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La inesperada revelación del vloguero políglota
Afirma que habla "con soltura" casi 20 idiomas, algunos de ellos insospechados, como el maya y el urdu, y le gusta sorprender a los empleados inmigrantes hablándoles en su propia lengua. Estos divertidos videos dan cuenta, por cierto, cómo todos defendemos con orgullo nuestra herencia y nuestra cultura, algo que hoy es considerado "racista"... claro, solo entre ciertos grupos sociales, en particular la población blanca
JULIO, 2023. Las grandes ciudades
norteamericanas se encuentran repletas de restaurantes que ofrecen
platillos de todo el mundo y donde tanto los dueños como los
cocineros son en su mayoría inmigrantes. De repente llega a esos
sitios un vloguero, tímidamente pide algo a uno de los empleados
para enseguida hacerles preguntas sobre la comida, no en inglés sino
en otro idioma. La reacción va de los gestos sorpresivos que
terminan con una sonrisa de "cómo es que habla mi idioma" y, como
bono, llega a pasar que no le cobran el platillo, o por lo menos el
postre.
El vloguero en cuestión se hace llamar Xiaomannyc (nombre real Arieh
Smith) se considera un políglota que, por lo menos, habla 25
idiomas, algunos con soltura y otros apenas unas frases, "pero
frases útiles y convincentes", dijo en uno de sus videos. Xiaomannyc
se ha enfocado en aprender idiomas menos convencionales --ya se
sabe, español, francés, alemán, italiano, los cuales dice "dominar
casi perfectamente"-- sino otros menos recurridos, entre ellos urdu,
zulu, vietnamita, coreano y hasta dialectos que solo se hablan en
pequeñísimas regiones de Italia o Grecia. (Xiaomannyc tiene también
conocimiento del maya, el cual utilizó en una de sus visitas a
Guatemala y la Península de Yucatán).
La reacción de los empleados y los comensales es de absoluta
sorpresa. "Simplemente no pueden creerlo", refiere Xiaomannyc,
casado con una mujer de origen chino. "En ocasiones quieren buscar
en mis bolsillos si llevo alguna grabadora escondida o piensan que
lo que les digo son frases que memoricé y no sé nada más de la
lengua. Después de platicar un rato se dan cuenta que le puse empeño
en aprender su idioma".
Y aunque la reacción suele ser de sorpresa y hasta de
agradecimiento, Xiaomannyc recordó episodios no tan jocosos. "Entro
a un restaurante iraní y hablo en farsi a los empleados pero el
dueño me echa a gritos por, según él, quitar el tiempo a sus
trabajadores y agrega '¡ningún norteamericano tiene derecho a
aprender mi lengua!', algo que irónicamente me reprocha en inglés.
Él sí tuvo derecho a aprender mi lengua pero aparentemente yo tengo
prohibido aprender la suya."
Los videos de Xiaomannyc no solo dan cuenta de un políglota
consumado sino de un efecto que no debiera resultar tan extraño: el
menospreciar a aquellos que no hablan nuestra lengua, y reaccionar
exageradamente cuando pueden hacerlo.
Como ejemplo, en uno de los videos Xiaomannyc visita un restaurante
chino: la encargada habla consigo misma en mandarín quejándose del
aroma que expide la loción de un cliente. Cuando el vloguero le
pregunta en mandarín "¿qué tiene de malo mi loción?", la mujer
parece sufrir un síncope y responde "¡jamás imaginé que un blanco
pudiera aprender mandarín!" El episodio pudiera resultar chusco en
un principio, pero imaginemos si un norteamericano escuchara hablar
a un chino en perfecto inglés y éste respondiera "¡jamás imaginé que
un chino pudiera aprender inglés!" El comentario sonaría
discriminatorio desde cualquier ángulo.
De hecho, estas reacciones suelen darse más entre la comunida china.
En una visita a un restaurante de Chinatown en Nueva York,
Xiaomannyc pregunta al mesero si podría servirle un tentempié
mientras llega la persona que está esperando. Dos comensales de al
lado se le quedan viendo con expresión de asombro y extrañeza.
"¡Pero si hablas mandarín!", le dice la mujer, "¿cómo es eso
posible?" Imaginemos la situación a la inversa. En la mayoría de los
estados de la Unión sería causal de arresto y prisión.
Como contraste, el vloguero asiste a una carnicería donde el dueño y
los empleados son pakistaníes y le habla en urdu, la lengua oficial
de Pakistán. El tendero estalla en carcajadas y otro empleado
comenta "¡éste tipo ya habla urdu y nosotros apenas podemos aprender
el inglés!"
Una reacción similar se da entre los negros, quienes supuestamente
son los más perseguidos por el racismo en Estados Unidos. Xiaomannyc
entra a una tienda de ropa cuyos dueños provienen de Nigeria y les
pregunta en perfecto yoruba --una de las lenguas de ese país-- por
un tipo específico de tela tradicional. De nuevo las carcajadas de
los empleados, uno de ellos le da palmadas en la espalda y hasta
intercambian selfies. "¡Qué orgullo que te hayas molestado en
aprender yoruba!" le dice una mujer.
En una dulcería que ofrece productos tradicionales de Haití,
Xiaomannyc se dirige a los encargados en creole. Tras el intercambio
de risas, la dueña del establecimiento decide no cobrarle. "¡Esto no
sucede todos los días, sabes?", le dice en creole. "¡Hablas creole
mejor que mucha gente que conozco!". Fue más una actitud de
admiración.
Xyannyc tiene otros canales --entre ellos uno donde le aplican
masajes que van desde acariciar con las uñas y masajes
quiroprácticos-- pero sus aventuras políglotas se encuentran entre
los más visitados.
Pero al final, estos videos no exhiben precisamente el racismo, sino
el orgullo propio que tienen todos los habitantes de un país, a los
cuales desde el kindergarden se les ha inculcado la superioridad
frente a sus vecinos: a los niños chilenos se les enseña que, aunque
hablan el mismo idioma que sus vecinos peruanos y comparten muchas
cosas, "algo" los hace superiores a ellos, y los peruanos son
igualmente aleccionados respecto a sus vecinos ecuatorianos y así
sucesivamente.
Los mexicanos, por supuesto, podríamos encabezar este etnocentrismo
donde a nuestros vecinos guatemaltecos, salvadoreños y hondureños
los vemos como "poca cosa" y difícilmente ocultaríamos nuestro
shock si un día un políglota como Xiaomannyc viniera y nos
hablara en un español salpicado de mexicanismos y nos preguntaríamos
"¿cómo fue capaz de aprender eso?"
Hasta hace poco, ese etnocentrismo se impartía en los planteles
norteamericanos, británicos, canadienses, australianos y españoles,
pero ahora se considera ahí a ese etnocentrismo como algo
repugnante, reprobable, racista, homofóbico, patriarcal, opresor y
supremacista. La reacción de los chinos y los vietnamitas cuando
escuchan a este vloguero hablar en su idioma es algo totalmente
normal, propio del comportamiento humano, pero ahora el "discurso",
aderezado con una enfermiza doble moral donde se aplaude la misma
actitud que en otra persona se critica ferozmente, nos ha llevado a
creer que los únicos que se sienten superiores al resto del mundo
son los blancos, cuando en realidad toda la humanidad padecemos del
mismo germen.
Todos los seres humanos, sin excepción, tenemos actitudes racistas,
empezando por aquellos que odian a los blancos y quieren mandarlos a
la cámara de gases en nombre de la "igualdad", lección aprendida
directamente de los nazis en relación a los judíos, por cierto.
Más aún y en forma totalmente deliberada, el "discurso" ha logrado
que términos como racismo y cultura hayan pasado a ser la misma
cosa. Todos consideramos que nuestra cultura es única, irrepetible
("Como Mexico no hay dos" ¿recuerdan?) y ahora si un gringo o un
británico osa decir lo mismo ¡horror, cancelen a ese supremacista
blanco!", cuando lo que estamos viendo es simplemente, la defensa de
un concepto cultural. Un nigeriano puede considerar que su cultura
es superior a la de sus vecinos de Ghana, por ejemplo, e incluso
será aplaudido por sus compatriotas. ¡Pero que nadie en Estados
Unidos diga algo similar respecto a sus vecinos del sur!
Sabemos claramente que esa no era la idea de este vloguero políglota
cuyos videos son casi en su totalidad apolíticos. Pero sí evidencia
hasta qué grado el "discurso" políticamente correcto ha afectado, y
afectará, los conceptos sociales durante buena parte de este siglo
XXI. "Será una tarea titánica restablecer la lógica y la coherencia
en nuestro mundo", dijo el también vloguero Ben Shapiro. Tiene
absoluta razón.
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