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Francisco, un Papa lejos de las expectativas
Un día después de la ceremonia de Pascua, el primer Papa argentino dejó de existir tras 12 años de ocupar el Trono de San Pedro. Y mientras se designa a su sucesor, el repaso en torno a la gestión de Jorge Barboglio como pontífice queda muy lejos del trabajo y compromiso de Juan Pablo II. El saldo, lamentablemente. es triste y desesperanzador
ABRIL, 2025. Es de esperarse: con la muerte del Papa
Francisco, el primer pontífice de la historia nacido en América y el
primer sacerdote jesuita en ocupar el Trono de San Pedro, los medios
se saturarán de elogios, veremos una marejada de imágenes de gente
llorando, en especial las calles de Buenos Aires donde Jorge Barboglio había laborado como cardenal, los principales líderes del
mundo expresando loas, reconocimientos,
respetos, llamándolo, entre otras cosas, "líder mundial",
"estadista", "ejemplo para la humanidad" y, por supuesto, se dará
especial énfasis en que fue un "Papa progresista" que "trabajó por
las mejores causas".
Aquí en fasenlinea evitaremos unirnos a ese corifeo, falso y
convenenciero. Como orgullosos miembros de la grey católica,
evitaremos unirnos al desfile de lisonjas: Su Santidad, el Papa
Francisco, no fue un buen elemento para la Iglesia. Desde que
asumió el trono en el 2013, claramente destacamos que no nos
representaba como Papa.
Y paradoja de paradojas: antes de ser electo Pontífice y como cabeza
de la Arquidiócesis de Buenos Aires, el entonces cardenal Barboglio
había tenido sus buenos encontronazos con la entonces presidente
Cristina Kirchner, sobre todo en la
cuestión del aborto: de hecho las posturas aparentemente
conservadoras del cardenal
irritaron más de una vez a la señora Kirchner quien lo tachó de
"medieval".
Cierto que el futuro Papa manifestó décadas atrás las "razones" de
movimientos guerrilleros como los "montoneros" pero, en general, su
postura era relativamente equilibrada. Todo cambió cuando fue
elegido Papa que se hizo llamar Francisco, la
señora Kirchner lo invitó a tomarse un mate y cuando lo visitó en El
Vaticano se tomaron una foto muy abrazados, como si hubieran sido
amigos de décadas.
Su Santidad nos sorprendió desde el primer momento. En primer lugar,
se negó a condenar la homosexualidad, "es asunto de cada quien",
dijo, postura libertaria pero no muy propia de la Iglesia al punto que el
columnista Brent Bozell III advirtió que "a la Biblia de Su Santidad
le faltan algunas páginas".
En el 2015 Su Santidad publica su Encíclica Laudato Si, una curiosa
perorata de postulados ecologistas con la Teoría de la Dependencia,
hoy tan desprestigiada que uno de sus autores, el ex presidente
brasileño Henrique Cardozo, ya la había echado al
retrete.
La encíclica Laudato Si afirmaba:
La inequidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y
obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales.
Porque hay una verdadera "deuda ecológica", particularmente entre el
Norte y el Sur, relacionada con
desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico,
así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales
llevado a cabo históricamente por algunos países.
Con este punto, Francisco rompía con sus dos antecesores Juan Pablo
II y con Benedicto XVI (por entonces Papa emérito y aún vivo) y a
cambio resucitaba la vieja paparrucha de que si un país estaba
jodido era por la explotación del poderoso y
no tanto por la corrupción e incompetencia de los gobernantes
locales, de que los países desarrollados son los únicos que
contaminan el planeta y los que únicos que consumen recursos
naturales. Había entonces que pagar esa "deuda
ecológica" ¿cómo? Faltaba más: "la transferencia de fondos de los
países poderosos hacia los débiles será factor clave para remediar
esos desequilibrios", menciona la Encíclica.
De acuerdo a un informe del Instituto Hoover, desde 1965 los
"países poderosos" han arrojado sobre el continente africano 4 mil
trillones de
dólares y nadie podrá afirmar que hayan servido
de mucho para paliar la pobreza en ese continente.
Sin embargo, para Su Santidad, no importaba tanto
que el remedio fallara una y otra vez como el que de todos modos se siguiera implementado puesto
que representa una causa noble.
¿Cómo podía mantener el Papa Francisco su fe en
semejante disparate de que el dinero a raudales
sobre países empobrecidos es la solución cuando
durante el último medio siglo países como
Tailandia, Singapur, Malasia y Taiwán pasaron de
ser villorrios, infestados de moscas, a economías
dinámicas poderosas y donde la defensa de la
ecología es una prioridad sin que hayan recibido financiamiento
externo y solo bastó echar a andar una buena idea para que despegara
la economía?
Los disparates del Papa Francisco --quizá imbuidos
por su educación jesuita o, más probable aún, su
ignorancia en asuntos que no analizó a fondo--
abundaron sobremanera durante su Papado:
* Afirmó que el matrimonio "no necesariamente"
debe ser entre un hombre y una mujer, cuando este
es un punto fundamental del rito católico (y de las
otras grandes religiones de la humanidad, como el
Islam y el Judaísmo) todo esto ignorando olímpicamente las
Escrituras o en la estructura histórica de la
Iglesia; simplemente, a Su Santidad se le ocurrió
decirlo y listo.
* Durante su visita en la frontera de Ciudad Juárez
con El Paso, el Papa Francisco culpó a Estados
Unidos de la "inmigración que ocurre hacia su
territorio" y exigió "abrir la frontera a quienes
buscan un mejor nivel de vida". Curiosa la
perspectiva del Pontífice argentino: en vez de
responsabilizar a políticos como Hugo Chávez y
Evo Morales, quienes implementaron políticas
socialistoides fabricantes de pobreza, el culpable
es el gringo explotador como su aún viviéramos en
tiempos de la United Fruit. Por supuesto, el Papa
Barboglio nunca nos explicó por qué esos
inmigrantes desesperados buscaban establecerse
en el país supuestamente causante de su pobreza en vez de irse a
ese paraíso caribeño de justicia social sometido
por los Castro (y hoy en inepto Díaz Canel). ¿Será
por el endémico masoquismo que padecemos los
latinoamericanos?
* Su Santidad insistía en que "el capitalismo" (léase
libre mercado) "ya demostró su infuncionalidad y
cómo en vez de resolver la pobreza, termina por
agravarla" aunque no se molestó en mencionar
cuáles países han entrado en esa perversa vorágine donde la creación
de riqueza despluma a los pobres, como tampoco se molestó en
mencionar cuáles países socialistas pueden presumir de ostentar un
desarrollo indiscutible.
* Y si bien el Papa Francisco mantuvo su férrea oposición al aborto
(¡habría sido el colmo!) manifestó a los medios su convicción de que
si una mujer que interrumpiera voluntariamente su embarazo "mostraba
un sincero arrepentimiento, contaría con el perdón de Dios",
declaración por demás espeluznante. Si bien los libertarios apoyamos
que el aborto se practique a) cuando es producto de una violación o
una relación incestuosa b) cuando su desarrollo ponga en peligro la
vida de la gestante y c) cuando el producto venga con un defecto
físico o congénito que pudiera provocarle una existencia de sufrimiento
innecesario, en ninguna parte de la Biblia o los Textos Sagrados
venerados por El Vaticano se establece que poner fin al Milagro de
la Concepción porque una mujer considera "un estorbo" al ser vivo
que lleva en sus entrañas, dejara de ser una aberración si la mujer
muestra su "sincero arrepentimiento", más aún cuando en este siglo XXI tenemos una farmacia en cada esquina donde la pareja puede
adquirir métodos de control natal totalmente legales, desde la
pastilla hasta el preservativo, a precios accesibles o, más aún,
éstos se consiguen sin costo o a precio irrisorio con solo acudir a
un hospital público. ¿Por qué en vez de esa insensata declaración,
Su Santidad no exhortó a los planteles educativos de todo el mundo a
que realmente enseñen a sus alumnos que inician su vida sexual que
sí es posible prevenir embarazos no deseados en lugar de
meterles porquería doctrinaria en sus cabecitas?
* Otra puntada de Su Santidad fue "reescribir" los evangelios al
señalar que la multiplicación de los panes y los peces (referida en
Mateo 14:13-21, Marcos 6:32-44, Lucas 9:10-17 y Juan 6:1-15) "no fue
tal, lo que realmente ocurrió fue la división de los panes". ¿¡Desde
cuándo!? ¡Ah, porque en ese pasaje, se deduce, se infiere que, para
Jesús de Nazaret, tener fe es elemento vital para que las cosas
sucedan, como sería la multiplicación de la
riqueza y eso sí que no: para los progres lo que importa es que esa
riqueza primero se distribuya y evite así inculcar entre los fieles
las peores prácticas del capitalismo más egoísta. ¿Cómo fue posible
que personas que no poseemos un doctorado en Teología entendiéramos
más claramente la enseñanza de ese pasaje bíblico que el mismo Jefe
de la Iglesia católica?
* Cuando decenas de cristianos fueron sacrificados por el ISIS, 57
más murieron cuando dos loquitos se hicieron estallar dentro de un
par de iglesias de Alejandría el Domingo de Ramos del 2017,
atentados donde la condena y la indignación de un ortodoxo como
Vladimir Putin fueron mucho más enérgicos que Su Santidad cuya
lacónica respuesta fue: "Rezo por los corazones de aquellos que
propagan el terror, la violencia y la muerte y también los corazones
de quienes hacen y trafican con armas". Ni una sola condena a los
autores, ni a lo que Putin llamó "odiosa ideología". Para el Papa
Francisco, el tráfico de armas es más reprobable en esos atentados
que la vida de un centenar de inocentes que fueron bautizados en la
fe cristiana. Lo
más increíble es que los monstruos que se hicieron estallar no
usaron armas de fuego sino explosivos.
Las declaraciones desconcertantes del Papa Francisco fueron
prácticamente asunto diario. Durante su Papado, los cristianos del
mundo, no solo católicos, vieron sus creencias más amenazadas que
nunca: atentados en iglesias o en Canadá donde unos pirómanos se la
han pasado quemando templos, injurias sin cesar al cristianismo en
los principales medios, en canciones, en películas y hasta en
cómics, detención arbitraria de cristianos en países islámicos, la
destrucción sistemática que se ha dado en los colegios católicos de
Estados Unidos cuando se les quitaron prebendas fiscales que habían
gozado desde tiempos de Theodore Roosevelt (el primero), esto
durante el gobierno de Joe Biden y, por supuesto, el brutal insulto
durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París
donde se hizo una asquerosa burla de La última Cena. Fue El
Vaticano, y no el Papa Francisco, el que manifestó su condena, esto
a cuatro días de la ceremonia, por cierto una condena tibia, un
golpecito en la mano, literalmente y como dijo la vloguera española
alienada café: "Todo se redujo a un 'ya pórtense bien. muchaches'".
Así pues, estimados lectores, una disculpa: el Papa Francisco quedó
muy lejos de las expectativas y su labor pastoral como sucesor de
San Pedro y dejó un mundo menos seguro para quienes nos asumimos como
cristianos. Y ahora que el papado del argentino ha quedado atrás
viene la pregunta: ¿cuál será el rumbo que el nuevo Papa dará a la
Iglesia? Si el próximo Pontífice se hace llamar Pedro, como
profetizó San Malaquías, podremos darnos una idea... estamos
advertidos.
Descanse en Paz el Papa Francisco. Es imposible saber si la justicia divina le permitirá hacerlo al repasar su vida como pontífice.
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