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¿Conasupo en Nueva York?
El candidato demócrata a alcalde de Nueva York prometió, entre otros encantos, la apertura de "tiendas del pueblo" que contrarrestarán la avaricia del comercio hambreador con precios más bajos. ¡Qué lindura, qué manera de aplicar la justicia social! En México ya tuvimos un engendro así, un barril de corrupción desfalcado decenas de veces y que terminó por hundir el hermano de un ex presidente. Los habitantes de la urbe están plenamente advertidos: luego no se quejen ni anden culpando a Trump por sus propias pendejadas
JULIO, 2025. Hace muchísimos
años corrió en México la historia de un bebé que nació repugnante y deforme
y al verlo, la enfermera exclamó "¡pero que feo está!" y el recién
nacido respondió "¡pues más feo estará este año!" y expiró. Tiempo
después platicaba con un peruano de visita en México y refirió que
allá también circuló el rumor.
Ya en tiempos del Internet busqué el rumor del "bebé del fin del
mundo" y descubrí que también hubo "casos" en España, Europa
Oriental y hasta Australia donde, por cierto, supuestamente también
se han divisado un Sasquatch y un chupacabras, llamado allá
goatsucker.
Algo similar pasa con el socialismo. Se aplica en un lugar, llega el
desastre y todos se olvidan del asunto hasta que brota en otra parte
del mundo y se repiten su historia y sus patéticos resultados. Esta
vez le ha tocado el turno a Nueva York, una de las ciudades
emblemáticas del planeta, riquísima en historia, y una ciudad que
todos conocemos aunque jamás hayamos estado en ella gracias al cine,
la televisión y, en fechas recientes, al googlemaps. La que en su
momento fue considerada una urbe donde el capitalismo gobernaba a
sus anchas ya no lo es más; el péndulo se ha movido a la izquierda
radical.
Seguramente el lector sabe que la nominación demócrata a la alcaldía
fue conquistada por un Zohran Mamdami, un inmigrante nacido en
Uganda y quien a principios de este año era un total desconocido. A
diferencia de otros candidatos, como el nefasto Bill DiBlasio,
Mamdami no ha escondido sus cartas: ofrece transporte público,
guarderías infantiles y servicio médico gratuito para todos, además
de prometer que aplicará altísimos impuestos a los ricos, en
especial si son personas de piel blanca.
Entre otras lindezas Mamdami también promueve un salario mínimo de
30 dólares la hora (algo que matará de súbito al micromercio en ese
urbe y mandaría a la estratósfera los índices de desempleo) así como
el establecimiento de "tiendas municipales" donde, aseguró el
candidato, "se ofrecerán productos a precio más bajo y accesibles
para las minorías".
El vloguero Nick Shirley entrevistó a varios transeúntes en la urbe
y encontró un abrumador apoyo a los disparates proferidos por
Mamdani. Inclusive una mujer claramente woke dijo estar
"profundamente inspirada y emocionada" por la apertura de esas
"tiendas departamentales": "¡Esto es algo que jamás se ha hecho en
el mundo! Su éxito llevará a otras ciudades a imitar el ejemplo."
¿Hablaba en serio? ¿Realmente nunca antes se han abierto estas
"tiendas" administradas por el Estado para ofrecer al público
precios más bajos?
¡Por supuesto que no! Los wokes viven en su propia burbuja y son tan
ignorantes que quizá piensan --es un decir-- que el socialismo jamás
se ha aplicado en ninguna otra parte del mundo. De hecho, si la
propuesta de Mandami se aplica, Nueva York sería una de las
últimas ciudades del mundo donde se abren estas "tiendas municipales" para
supuestamente beneficiar a los más pobres. El rumor del bebé que
predecía el fin del mundo llega, más que atrasado, a la legendaria
urbe.
Pero no nos vayamos hasta la URSS. Repasemos qué pasó en México con
esas "tiendas" administradas no por un municipio, sino por el
Estado: la Compañía Nacional de Subsistencias Populares, mayormente
conocida para la raza como Conasupo y definidas en su momento como
"tiendas del pueblo", esto por si alguien piensa que el candidato
Mondami quiere hacerse pasar por original.
Aunque el proyecto ya existía desde 1961, fue cuatro años más tarde
cuando la Conasupo fue creada durante el gobierno de Gustavo Díaz
Ordaz, a petición, o más bien presión, de la Unesco que estaba
impulsando en varios países la apertura de estas tiendas. También
pesó la opinión de su secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena,
autor del "milagro mexicano" pero quien pensaba que la prosperidad
no estaba llegando a todas las capas de la sociedad por lo que la
apertura de estas tiendas pasó a ser prioridad. (Contrario a lo que
se piensa, Ortiz Mena era más bien hombre de izquierdas, pero
también alguien fue que anteponía el sentido común al momento de
sopesar lo que más convenía económicamente al país... ahí radica el
éxito de su estrategia).
Durante el primer lustro, las tiendas Conasupo funcionaron
relativamente bien, en especial al cubrir zonas apartadas y rurales
donde la iniciativa privada no se había acercado a invertir mientras
que en las zonas rurales obligaron al comercio privado a reducir sus
precios, y por tanto sus márgenes de ganancia, ante la nueva e
inesperada competencia.
Pero el sexenio lopezordacista terminó en el descrédito tras lo
sucedido en Tlatelolco, se consideró "obsoleta" a la vieja guardia
encabezada por Ortiz Mena y se dio paso a las huestes que se
filtraron en la ola de Luis Echeverría, el presidente sucesor. Esa
marejada, conocida luego como "los aperturos", keynesianos
convencidos y con los que el candidato a alcalde Mandami se llevaría
de mil maravillas, coparon los puestos públicos más importantes,
entre ellos la Conasupo, que se había manejado relativamente bien,
esto pese a que en 1968 se registró uno de sus primeros desfalcos.
Los "aperturos" comenzaron a asfixiar al comercio privado con alzas
impositivas y visitas exasperantes de los inspectores fiscales. Peor
aún, la Conasupo violó un acuerdo que se tenía con los empresarios
privados donde claramente se establecía que Conasupo se limitaría a
ofrecer fruta, verdura, alimentos enlatados y comida en general y
que se mantendría apartada de otros rubros. Sin embargo, hacia 1973,
las tiendas Conasupo comenzaron a vender escobas, trapeadores y
otros enseres para el hogar a precio más bajo, es decir, subsidiado.
Todo esto, aunado a la inflación, descapitalizó a cientos de
pequeños comerciantes y los orilló al cierre.
La situación siguió empeorando: tras la devaluación de 1976,
Conasupo comenzó a vender radios, televisores y otros artículos
electrónicos, algo que dañó a las tiendas electrónicas donde todo lo
que vendían era de importación. Pero antes de ello el daño al
comercio siguió agravándose: el gobierno federal creó sus propias
redes de distribución, algo que trajo un boom burocrático en su
nómina. El brillante ensayista y analista Gabriel Zaid estimó que
para 1977, Conasupo tenía en su nómina a 11 mil 463 empleados cuando
en 1970 la cifra llegaba a poco más de 2 mil. Hacia ese entonces,
Conasupo ya era un monstruo fuera de control.
¡Y los fraudes! En el periodo 1980-1986, la Conasupo registró 44
desfalcos en todo el territorio, un imperdonable robo de recursos en
un país que atravesaba por una de sus peores crisis económicas en su
historia. Por entonces corría entre la población la frase "¿Y dónde
quedó la lana de Conasupo? ¡Nadiesupo!" Antes de la devaluación de
1982, por cierto, las tiendas Conasupo comenzaron a vender latería
de productos norteamericanos: dado que el peso mexicano estaba
sobrevaluado, el gobierno federal importaba la latería a precio de
regalo y la revendía en México, de modo que mientras llegaba la
devaluación, alguien al interior de Conasupo acumuló montañas de
dinero.
(Según la edición del ya desaparecido diario El Porvenir de
Monterrey consultada en la hemeroteca, mucha de esta latería tenía
vencida su fecha de caducidad, poniendo en peligro la vida de los
clientes que solían adquirirla por su bajo costo).
El gobierno de Miguel de la Madrid trató de desaparecer a la
Conasupo pues para entonces se daba la brutal ironía de que los
artículos ofrecidos en esas tiendas ya eran más caros que los
ofrecidos en los establecimientos privados, esto pese a los
controles de precios que, al final, no servirían ni para maldito el
asunto.
¿Y qué hizo el "privatizador" Carlos Salinas cuando asumió la
Presidencia? En vez de liquidar al monstruo, y consciente que
también Conasupo podía servir como maquinita ganavotos ¡entregó la
dirección del organismo a su hermano Raúl Salinas! "Confío en él, es
un excelente administrador!" dijo el "neoliberal" Salinas pocos días
antes de anunciar la designación.
El "excelente administrador" y sus secuaces saquearon Conasupo con
total impunidad. Durante ese sexenio fue común ver las tiendas con
estantes vacíos, totalmente descuidadas y con máquinas
registradoras mecánicas mientras los establecimientos privados se
renovaban con registradoras automáticas y aun computarizadas.
Al concluir el sexenio, Raúl Salinas era un prófugo buscado por la
Interpol, sospechoso de haber ordenado el asesinato de su cuñado
José Antonio Ruiz Massieu.
La Conasupo fue finalmente liquidada en 1999 durante el gobierno de
Ernesto Zedillo y fue sustituida por Liconsa. Las tiendas Conasupo
fueron cerradas; las que no fueron derruidas hoy son espacios vacíos
donde se hacina basura e impera el graffiti y se les reconoce por su
pintura amarilla descarapelada.
Todo empezó con la creación de unas tiendas administradas por el
Estado para contrarrestar los abusos del "comercio hambreador".
ESE es el destino que aguarda los neoyorquinos si deciden votar por
Zohran Mamdani el próximo noviembre y llevarlo a la alcaldía. Los
habitantes de esa ciudad quedan advertidos: voten Zohran Mamdami:
dénle gusto para que vean cómo destruye Nueva York en tiempo récord.
Las "tiendas populares" serán apenas el principio de la pesadilla
que hoy los está seduciendo.
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