023. Ya lo podemos decir: Indiana
Jones and the Dial of Destiny no solo es el peor fracaso de toda la
saga sino que se trata de una porquería mayúscula al punto que estamos
seguros que Disney llevara la encomienda suicida de dar el tiro de
gracia a esos estudios pasando la batuta del legendario arqueólogo a
Phoebe Waller Bridge, cuyo carisma es menor al de un papel de lija.
Las cosas no tenían porqué terminar así: la premisa de buscar el
Anticitera de Arquímedes para viajar en el tiempo y cambiar el
transcurso de la Segunda Guerra Mundial no suena a un argumento tan
malo. Imaginemos por un momento la película que Spielberg y Lucas, en
tiempos pre woke, habrían hecho con un guión donde Indiana Jones
tuviera una conversación con uno de los padres de la matemática.
Indiana Jones marca el fracaso de Disney donde la revista Forbes
señaló en un artículo reciente que los estudios del ratoncito woke
han perdido 9 mil millones de dólares con sus producciones fallidas,
desde Lightyear hasta La Sirenita e Indiana Jones,
película que esperaba recaudaría al menos 700 millones de dólares en
taquilla, pero al momento de escribir esto apenas y lleva alrededor de
170 millones.
Con esta catástrofe, la anterior aventura
de Indiana Jones, La Calavera de Cristal, fue
desbancada como la peor película de la saga... y parecía que
ello nunca iba a ocurrir.
¿Y cuál es la mejor película de Indiana Jones? Si realizamos
un análisis de sus personajes, sus motivaciones y el
respetuoso trazo que le dieron
Steven Spielberg y
George Lucas a cada uno de ellos --sí,
incluidos los nazis, como veremos más adelante-- Indiana
Jones y la Última Cruzada queda, sin asomo de dudas,
como una de las mejores películas no solo del arqueólogo que
dejaba embelesadas a sus alumnas, sino en toda la historia
del cine.
Uno de los mayores atractivos tanto en Star Wars como
en Indiana Jones es que se trata de héroes que están
lejos de ser perfectos. En el caso del arqueólogo esto queda
de manifiesto desde Los Cazadores del Arca Perdida
cuando Indiana insospechadamente es traicionado por su
ayudante y la película no lleva ni 10 minutos. En El
templo de la Perdición ocurre otro tanto en los primeros
diez minutos: Indiana peca de incauto y queda apenas a
milésimas de segundo de morir envenenado.
En La Última Cruzada vemos otro asomo de su
ingenuidad, esta vez como un Indiana adolescente que entrega
la Cruz de Coronado al sheriff quien a su vez se la da a
Locque, quien lo había acusado de robo.
No sería la primera pifia de Indiana, por cierto. Y es que
Spielberg y Lucas dejan en claro que, con todo lo aventurero
que es, a Indiana Jones siempre le ha fallado la intuición;
puede oler el peligro pero se ve totalmente incapaz de
percibirlo cuando hay faldas de por medio o, sencillamente,
subestima sus enemigos y opta por bajar la guardia.
Los guionistas woke no son aficionados al cine, son
activistas y por tanto son incapaces de amar y desarrollar
películas si no ven la manera de sacarle raja política. Por
ello al alterar la esencia de los personajes los convierten
en monigotes insípidos, unidimensionales, con los que el
espectador no logra ni quiere identificarse. Los malos son
juzgados de acuerdo a sus color de piel y los prejuicios,
algo que irrita a quienes vamos al cine a buscar
entretenimiento.
"A mis enemigos no cuesta trabajo pensar que soy un
desgraciado y un hijo de perra. Pero algo sí les aseguro:
les cuesta mucho aceptar que yo tengo una familia, hijos a
los que amo y que hay cosas que me conmueven y me hacen
llorar. Al igual que mis enemigos, también yo tengo
entrañas", es una frase que se le atribuye al gángster John
Gotti. Los villanos de la historia deben ser inteligentes,
sagaces y hasta carismáticos para ganarse el interés del
público. ¿Hay algún aficionado al cine de acción que no se
sobresaltó cuando Hans Grüber, el villano de Duro de
Matar, asesina a sangre fría al señor Nakatomi luego de
haber halagado su exclusivo traje, de asumirse como un
lector del Forbes y de darle una palmadita en la
espalda?
Es posible transmitir activismo político que también
entretenga siempre y cuando abandone el sermoneo y el
adoctrinamientio y, en cambio, se cuente una historia
atractiva. Por ejemplo ¿quién habría imaginado que una
comedia como Tootsie de 1979 y estelarizada por
Dustin Hoffman, es una crítica demoledora hacia los
prejuicios que sufren los transexuales? (algo que también se
da, por cierto, en la divertidísima Mrs Doubtfire,
estelarizada por Robin Williams).
En la trilogía de Indiana Jones que todos amamos, los
villanos, esencialmente los nazis, están lejos de ser
representados como unos pusilánimes racistas (de hecho, sus
prejuicios raciales nunca se abordan en la saga, e
implícitamente sabemos que ni Indiana, ni sus compañeros de
aventuras son judíos). Los únicos nazis retratados como
idiotas, o al menos como unos incompetentes, son los
miembros de la tropa, es decir, los soldados ordinarios,
situación que, podemos ver no es accidental pues igual
sucede con los stormtroopers de Star Wars.
Y Spielberg los perfiló así para dejar en claro cómo los
nazis de tropa eran unos inútiles, mal preparados, que
habían recibido burdas paletadas de ideología nazi, desechos
sociales que entraron a la milicia solo para recibir
canonjías económicas.
De hecho, y en especial La Última Cruzada, ningún
villano que enfrenta a Indiana es perfilado como un tonto o
un supremacista ario; todo lo contrario.
Veamos el caso de Donovan, el director del museo, un hombre
reputado, preparadísimo, filántropo y quien claramente sabe
más de historia que el mismo Indiana... y aun su padre, de
otro modo no lo habría patrocinado para la misión del Santo
Grial. Indiana llama "cuentos de hadas" la historia de los
Cruzados que encontraron el Santo Grial y lo tuvieron bajo
custodia pero Donovan lo refuta con argumentos impecables.
Algo similar podemos decir de la Doctora Elsa Schneider,
capaz de ponerse al tu con tu en conocimientos con Indiana.
De hecho Schneider cumple el rol de mujer empoderada porque
¿cómo es posible que los nazis, que ubicaban a la mujer como
mero elemento reproductor de la grandeza aria, hubieran
permitido que una investigadora con un nivel cultural
superior al de una mujer norteamericana promedio de los años
30 hubiera avanzado tanto en su campo?
(Sin villanos de respeto, como lo fue Locque en Cazadores
del Arca Perdida, un hombre cultísimo, refinado, experto
en arte y arqueología y miembro de una poderosa familia
francesa que había fabricado vino por varias generaciones).
Cuando Indiana cae en una trampa de la manera más ingenua
posible descubre que tanto Elsa como Donovan son dos
enemigos formidables, no tanto por ser nazis sino por su
inteligencia y su pasión por la arqueología. El oficial nazi
que los acompaña está lejos de poseer el mismo nivel
cultural; se trata más bien de un militar tan altanero como
tonto.
"Jamás pensé que te unirías a la escoria de la humanidad",
recrimina el Dr. Jones (Sean Connery) a Donovan pero éste
finge no escuchar y en cambio recrimina a Elsa que al diario
le faltan algunas páginas, precisamente el mapa que
conduciría al Santo Grial. Con ese silencio al comentario
del Dr Jones intuimos que Donovan y Elsa ya sospechaban cómo
el nazismo se estaba convirtiendo en una ideología
monstruosa pero temían decirlo; recordemos que la acción de
La Última Cruzada ocurre antes que estalle lo
que sería la Segunda Guerra Mundial.
La muestra más evidente de ello la tenemos cuando la doctora
Schneider llora al ver como una sarta de fanáticos arroja
libros a una enorme pira con autores que seguramente ella
leyó y disfrutó, entre ellos Schopenhuaer, Nietzche o Freud,
y más adelante confiesa a Indiana que ella "no cree en la
suástica" o cuando Donovan refiere que "Hitler y los nazis
pueden adueñarse del mundo si quieren", dando a entender que
se trata de una sarta de fanáticos. Insistimos, toda esta
acción ocurre antes de la Segunda Guerra Mundial cuando el
Holocausto y las monstruosidades del nazismo estaban muy
lejos de ser asunto público.
En tal sentido Lucas y Spielberg, los autores del guión, se
mantuvieron fieles a la historia real: hacia fines de los
años 30, los nazis aún ostentaban cierta credibilidad entre
la comunidad intelectual, algo que nos parece aberrante hoy.
Y ese hecho se remarca aún más cuando el mismo Hitler le
firma el diario a Indiana Jones. ¿Qué mejor muestra de cómo
un payaso, un acuarelista frustrado y un sicópata como
Adolfo Hitler haya embaucado a investigadores tan brillantes
como Donovan y la Dra Schneider?
Por supuesto, al final todos ellos pagarán con sus vidas el
haberse colocado en el lado equivocado de la historia. Y al
morir se habrá cumplido la justicia divina... la justicia
cristiana, por cierto.
¿Pero cómo fue entonces que Spielberg no haya puesto como
unos desgraciados a los nazis desde el primer minuto de la
película? Habría sonado burdo y obvio.
"Nazis... ¡odio a esos tipos!", dice Indiana a Elsa
cuando los detecta en el castillo donde se encuentra preso su padre. Y
la opinión de Indiana es la misma de Spielberg pero eso no le impide
humanizar no solo o a los héroes de la saga sino a los villanos,
creándoles de paso a estos últimos una marca de enemigos de respeto
(Ojo, no respetables) cultos y que, como la Dra. Schneider hablan inglés
sin acento alemán (ya sabemos que un nazi que medio machaca el inglés
siempre será, éste sí, un estúpido y un fanático, como efectivamente
vemos en la escena cuando Indiana rescata a su padre). Es así como el
guión de La Última Cruzada deja en claro que los nazis eran
enemigos sofisticados, perspicaces y capaces incluso de encamarse a papá
e hijo, como lo hizo la Dra Schneider. Nunca debían ser subestimados.
De ahí la escena cuando Indiana y su padre viajan en el dirigible y éste
último le dice "¡lo logramos!" y le responde: "cuando hayamos cruzado la
frontera alemana estaré más seguro de ello" y, efectivamente, a los
pocos segundos el dirigible da la vuelta y va de regreso a la base.
Compárense estos personajes de La Última Cruzada, todos ellos
bien estructurados, perfectamente trazados, con virtudes y defectos --lo
que incluye héroes y villanos-- y compáremoslos con el bodrio de Indiana
Jones que acaban de estrenar los estudios Disney. Sorprende sobremanera
la incomensurable estupidez de quienes aprobaron el rodaje, estupidez
mayor si pensaban que Indiana Jones y el Dial del Destino, con su
protagonista convertido en mero patiño de una mujer insoportable que ni
una sola vez comete un error ni acepta que se equivocó, sería
recompensada como una película financiable.
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