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CINE

Indiana Jones y la mentada final

En la que se supone será la última vez que veremos al arqueólogo aventurero en la pantalla, tenemos una despedida tristísima y lamentable, una historia tediosa, con cero química entre sus protagonistas, embadurnada de porquería woke por todos lados. Mejor ahórrese el viaje al cine y repase de nuevo las primeras tres películas de la saga donde comprobará que, al menos en propuestas hollywoodenses, el tiempo pasado fue infinitamente superior

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Indiana Jones and the Dial of Destiny
Harrison Ford, Phoebe Waller-Bridge, Madds Mikkelsen, Antonio Banderas
Dirigida por James Mangold
LucasFilm/2023

JULIO, 2023. El recibimiento que tuvo el estreno de Dial of Destiny en Cannes fue de silencio, condición peor que el abucheo en ese festival, que, no lo olvidemos, desde hace rato pasó a ser una covacha ultraizquierdista. Y si en ese sitio donde las películas "con mensaje" son recibidas con furiosos aplausos y no faltan quienes se hacen pipí de la pura emoción ¿qué reacción esperaba Disney/LucasFilm ante los espectadores amantes del cine y, más aún, los fans de la saga del admirado profesor de arqueología?

Esta es una película que nadie esperaba ni se quemaba las castañas por verla, mucho menos luego de la infausta Indiana Jones and the Crystal Skull (1979) donde nuestro héroe ya lucía decrépito y ahora sí, perteneciente a un museo, como le dijo su enemigo Locque cuando ambos luchan por la Cruz de Coronado en The Last Crusade. De hecho y como habíamos comentado en otro texto, cuando al final de esa película vimos a Indiana, a su padre y a Sallah montando a caballo en la  distancia al modo de Los Siete Magníficos --tres en este caso, o cuatro, si agregamos al buen Marcus Brody-- se cerraba la saga de una manera magistral.

¿Qué necesidad había para extenderla? Bueno, en la cuarta película, exprimir más dólares a los fans de la serie y en ésta, la más reciente, para promover porquería woke. Sin embargo esta cinta resulta tan mala que The Krystal Skull queda, en comparación, como una historia genial, entretenida... a ese punto.

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Los guionistas de The Dial of Destiny lo dejan en claro casi desde el principio: Indiana Jones es un vejestorio, un estorbo al que debemos de enterrar para dar lugar a las heroínas empoderadas, enemigas del capitalismo salvaje y promotoras acérrimas de la igualdad, decididas a combatir el patriarcado y el privilegio blanco. ¿Y con ese objetivo, el insultar la inteligencia de los fans, es decir, los que hicieron exitosa a la saga, espera Disney-LucasFilm obtener ganancias con esta bazofia?

Antes de eso adentrémonos en la historia. Con un exagerado agregado de efectos CGI, vemos a Indiana Jones rejuvenecido en tiempos de la segunda guerra. Y aunque Indiana se ve mucho más joven, paradójicamente sus movimientos son los de un octogenario, un lastimoso contraste con ese Indiana aventurero, hiperactivo y romanticón. Indiana logra hacerse del Anticitera, un aparato inventado por Arquímedes que permite viajar en el tiempo pero esta vez Indiana no escapa de (por enésima ocasión) los nazis al mando de un tal Jürgen Voller --Madds Mikkelsen, el villano en Casino Royale-- por su astucia sino debido a una explosión exmachina, es decir, mucho más que conveniente para el guión.

Pasan los años y llegamos a 1969. Indiana se ha divorciado de Marian y su hijo, aparentemente, ha muerto. Nuestro héroe hoy es un viejo que vive en un departamento desvencijado y con unos vecinos que tocan música hippie a todo volumen. Su único solaz es seguir con sus clases de arqueología donde, a diferencia del pasado cuando sus alumnos lo veían embelesados --sobre todo ellas, que hasta lo acusaban sexualmente con mensajitos escritos en los párpados-- ahora apenas y le hacen caso, con excepción de Helena (Waller-Bridge) quien más tarde le confiesa que es hija de un tipo que nunca antes se había mencionado en la saga. Súbitamente y de la nada descubrimos que Indiana Jones tiene una ahijada.

Por supuesto que Helena es una mujer "empoderada" y por ello se siente con derecho a robar a Indiana el Anticitera para viajar en el tiempo a la primera oportunidad. Pero no solo Helena anda detrás del aparatejo: Voller ahora vive en Estados Unidos y contribuyó decisivamente en el acontecimiento del año, la llegada del hombre a la luna (cualquier coincidencia con Werner Von Braun es a propósito) pero su corazoncito sigue latiendo por la causa nazi de modo que también quiere hacerse del Anticitera para viajar al pasado y cambiar el curso de la segunda guerra. Pero hay un problemita: al artefacto le falta una pieza y ésta, aparentemente, se encuentra en la tumba del científico griego.

Los primeros 20 minutos hacen honor a las aventuras del doctor Jones, pero en cuanto aparece Helena la cinta se descarrila y pierde todo su ritmo, como todos los personajes metidos con calzador woke, bien se le pudo haber eliminado y nadie habría notado su ausencia; más aún, la premisa de The Dial of  Destiny no es tan mala --con excepción de la estúpida frase de Helena "yo te robé, tu me robaste, todos robamos... es el capitalismo"-- y pudo haber funcionado con un Indiana Jones más joven y en plenas facultades, en especial porque el villano es mucho más joven que él.

Y si hablamos de clichés, esta película los ofrece por montones, la mayoría de ellos clichés refriteados de la saga James Bond: persecuciones en el techo de un tren en movimiento (Octopussy y Skyfall), saltar de un avión a punto de estrellarse (Goldfinger, For Your Eyes Only, otra vez Octopussy), persecución en tuk tuks, esos vehículos que parecen pulmonías mazatlecas en una calle al tope de gente (¡Octopussy de nuevo!), los buenazos que descubren cómo los villanos han tomado control del barco una vez que salen a la superficie luego de estar buceando (For Your Eyes Only, Tomorrow Never Dies), anaqueles que caen como filas de dados dentro de un edificio abandonado (GoldenEye), un balazo en el vientre del que se sobrevive milagrosamente (Indiana Jones y la Última Cruzada), persecución dentro de un subterráneo (Skyfall) y otra persecución a mitad de un festejo público (Thunderball, Spectre, Quantum of Solace)...

¿Le seguimos? Bueno, un cliché más: antes de ser el malote de la historia, el villano era alguien reputado, inteligente, admirado, conocedor del buen vino y la buena mesa pero en el fondo es un tipo que quiere destruir  a la humanidad (el 99 por ciento de los villanos de James Bond, y el de esta mediocridad fílmica).

Y aquí vamos a soltar un spoiler, necesario por lo demás: Indiana y Elena logran viajar al pasado y conocen a Arquímedes quien ¡¡¡sorpresa!!! es blanco y no es un tonto redneck simpatizante de Donald Trump. Pero, de nuevo, aquí salta otra torpeza del argumento: si se suponía que el sitio de la tumba de Arquímedes era un misterio y conocer su ubicación había desatado una pelea a tiros con Jorgen y sus secuaces ¿cómo es posible que al llegar ahí, Indiana descubra que tiene que esperar porque el sitio se encuentra atiborrado de turistas a las puertas de la tumba?

Los indicativos tempraneros señalan que Indiana Jones and the Dial of Destiny será un fracaso taquillero, otro más, para los estudios Disney y, se rumora con fuerza, esto orillará a la salida final de la nefasta Kathleen Kennedy (se rumora incluso que Apple está preparando una jugosa oferta para adquirir los estudios del ratoncito woke).

Este fue el insulto final para los fans de la saga al punto que el 90 por ellos se abstendrán de ver este mugrero. Nikkelsen, asimismo, ya nos demostró ser un gran actor, pero poco puede hacer con un guión débil, espantado por ofender a los espectadores woke.

Es agradable ver de vuelta a Sallah (Rhye-Davies) y --otro spoiler-- a Marian, esto casi al final de la película (también Antonio Banderas aparece por ahí), pero este intento equivale a  querer evitar que un barco se hunda tapando los agujeros con cinta adhesiva.

A las tres horas de haber visto Indiana Jones and the Dial of Destiny se habrá disuelto de nuestras mentes; de hecho, el sabor de las palomitas de maíz habrá durado más tiempo en nuestros paladares.

 

 

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