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LITERATURA/Neoestalinismo

La Wokestapo destruye a Willy Wonka: al cabo los muertos no protestan

Un fallecido escritor inglés innovador en darnos historias que cautivaban a los niños al tiempo que divertían a los adultos acaba de recibir tijeretazo a sus libros por lo que convirtieron en basura para que los wokes no se ofendan y se orinen en sus camas luego de leerlas. Otro ataque artero dado que el autor de esas obras ya no puede defenderse

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FEBRERO, 2023. ¿Qué tienen en común Matilda, la niña traviesa pero de gran corazón que cautivó a millones de niños, primero en un libro y luego en el cine, y Willy Wonka, el chocolatero que decidió entregar su fábrica a un niño, igualmente, de gran corazón? Ambas historias fueron escritas por Rohald Dahl, un novelista británico, famosísimo en los años 60 y quien es autor de estos clásicos de la literatura infantil y el guión de la película You Only Live Twice para el seriado de James Bond.

Desde su estreno en 1971 y que por cierto fue un relativo fracaso en taquillas, Willy Wonka pasó a ser una película de culto, una historia que si bien no es precisamente infantil --el humor negro aparece por todos lados e incluso brevemente se ve la imagen de Martin Bormann, un criminal de guerra nazi--se le considera un clásico precisamente por eso, por ser una cinta que se salió del estado tradicional de esas películas infantiles que aburrían a los adultos que acudían al cine con sus hijos y no encontraban escenas divertidas con las cuales identificarse. Esa innovación de historias infantiles sazonadas con temática de adultos que era característica de la serie animada de Los Picapiedra, sería luego utilizada en infinidad de veces en películas como Toy Story y, sobre todo, las divertidas cintas de Shrek.

Doahl, fallecido en 1990, era un autor obsesionado con la perfección de su prosa: "si es preciso escribir la frase mil veces hasta que quede lista y ya no puede ser alterada, habrá que hacerlo", escribió en su biografía. "Esta es una manera ideal de que tus lectores concluyan que se le puso atención hasta el mínimo detalle a la narración de la historia que tienen en sus manos".

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En otra ocasión Doahl dijo a un entrevistador: "nunca debes quedar satisfecho con lo que has escrito hasta que lo hayas redactado de una manera que ya no pueda ser perfeccionada más".

Vaya ironía del destino y que hoy deben tener girando en su tumba a Doahl, preguntándose cómo es que la literatura actual ha llegado a un grado superlativo de estupidez: Puffin, la editorial que posee los derechos de sus obras junto con la familia de Doahl, acaba de poner a la venta una reedición de sus libros, con un añadido, 0 más bien, un tijeretazo: de acuerdo al diario británico Daily Mail, un grupo de "expertos" decidió "modificar" algunos términos incluidos en los textos originales que pudieran "herir susceptibilidades" u "ofender" a los pobrecitos lectores wokes que se asomen a sus libros.

En otra ocasión Doahl dijo a un entrevistador: "nunca debes quedar satisfecho con lo que has escrito hasta que lo hayas redactado de una manera que ya no pueda ser perfeccionada más".

Así pues y de acuerdo con un artículo escrito por el columnista Piers Morgan en The New York Post, los "expertos" cambiaron algunos pasajes:

En la novela Las Brujas, escrita en 1983, un adolescente vive en un mundo gobernado por las brujas, "se registraron 59 cambios", escribe Morgan.

"El término 'mucama' pasa a ser 'limpiadora, 'una parvada de damas' cambió a 'un grupo de damas'; '¡debes estar loca!' es ahora '¡no estás en tus cincos sentidos!" e incluso la frase 'cuatro mujeres calvas' pasó a ser 'cuatro femeninas singulares', pese al hecho de que todas las brujas son calvas en el libro. Aparentemente, está bien que los niño piensen que las brujas son singulares, pero no que puedan carecer de cabello". No vaya a ser que se sientan ofendidos los lectores peloncitos...

La Wokestapo siguió despedazando la obra de Dahl, de acuerdo con Morgan: "La frase 'incluso si ella trabajaba de cajera en un puesto escribiendo cartas para un hombre de negocios' ahora reza 'incluso si ella trabaja como una experta en un alto puesto o administra un negocio" y agrega Morgan, con sarcasmo "¿se supone que ahora a los niños se les debe enseñar que es degradante ser cajera en un supermercado o ser asistente de oficina?"

Hay más cambios por parte de los "expertos", naturalmente:

En la novela Matilda, la protagonista ya no se refiere a la señorita Trunchbull como "cara de caballo" y ahora solo se dirige a ella como "un rostro". Del mismo modo, la frase "ocho pequeños idiotas alocados" fue modificada a "ocho pequeños alocados" y, por si faltara agregarle más estupidez woke al asunto, un personaje que sufrió un susto y su piel "se tornó totalmente blanca", ahora su piel pasó a ser 'de un pálido total". Y en algo que Morgan  considera un hecho "escalofriante", cuando se hace referencia a las "mamás y a los papás", se les llama "padres" en  todo momento.

En otra de las novelas, "damas y caballeros" pasó a ser "amigos", "aparentemente para no ofender a los niños no binarios" escribe Morgan. y una más. "Mi favorita de todas (por las razones equivocadas) es que la frase "toda la maquinaria era de color negro', fue eliminada totalmente de la novela El Fantástico Señor Fox. Efectivamente, hasta el color de los tractores se ha convertido en un asunto racial", escribe Morgan.

La novela Willy Wonka y la Fábrica de Chocolate, quizá el libro más conocido de Dahl sufrió especial censura por parte de esos"expertos" que creen tener más criterio que el resto de la humanidad: El personaje de Augustus Gloop "ya no es descrito como 'regordete' y ahora se le llama 'enorme', como si llamarle así fuera a provocar menor indignación", apunta Morgan.

Peor aún, los umpa lumpas, esos empleados que Wonka contrató para que prepararan el delicioso choolate, no solamente dejaron de tener corta estatura sino que, segín reporta el Daily Mail, ahora son no binarios y ya no se lee trajo de un país exótico.

Al respecto, reporta el diario británico, el escritor Salman Rushdie, quien recientemente fue objeto del ataque de un fanático musulmán y donde perdió la vista en el ojod erecho, acusó a Puffin Books y a la fundación Dahl de esta censura absolutamente orweiliana. "Debería darles vergüenza", dijo el autor de Los Versículos Satánicos.

Es un atentado contra el legado literario universal

"Son cambios perniciosos, estúpidos y que insultan la inteligencia de todos quienes amamos la literatura", dice al respecto Jaime Robles, coleccionista de libros y autoconsiderado "lector devoto" de Ronald Dahl. "No voy a negar que los personajes femeninos de sus novelas no siempre eran brillantes y para el efecto cito a Willy Wonka donde la mamá de Charlie es una mujer abnegada al punto que su hijo evita llevarla con él a la fábrica de chocolate y en cambio se lleva al abuelo, o que Veruca Salt, la hija de un millonario, sea una niña caprichuda, que otra de las niñas se infla como globo por no hacer caso al señor Wonka y que la mamá de uno de los niños y que es profesora, quede como una tonta. Pero esa era la visión muy personal de Dahl, y el hecho de leerlo no significaba que estuviéramos de acuerdo con lo que leía, lo que admiramos de él es su habilidad de escribir historias entretenidas; me parece absurdo, y peligrosamente fascista, que se quiten cosas y se pongan otras que un autor nunca escribió".

Añade: "Es como si a los lectores de Poe se les llama desadaptados sociales. Lo maravilloso de la literatura, y algo que la estupidez woke no logra comprender, es que muchos de nosotros nos identificamos y nos divierten las historias de gente con la que nada tenemos en común en nuestra vida diaria".

Continúa: "A Dahl se le acusa entre otras cosas, de antisemita, pero yo no recuerdo un escrito suyo donde haya defendido las cámaras de gases o que se expresara mal de la población judía; después de todo, la película de Willy Wonka fue dirigida por un judío, y Gene Wilder, su actor principal, igualmente era judío. Pero al final todo eso es irrelevante".

Por otro lado, dice Robles, "me enfada que esta gente que se dicen 'expertos', le metan censura a esos autores que ya no pueden defenderse, que creen tener al derecho a decidir que palabras son 'ofensivas' y por cuál es que hay que cambiarlas y, sobre todo, me enfada que con esa censura, conviertan a la literatura de Dahl, que esencialmente es sarcástica, ireverente e infractora, en un producto insípido, que en ningún momento reta al lector", e insiste: ¿Quién les dio el derecho a decidir por el resto de nosotros lo que es literatura 'buena' y lo que es literatura 'mala' a la que deben quitársele términos hoy considerados 'ofensivos'?

En opinión de Robles, "lo que estamos viendo es un claro atentado al legado literario universal; se acabó el respeto a esas obras magistrales; hasta hace poco esa gentuza woke ponía trigger warnings, es decir, advertencias para esos lectores hechos de azúcar que se ofenden porque un autor menciona la palabra 'zorra' en una novela, y ahora mutilan directamente la obra de un autor que vivió en otra época, en un mundo donde las convicciones eran diferentes a las nuestras y un mundo que le tocó vivir a Dahl, un mundo donde teníamos mucho más libertad de expersión que ahora.

"Pero eso no es lo más peligroso; estos 'expertos', como en el 1984 de Orwell, borran el pasado para adecuarlo a las necesidades del presente. ¿Qué sigue, poner de amante de El Quijote a Sancho Panza, quien por supuesto es trasgénero, a Dulcinea una feminista de tendencias lesbianas y se omite el jocoso pasaje donde se usa como bacinica un casco militar para no ofender a los niños que se niegan a utilizar el excusado par hacer sus necesidades? ¿Cuánto falta para tener a un Sherlock Holmes gay acompañado de un Watson negro que se la pasa denunciando el privilegio blanco? ¿Veremos pronto una reedición de Snoopy donde Charlie Brown es denunciado de acoso sexual por querer sacarle plática a su vecinita, se revela que Linus nunca deja su frazada porque sufre de abuso sexual infantil y su hermana Lucy, aparte de ser afroamericana, es una activista que habla pestes de Donald Trump? ¡Por Dios, que alguien pare estas pendejadas. este abierto ataque a los clásicos del cómic y de la literatura!"

Finaliza: ¿por qué estos promotores de la basura woke se siguen metiendo con estos clásicos, por qué no crean sus propios personajes, sus propios libros, sus propias propuestas? Lo bueno de todo es que que quienes conservamos y atesoramos las novelas de Roald Dahl en su versión original, no tenemos necesidad alguna de comprar esas porquerías mutiladas. Los libros que tengo en mi anaquel nunca podrán ser recordados por estos enemigos de la libertad de expresión. Y esos son los libros que pondré en las manos de mis hijos... de pendejo les proporciono libros que los deprimen en vez de entretenerlos o, peor aún, terminarán poniéndolos en contra mía".

AGREGADO: Tras una airada reacción de la comunidad literaria y donde incluso intervino Camila Parker, la reina consorte británica, la editorial Puffin emitió un comunicado donde indica que "se lanzará una reedición de la obra literaria de Dahl sin modificaciones, tal y como fue publicada originalmente" aunque igualmente se pondrá a la venta la edición "revisada" por los "expertos", algo que sin duda neutraliza la intentona protofascista de éstos. Esta gestión habla muy bien de la esposa del Rey feo y del Daily Mail, periódico que de inmediato denunció este pisoteo a la libertad de expresión, aun si se trata de un autor ya fallecido.

 

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