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Los Tontos de la Semana: la pagina editorial de The Washington Post

El otrora prestigiado matutino cuestionó el porqué en la selección de Argentina no aparece un solo jugador negro para retractarse días después. Quizá por la misma razón que hay poquísimos esquimales afrodescendientes, conclusión imposible de entender para una comunidad con tan poco cacumen como los wokes

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DICIEMBRE, 2022. Hace algunos años Carlos Alberto Montaner, coautor del Manual del Perfecto Idiota, aludía a los "matices" que el imperialismo cultural norteamericano recibe en otras latitudes dependiendo de cuál sea su línea ideológica. "Hasta hace poco la izquierda denunciaba que se buscaban imponer dogmas y adoctrinamiento  por parte de la maquinaria propagandística de Norteamérica, pero ahora hemos presenciado un extraño, curioso cambio: la imposición en América latina de la ideología progresista es aplaudida cuando al final también se trata, para todo fin, de un imperialismo cultural".

Los wokes son imperialistas consumados: quieren imponer su visión de la vida al resto del mundo, castigan con el aislamiento a todo disidente que se oponga al "discurso" y consideran seres inferiores a quienes no piensen como ellos. Y son estúpidamente soberbios, como atinadamente lo dijo el argentino Agustín Laje: "se sienten dueños de la verdad, del pasado, del presente e incluso del futuro y llegan a las conclusiones más disparatadas debido a su ignorancia histórica".

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Algo que no debemos olvidar es que la comunidad woke, que tanto presume de su diversidad e inclusión, se conforma esencialmente de población blanca de origen europeo, según lo han consignado personas como el analista Matt Walsh quien sostiene que "los profesores universitarios woke blancos representan hasta un 46 por ciento, los estudios de Hollywood son manejados por la población blanca hasta en un 80 por ciento y los dueños de los medios liberales más importantes asimismo son blancos". Diversidad en los bueyes de mi compadre, como se ve.

Pero vayamos al asunto de marras. El 8 de diciembre The Washington Post, miembro honorario de la doble moral del periodismo norteamericano, publicó un artículo editorial donde su autora, una tal Erika Denise Edwards, lamentaba "la ausencia de jugadores negros" en la selección nacional argentina que hace unos días amarró su pase a la final del Mundial efectuado en Qatar.

Edwards, cuyas credenciales incluyen impartir clase de Estudios de Historia Latinoamericana en la Universidad de Texas de El Paso (UTEP), añadió que la ausencia de jugadores negros argentinos en la Copa del Mundo "marcaba un profundo contraste con otras potencias futboleras sudamericanas como Brasil".

Prosiguió: "La idea de que Argentina es un país blanco es errónea y al mismo tiempo refleja una larga historia de querer borrar la herencia negra en la identidad de ese país."

Es asombrosamente extraño cómo hasta hace una década el soccer, como llaman el futbol en Estados Unidos, se limitaba a ser visto como un deporte que se practicaba en los campus colegiales y que durante los Mundiales su cobertura era escasa, casi como una nota de relleno. Pero ahora, gente como Edwards no solo se erigen como inapelables autoridades de ese deporte sino que hasta se atreven a dictar alineaciones "inclusivas" a los directores técnicos.

Así pues, Argentina, escuadra que comenzó este Mundial con un tropiezo pero que este 2022 alcanzó su sexta final y aspira a llevarse el título que no consiguió frente a Alemania el 2014, se ha topado con Erika Denise Edwards, quien, no lo dudemos, ya envió una nota al técnico Lionel Scaloni para advertirle que es un racista por no haber alineado a un solo negro, ni siquiera en la banca.

Queda claro que para estos catedráticos woke como Edwards, la ausencia de jugadores negros en el seleccionado argentino es consecuencia de una especie de genocidio o clara discriminación hacia todo aquel que tenga la piel oscura y posea raíces étnicas africanas.¿Por qué puros blancos de origen italiano y español en la albiceleste? ¿Dónde quedó la cuota de género?

Quizá, responderíamos a Denise Edwards, nuestra tonta de la semana --y con ella a ese pasquín tentáculo de los demócratas que se hace llamar periódico serio-- porque en la albiceleste fueron convocados los mejores futbolistas del país, entre ellos alguien de raigambre italiana considerado un fenómeno de nombre Lionel Messi.

Y tal vez, agregaríamos, porque según el Censo de Población Argentina y que está disponible en línea, los negros afrodescendientes en ese país sudamericano constituyen apenas 149,493 personas, esto en un país cuya población es de 45.8 millones, según ese censo, realizado en el 2021.

O quizá, le diríamos a esta "experta" en estudios latinoamericanos, que comparar a Argentina con Brasil es tan absurdo como querer equiparar a México con Nueva Zelanda. Por principio de cuentas, si en el país de la samba hay más población de origen africano es porque ahí se registró un activo tráfico de esclavos realizado por Portugal mientras esta práctica fue prohibida por España durante la época colonial.

Dicho de otro modo, en Brasil hay más negros porque en Argentina porque la esclavitud se mantuvo vigente por mucho más tiempo que en su vecino sureño.

A diferencia de otros países latinoamericanos, Argentina recibió un porcentaje superior de inmigrantes europeos aproximadamente de 1880 a 1920, la mayoría de ellos procedentes de España e Italia, lo que explica el tono italiano con el que se expresan los ciudadanos de ese país. En términos porcentuales, señora Erika Denise Edwards, la oleada de inmigrantes en Argentina fue mayor incluso a la que Estados Unidos recibió en el mismo periodo. En tal sentido y si de acuerdo a ese Censo la población de origen africano en Argentina no alcanza ni el uno por ciento, es obvio que se trate de un país mayoritariamente blanco. Pero como sabemos, los wokes son tan enemigos de lo obvio como del sentido común.

El proceso de mestizaje en América latina es tan profundamente complejo como para querer encerrarlo con fórmulas simplistas de identidad y cuotas raciales. si la población de origen afroamericano en ese país boreal ya era minoritaria desde el principio, era inevitable que una buena parte sería asimilada por el resto a través de matrimonios birraciales los cuales, a diferencia de Estados Unidos, nunca fueron prohibidos.

De hecho, agrega el Censo, la población que se considera afro descendiente procede de migraciones más recientes; el resto de esos ciudadanos de origen africano se considera simplemente argentino y le importa muy poco tener antepasados negros, griegos o provenientes de Timbuctú, algo que va acorde con la misma Constitución de la República Argentina que establece claramente que todos sus ciudadanos son iguales ante la ley independientemente de su origen étnico.

Y una más para nuestra "experta en historia latinoamericana" Erika Denise Edwards: La "racista" selección argentina ya tenía en sus filas a un jugador negro llamado Alejandro de los Santos Godoy en 1922, quien militó en los equipos San Lorenzo y Huracán, además de haber sido mundialista y campeón en la segunda Copa América realizada en 1925. Más aún, diríamos a nuestra "experta" que imparte cátedra en la UTEP y quien tanto anhela colocar capuchas del Ku Klux Klan a los seleccionados argentinos, pasados y presentes: Eder Alvarez Balanta es un jugador afroamericano nacido en Colombia y ex delantero del River Plate; los hinchas argentinos lo adoraban al punto que realizaron una campaña para nacionalizarlo con miras al Mundial 2014, aquél que los gauchos perdieron en la final contra Alemania. Vaya racistas.

Es curioso cómo esta gente no ha exigido, por ejemplo, que las selecciones de Japón y China sean más "incluyentes" ni que hubieran denunciado a Putin porque la selección rusa no presentara un plantel "inclusivo" en el Mundial del 2018 cuando sabemos que la extensísima Madre Rusia también acoge a millones de personas de origen árabe, kurdo, asiático, hindú y, por supuesto, negros, aun si éstos conforman apenas el 1 por ciento, el equivalente a la "racista" Argentina.

No se puede ser "inclusivo" ni exigir "representatividad" a un país si esa minoría no llega al uno por ciento, asunto tan estúpido y  ridículo como exigir a Egipto que dé cabida en su selección a jugadores de origen esquimal.

Días después The Washington Post se retractó de la tontería proferida por Erika Denise Edwards al comprobarse que, efectivamente, los negros en Argentina son literalmente una minoría. Sin embargo y en una entrevista posterior, Edwards refirió que "he tenido oportunidad de visitar Argentina, lo que me permitió tener una visión clara de lo que ocurre allá", algo que no se duda, como tampoco se duda que durante esa estancia, Edwards se haya reunido con sus correligionarios ideológicos argentinos quienes reforzaron la visión distorsionada que ella ya traía en su cabecita antes de pisar suelo gaucho y ni siquiera se le ocurrió asomarse a otra visión que no coincidiera con sus dogmas woke. ¿O acaso alguien puede afirmar que Edwards se reunió con el conferencista libertario y aspirante político Javier Milei, por ejemplo?

Janice Edwards queda, pues, como la Tonta del último mes de este feneciente 20022, reconocimiento que le es extensivo al periódico que publicó sus disparates en torno al seleccionado argentino y al pueblo argentino en general.

Ahora si que, argentinamente expresado, Janice Edwards es la pelotuda de este diciembre 2022. Vaya boluda
.

 

 

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