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CINE

Será Amor sin Barreras la tumba artística de Steven Speilberg?

En primer lugar, una nueva versión de un clásico que nadie pidió y, en segundo, el giro woke de uno de los mejores cineastas de la historia. Esta combinación ha traído como consecuencia uno de los fracasos más grandes en la carrera de Steven Spielberg, una suerte que quizá selle su futuro como director pese al inevitable espaldarazo que le darán la Academia y otras vainas enpeñadas en promover una agenda política

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DICIEMBRE, 2021. ¿Cómo se mata la creatividad de un genio? Si de ello no se encargan la edad o el tiempo, la repuesta la encontramos cuando ese genio se casa con un dogma o con un rígido planteamiento político. Recordemos lo que le ocurrió a Sergei Einsenstein, uno de los mejores cineastas del siglo XX y quien se hundió inmisericordemente en la mediocridad cuando se agachó ante las imposiciones del bigotón Stalin. Algo similar le sucedió al cubano Alejo Carpentier, cultivador de una prosa riquísima e innovadora pero cuya calidad se fue cuesta abajo en cuanto abrazó la revolución castrista y se convirtió en lacayo  de la dictadura. Los ejemplos formarían una larga lista.

Mencionar que Steven Spielberg es uno de los directores más importantes en la historia del cine ya suena a lugar común. Después de todo hablamos de alguien que nos ha traído joyas que no serán afectadas por el tiempo, entre ellas Tiburón, Encuentros Cercanos, 1941, Indiana Jones, ET y Gremlins, sin olvidar su etapa "seria" que terminaría por darle su ansiado Óscar luego que parecía que la Academia no ocultaba el desprecio por su trabajo.

Spielberg tiene sus fallas recurrentes, entre ellas en ocasiones ser sentimentaloide y que sabe cuándo detenerse. Pero sabe su oficio, y es, indudablemente, un auténtico genio que entiende a la perfección el lenguaje del cine.

Sin embargo, con su nueva versión de West Side Story (llamada en el mercado en español Amor sin Barreras), Spielberg ha abrazado, más que gustoso, la causa woke y, como su colega Eisenstein, se ha convertido en un director mediocre, convencional, al anteponer lineamientos políticos a lo que debería ser una historia bien contada, como lo fue la película original, rodada en 1961 y dirigida por Robert Wise, el mismo que estuvo detrás de La Novicia Rebelde.

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Por principio de cuentas, este remake, modalidad que Spielberg había tratado de evitar en el pasado, no interesó gran cosa al público al punto en su primer fin de semana recaudó 15 millones de dólares, cantidad ridícula para una superproducción que se estima costó alrededor de 100 millones de dólares de los cuales seguramente Spielberg se llevó una cuarta parte. ¿Pero cómo es posible, si las cintas de este extraordinario cineasta suelen abrir con taquillazos mínimos a los 30 millones de dólares?

Inevitablemente ya surgieron las excusas idiotas: la gente aún teme al Covid y evitó ir a las salas de cine (falso: ¿entonces por qué cintas como Ghostbusters Afterlife, estrenada cuando ya cundía el ómicron, el nuevo coco del Covid, lleva recaudados 113 millones de dólares?); la gente decidió guardar su dinero para ver la nueva Spiderman, estrenada a la siguiente semana de West Side Story (falso: el público aficionado a los musicales se encuentra en las antípodas de los fans de las cintas de superhéroes); su estreno antes de Navidad le quitó fuerza (falso: ¿es que acaso los estudios Disney no cuentan con expertos en estadísticas de marketing para prever esos inconvenientes?); la gente está esperando la época navideña para ir a verla al cine (Falso: si West Side Story tuvo un arranque flojo es difícil que pueda recuperar la inversión en esas fechas, máxime porque su tema no es navideño).

Qué diablos fue lo que pasó, entonces? ¿Cómo es posible que el mismo cineasta que nos deleitó con Indiana Jones y nos estrujó el corazón con La Lista de Schindler haya tenido un fracaso escandaloso con el primer musical que le ha tocado dirigir? Desglosemos el asunto con  argumentos más sólidos y creíbles:

* La  historia de West Side Story es conocidísima y está basada en una historia más conocidísima aún: a las pocas semanas de su estreno en 1961, cientos de planteles escolares de Estados Unidos y Canadá prepararon sus puestas en escena de West Side Story, situación que ha seguido hasta hoy, precisamente porque desde entonces --algo que Spielberg ha de creer es asunto nuevo-- se le consideraba una historia ideal para un país que poco a poco iba adquiriendo un matiz multicultural. Y como se sabe, la película está claramente inspirada en Romeo y Julieta, cuyo final es más conocido en el mundo que el destino que tuvieron los Beatles. La falta de originalidad, sobre todo viniendo de Spielberg, no es un asunto precisamente atractivo para la taquilla.

* Los subtítulos son indispensables para entender una historia. Una de la puntadas más idiotas de Spielberg, alguien que comenzó a  filmar peliculitas cuando aún era adolescente es descubrir de súbito que los subtítulos son "racistas" por lo que decidió omitirlos durante los diálogos en español de los protagonistas: "Los subtítulos son una forma de superponer la hegemonía del inglés", argumentó en una entrevista, es decir, según él  se trata de una forma de imperialismo cultural. Por supuesto que esta declaración por parte de alguien que trabaja en Hollywood, lugar que lleva casi un siglo imponiendo sus condiciones, reglamentos extraterritoriales y lineamientos cinematográficos y culturales al resto del mundo es muestra clara que esta gente vive en una dimensión análoga que nada tiene qué ver con nuestro entorno.

Imaginemos por un momento que en México se exhibiera una película hablada en inglés y no incluyera subtítulos en español. Difícilmente sería un éxito taquillero, por el contrario: ¿quien va a ver una película donde la mayoría de la gente no entiende los diálogos? Algo que nadie le ha recordado a Spielberg es que entre la población latina sentada en Estados Unidos, hacia la segunda generación, el inglés se va imponiendo en los hijos y en las siguientes el español se va a haciendo más básico o lleno de términos en spanglish. De hecho, asumir que la comunidad hispana en general asentada en Estados Unidos se niega a aprender inglés es un estereotipo racial muy propio de las élites de Hollywood y a la que Spielberg pertenece.

Y es curioso: ¿cómo fue que Spielberg no detectara este supuesto racismo de los subtítulos en inglés cuando los utilizó cada vez que los actores hablaban en japonés en la cinta 1941, que él dirigió? Por otro lado, ¿qué va a pasar cuando la cinta sea doblada a otros idiomas? ¿Igualmente serán excluidos los subtítulos cuando West Side Story cinta sea exhibida en alemán, en francés, en griego o en chino, cuando los actores hablen español?

En su magnífica película The Terminal, protagonizada por Tom Hanks, éste personifica a un turista que llega a Nueva York pero al no saber nada de inglés su situación migratoria se complica y se ve obligado a estar varado en el aeropuerto. ¿No es ésta caso una actitud racista,  utilizando los mismos, ridículos parámetros de Spielberg para negarse a poner subtítulos a los actores que hablan español?

* Y aunque la historia nada tiene de original, tenga el lector por seguro que le lloverán nominaciones a West Side Story por parte de los Globos de Oro, los Óscares y la mayoría de los festivales de cine, a cual más desprestigiados. Porque de lo que se trata es de promover una agenda en la cual West Side Story es el mero pretexto y para ocultar este vergonzoso fracaso de un cineasta excepcional.

Pero el público, el que paga el boleto,  será el que finalmente decida. Spielberg puede traicionar su legado y desdecirse de posturas que antes defendió, pero es ese mismo público que lo colocó en la cúspide el que puede enviarlo al ostracismo artístico. Y de nada valdrán los premios que le otorguen a esta cinta, incluso el Óscar a Mejor Película. Si usted no recuerda cuál cinta recibió el mismo reconocimiento este año, ya no digamos en el 2020, nada evitará que ese olvido también alcance en su momento a West Side Story.

 

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