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¿Pero qué tantos méritos le encuentran muchos mexicanos a Kamala Harris?
Su incompetencia es monumental, al punto que se niega dar ruedas de prensa y cuando la entrevistan es solo con periodistas que solo preguntan tonterías sin cuestionarla en ningún momento. Sin embargo millones de mexicanos creen que Kamala Harris "es mejor" que Trump. ¿Será por ignorancia, por odio visceral al copetudo millonario, o por un anhelo secreto de que le vaya mal a Estados Unidos? Esto último, se ve muy probable
SEPTIEMBRE, 2024. Un buen amigo
a quien llamaré Pablo me invitó a cenar el pasado fin de semana
junto con otros amigos para celebrar el cumpleaños de su esposa
Mirna. Hace ya un tiempo que no nos veíamos, además que Pablo suele
ser de esas personas que maneja una charla interesante.
Tras platicar anécdotas del centro de trabajo donde nos conocimos, una secuencia de memorias seguida de esparcidas carcajadas entre todos, surgió
el
inevitable tema de la política. Primero hablamos de las recientes
elecciones mexicanas donde, con una sola excepción, coincidimos en
que el futuro del país se antoja como una virtual muerte de la
democracia tras la aprobación de la reforma judicial. Igualmente
coincidimos en que el totalitarismo en México había crecido con
López Obrador en igual o mayor término que durante los gobiernos
príistas.
Pero luego llegó a la mesa el tema Kamala Harris y ¡voilá! la
sola excepción pasé a ser yo.
"Kamala Harris es mejor que Trump", respondió Pablo, rotundamente
convencido de una verdad irrefutable. "¿No viste la zarandeada
(paliza) que le metió a Trump en el debate?"
"¿Cuál zarandeada?", dije. "Kamala no respondió absolutamente nada y los
supuestos moderadores no verificaron una sola cosa de lo
que dijo. ¡Le echó la culpa a Trump de la pandemia y los moderadores
se quedaron callados ante esa mentira! El Covid surgió en China, eso
lo sabemos todos. ¡En el debate fueron tres contra
uno!"
"Los moderadores estaban haciendo su trabajo", intervino
Mirna.
"Si estuvieran haciendo su trabajo no habrían permitido que Kamala
dijera tantas mentiras al tiempo que a Trump lo refutaban
en cada cosa que decía", respondí.
En cada tema, Pablo, Mirna y sus amigos encontraban una excusa para
ocultar la incompetencia de Kamala Harris, invisible solo para
quienes no quieren ver:
"Biden ordenó a Kamala Harris visitar la frontera sur para crear una estructura que permitiera recuperar una
frontera que se
había salido de control; estuvo una hora en El Paso, medio día en
México, una mañana en Guatemala y luego se desentendió del
asunto. ¡Mandó al carajo a su jefe!", argumenté.
"Biden le encargó entregar un
reporte de lo que pasaba en la frontera y se lo entregó a Migración,
ahí terminó su misión", respondió Pablo, algo totalmente falso, e
innecesario además, pues cada día el Departamento de Inmigración
debe reportar a a Washington un informe detallado de sus actividades
en la frontera sur. ¿Para qué necesitaban a Harris?
Biden la encargó ser "zarina de la frontera", una encomienda a la cual Harris debió haber dedicado los cuatro años de ese gobierno. Todo vicepresidente recibe una misión que implica tratar con gobiernos extranjeros a modo de "agarrar colmillo" si llegara el momento de asumir la presidencia. De hecho eso fue lo que hizo Biden en Ucrania, responsabilidad que le encargó el entonces presidente Barack Obama.
"La mujer hizo el coraje de su vida porque Biden la puso a trabajar y como niña malcriada se rehusó a ir de nuevo a la frontera", comenté.
"Quién te dijo eso?", preguntó retadoramente un tipo bogotón sentado frente a mí.
"Lo publicó la prensa libre que todavía queda en Estados Unidos. Pero no me creas a mí... ¿has visto de nuevo a Kamala en la frontera de México con Estados Unidos?" Quizá el tipo mantuvo su bigote, pero lo dejé sin argumentos. Se calló y optó por no intervenir más en la conversación.
"¿Cuál es el plan de gobierno de
Kamala Harris? Explíquenmelo", fue otra de mis preguntas.
"No lo conozco a profundidad pero te puedo asegurar que es mejor que
el de Trump", respondió otra invitada. Pero con perdón de la mujer,
el argumento brilla por su estulticia. ¿Compraría ella una casa
solo por su linda fachada sin preocuparse porque se encuentre en un
asentamiento legal, la tubería funcione y los materiales de
construcción sean de buena calidad? ¿Cómo decir que algo es mejor si
no se sabe en qué consiste?
La discusión estaba subiendo de tono hasta que alguien sugirió "ya
chole, vamos a hablar de otra cosa" y nos pusimos a contar
chistes... bueno, ya los habíamos estado contando en torno a
Kamala Harris, la diferencia es que los demás invitados se los
estaban tomando muy en serio.
Naturalmente, esta idea de que "Kamala Harris es mejor que Trump"
permea buena parte de la población mexicana que sigue las noticias,
algo que no debe de extrañar: prácticamente todos los analistas,
comentaristas y cadenas de radio y televisión están a favor de una
señora cuya incompetencia, valga la perogrullada, podría competir en
unos olímpicos.
Fernanda Familiar, comentarista
radiofónica cuya visión del mundo parece ser de un profundo
pesimismo, se ilumina cada vez que menciona a Kamala Harris a quien
ensalza como "feminista" pese a que la mujer no ha hecho
absolutamente nada en favor del feminismo genuino, ese que promueve
la igualdad de oportunidades pero no ve a los hombres como enemigos o
como machos capitalistas. En uno de sus segmentos, Familiar dijo
que Kamala "era mejor que Trump porque promueve la armonía racial"
(?) ¿En serio? ¿Promovió Kamala la "armonía racial" cuando la
cantante Janet Jackson fue brutalmente "cancelada" solo porque se
atrevió a dudar que la candidata demócrata es afroamericana? Esta
"cancelación" se dio contra una mujer de origen claramente
afroamericano, ¿Pues no habíamos quedado que la población negra era
incapaz de expresar posturas racistas?
De "gran líder" no han bajado a Kamala Harris, analistas y
columnistas como Sergio Sarmiento, Cyro Gómez Leyva, Eduardo Ruiz
Healy y hasta del
área deportiva como David Faitelson (ya ni mencionamos a los demás
periodistas latinoamericanos como Andrés Oppenheimer, quien destacó
la "capacidad de liderazgo" de una mujer que, agregó, "entiende como
nadie las necesidades de la población hispana en Estados Unidos".
¿Desde cuándo, dónde están las pruebas?
Paradójicamente, entre los mexicanos que mejor se han expresado de Donald Trump está el (todavía) el presidente Andrés López. "Cuando lo visité me trató con respeto, con caballerosidad, él tiene sus propias ideas políticas y yo tengo las mías pero Trump es alguien que te escucha y con quien se puede conversar. Pese a nuestras diferencias, respeto al presidente Trump". Y en otra ironía, políticos mexicanos cuyas ideas se acercan más al ideario trumpista como Vicente Fox y Felipe Calderón, aborrecen profundamente al también magnate neoyorquino.
Detestar a Trump por su
pedantería, su escaso carisma y su supuesto racismo es juzgarlo como
persona, no como político. ¿Pero por qué acudir a esa excusas para
alabar a Kamala Harris, incluso rezando para que gane las elecciones
el próximo noviembre?
Por cierto, hagamos una escala en el "racismo" de Trump, el cual
parece basarse en una declaración que el entonces candidato hizo en
el 2015. En esa ocasión y a pregunta de un reportero en torno a la
construcción del muro, Trump aseveró "porque no queremos que México
nos mande a sus narcotraficantes, sus asesinos, sus violadores. No
nos oponemos a la inmigración pero quien queda venir aquí, que lo
haga
de forma legal". Pero un "documental" del "periodista" Jorge Ramos
de Univisión y luego transmitido por Televisa --esto antes que ambas
empresas se fusionaran-- alteró ese discurso de modo que Trump
parece decir que todos los mexicanos eran violadores,
narcotraficantes y asesinos.
En otra ocasión Trump dijo que había
despedido a un "mexicano flojo" tras lo cual las cadenas de
televisión se le echaron encima acusándolo de "racista" por insinuar
que los mexicanos son flojos. ¿Pero cuántos mexicanos flojos, que
los hay, así como en Estados Unidos hay mexicanos que diariamente se
rompen el lomo y contribuyen a la economía de ese país, son
despedidos cada día y nadie acusa racismo?
Pareciera que Estados Unidos ya no tiene el derecho a proteger su
frontera de gente nociva. ¿Por qué esos que tachan de
"racista" a Trump no exigen que se abra la frontera de México a
Centroamérica para que de allá nos envíen a sus extorsionadores,
sus violadores y sus asesinos? De hecho, el 99 por ciento de los
mexicanos se opondrían rotundamente a ello. ¡pero si eso mismo exige Trump,
entonces es un "racista"!
Pablo, mi amigo de la cena, es contador, pero aparentemente olvida toda
la lógica de su profesión cuando ataca a Trump. Fue
éste quien usó sus atribuciones para bajar el Impuesto Sobre
la Renta del 39 al 21 por ciento, con lo cual el salario de millones norteamericanos se incrementó pues percibían esa
parte de sus salarios que el Estado les había estado reteniendo,
dinero que no eran "limosnas", como estúpidamente dijo la líder de
la Cámara Nancy Pelosi, sino que era producto del trabajo de esos
empleados y obreros y que el Estado norteamericano les había
confiscado.
Sin duda mi amigo Pablo saltaría de gusto si en México un
presidente bajara el IRS hasta un 21 por ciento, pero dado que lo
hizo Trump, lo único que merece es una mentada de madre por el solo
hecho de existir.
Otro caso es el del columnista Sarmiento, cuya perspectiva es de centro, ligeramente inclinada a la derecha. Sarmiento es un fuerte opositor a los controles de precios a los cuales ha llegado a llamar "el remedio que no remedia nada". Sin embargo, revisamos sus últimas 22 columnas y en ninguna critica, ya no digamos menciona, la propuesta de Kamala de aplicar controles de precios en Estados Unidos. Trump ha hecho más por la libertad económica que lo que Kamala podría hacer como presidente, pero Sarmiento se niega a reconocer todo mérito al magnate.
Buena parte del repudio a Trump entre miles de mexicanos se da, por supuesto, a esas notas tergiversadas de la prensa, aunado al hecho de que las notas informativas que refieren lo que realmente está sucediendo en Estados Unidos se publican en inglés, por lo que es muy fácil manipular a la opinión pública. Sin embargo, analistas y ensayistas que conocen bien el inglés, como Enrique Krauze y el mismo Sarmiento, siguen difundiendo falsedades en torno a este multimillonario que busca volver a la Casa Blanca.
Adicionalmente, ese desdén tiene mucho qué ver con nuestra idiosincrasia nacional que nos ha llevado a odiar al triunfador y a dar de palmaditas a quien va perdiendo o sus posibilidades de perder son altas, un fenómeno que ya había analizado con su maestría característica Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad.
Todos recordamos esos programas de concurso, como el de Chabelo, donde se determinaba al ganador de acuerdo a la cantidad de aplausos que recibía, y generalmente el "chiquitín" que tenía menos posibilidades causaba la ovación más grande. Otro ejemplo clarísimo es el de nuestros atletas a quienes se les trata de justificar cuando fueron derrotados o humillados. Para no ir tan lejos, veamos lo que sucede con la selección nacional a la cual se le sigue rindiendo devoción conforme más se hunde en la mediocridad.
Nuestros maestros de escuela nos enseñaron que "hay que estar con el jodido", así sea moralmente, porque rara vez decidimos apoyar en serio al jodido; con manifestarle que "estoy contigo", ya hicimos suficiente. Nunca se nos ocurre enseñar al jodido a crear su propia riqueza y a valerse por sí mismo.
En cambio, al millonario lo vemos como el abusador, el aprovechado, el que se hizo de su dinero con el sudor de los demás. El empresario es un chicanero, un explotador al que no debe permitírsele incursionar en política.
¿O será éste un deseo inconsciente entre millones de mexicanos por preferir a Kamala sobre Trump porque con ésta en la Casa Blanca ese país seguirá yéndose al carajo y con el segundo el país estaría encaminándose a su recuperación? Después de todo, y algo que no es coincidencia, el último presidente que en México se repudiaba con tanto deleite fue Ronald Reagan, quien prometió reestablecer la grandeza norteamericana, y lo logró, representado esto en la caída de la URSS. El ya fallecido periodista Miguel Ángel Granados Chapa llamó "peligroso desquiciado" a Reagan cuando éste exigió a Gorbachov tumbar el muro de Berlín en 1986. Muy probablemente, se estaría expresando igual de Trump hoy.
En tal sentido, no extraña la respuesta que dio alguien en esa reunión cuado dije que con Kamala, "Estados Unidos terminaría convertido en otro país subdesarrollado", y esa persona respondió: "No estaría mal, para quitarles lo mamoncitos a los gringos".
En suma, votar por las percepciones, más que con los sesos, ha provocado un daño enorme a la historia de Estados Unidos, y a la de México, donde nadie sabe en realidad que pretende Claudia Sheinbaum cuando llegue al poder. Para fortuna de ese país, los mexicanos que apoyan a Kamala Harris simplemente porque su rival es Trump, no pueden votar allá. Paradójicamente, se prevé que el apoyo latino a Trump el próximo noviembre será inusitado, histórico. Y es que los latinos de allá, empezando por los mexicanos, están viendo cómo con los demócratas, sus economías, y por ende sus ilusiones de prosperidad, se están yendo al caño. Nadie tiene que andarles contando maravillas de Kamala Harris ante la realidad que están viviendo.
En este momento, apoyar en México a Kamala Harris por ser la "menos peor", como dio a entender el Papá Francisco (¡según Su Santidad, es un "mal menor" alguien que apoya el aborto, como Kamala Harris, que alguien como Trump, que ha manifestado claramente estar en contra!) es menospreciar el sentido común y negar nuestra propia inteligencia. Cierto, Trump es un mamón, un insoportable y un sujeto que cree en el Destino Manifiesto. Pero nadie, de acuerdo a sus resultados, podrá decir que dejó al país en peor condición en que lo dejó Obama, o que Joe Biden dejará al país mejor que cuando derrotó a Trump hace cuatro años. A menos que realmente se quiera bajarle lo mamoncitos a los gringos.
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