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Disney y su pesadilla auto inflingida

Ni Trump, ni De Santis, ni el "privilegio blanco" habrían conseguido lo que dos ejecutivos han hecho con Disney, esto es, llevarla a una situación económica tan complicada que incluso amenaza la propia existencia del emporio, todo en nombre del wokeismo que está destruyendo por dentro a la empresa del ratoncito. Quizá desde ultratumba, Walt Disney terminará vengándose de la afrenta

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NOVIEMBRE, 2022. "Un tonto es aquél que hace lo mismo una y otra en espera de ver un resultado distinto", es una frase que se atribuye a Albert Einstein aunque se sabe que Henry Ford había dicho algo parecido décadas atrás. La frase, sin embargo, es certerísima... excepto, claro está, para el mundo woke, un mundo profundamente sumido en la terquedad y la estupidez.

En este momento es un hecho que Disney es la empresa más woke en la industria del entretenimiento mundial, una empresa que es un monstruo que además es propietario de Marvel, LucasFilm, de los estudios Pixar, de las cadenas de televisión ABC y ESPN y los estudios 20th Century Fox, lo que no incluye, aclaramos, el área de televisión y el streaming, que es de corte conservador. Según estimaciones hechas por la revista Forbes, Disney tiene bajo su sombrilla al 40 por ciento del entretenimiento, muy por arriba de otros estudios como Warner y Universal. Y no dejemos atrás por supuesto, a sus parques de diversiones.

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Cualquiera supondría que una empresa de semejante tamaño tendría a la cabeza a las mentes más brillantes del entretenimiento dispuestas a hacer crecer los activos. Sin embargo ocurre lo opuesto, y los resultados los estamos viendo: con semejante tamaño e influencia, sería lógico que Disney avizorara hoy las inmejorables expectativas que le representa el poseer un semimonopolio en la industria, pero ocurre lo contrario: Disney va en picada y se maneja como fuerte runrún su venta a Apple, información que hasta el momento no ha sido desmentida.

La última semana en que se destapó el rumor se dio un simbolismo de ello con el fracaso espantoso de Stranger World, de Pixar, supuesta película de aventuras de ciencia ficción y cuyo argumento trata sobre el romance gay entre dos adolescentes. Stranger World recaudó apenas 20 millones de dólares el día su estreno el día de Acción de Gracias, fecha en la que Disney solía obtener altísima taquilla. El hecho de que Stranger Things tuviera un costo de $160 millones de dólares es apenas un granito de la catástrofe económica por la que han atravesado los estudios este ya feneciente 2022.

Días antes de ese estreno, Bob Chapek, el mandamás de Disney, dejó de serlo según un comunicado donde se le "deseaba lo mejor en sus futuros proyectos", eufemismo común usado cuando se despide a un empleado incompetente. En lugar de Chapek se anunció el retorno de Bob Iger, quien hace menos de un año había dejado a Disney "en las mejores manos", como llegó a decir este ejecutivo en unos de sus tuits. El asunto levantó marejadas de rumores: por un lado, que Chapek fue echado porque se atrevió a cuestionar la influencia que los ejecutivos woke tienen dentro de la empresa y por el otro, que su despido se debió a las enormes pérdidas que Disney ha tenido este año sin que necesariamente se culpe o cuestione la influencia woke en esos resultados.

Con el regreso de Iger la segunda teoría pudiera ser la de más peso: recordemos que la ideología woke es un dogma y por tanto se niega a enfrentar o a reconocer la realidad, máxime si recordamos que carece de sentido que Iger, quien entregó la empresa a los activistas woke y ha sido en gran medida el responsable de la catástrofe en que están sumidos los estudios Disney. ¿Por qué pedirle que vuelva, aunque sea de manera temporal? (se prevé que permanecerá en ese puesto hasta el 2024). En tal sentido, a Chapek lo corrieron por no fortalecer las finanzas del imperio, no por otra cosa.

Sin embargo, ni siquiera el universo woke es capaz de escapar de la realidad económica del mundo real por lo que Disney ya anunció despidos que sufrirán entre 10 y 15 mil empleados, cantidad que deja de manifiesto el brutal descenso en los ingresos de este emporio nacido en California.

Para los analistas y especialistas, Bob Iger jamás dejó de tener influencia en las decisiones de Disney al punto que Chapek nunca acumuló mayor poder que él al interior de la empresa

Y aunque las acciones de Disney experimentaron un repunte tras el regreso de Iger, se sabe perfectamente que, como rezaba un viejo corrido, ya no estás aquí pero nunca te fuiste. En realidad Iger seguía manejado muchos hilos al interior de la megaempresa.

El 2002 ha sido infernal para Disney en el área del cine. Con excepción de Wakanda Forever que hasta el momento de escribir esto lleva recaudados 670 millones de dólares aunque se esperaba que sus ingresos superaran los $900 millones de dólares para terminar desbancando a Top Gun Maverick, la película más taquillera del año con 1,350 millones de dólares recaudados hasta la fecha.

De hecho, pocos analistas esperaban apenas unos meses atrás que las cosas empeorarían para Disney: Lightyear, el acostumbrado estreno veraniego de Pixar, resultó un enorme fracaso al incluir la escena de un beso lésbico entre dos mujeres, situación traducida en que millones de espectadores evitaran exponer a sus hijos a ese tipo de material en una sala de cine o, más aún, temían que se tratara de otra cinta "con mensaje" en vez de mero entretenimiento.

Lightyear recaudó 155 millones de dólares internacionalmente y tuvo un costo de 200 millones, lo que la convirtió en uno de los peores fracasos para un estudio grande en la historia reciente de Hollywood. Sin embargo, la hecatombe financiera de Strange World evidencia, por si hacía falta, el divorcio que hoy existe entre Disney y la gente que acude al cine para entretenerse, no para recibir adoctrinamiento e insultos por tener el color de piel equivocado.

De acuerdo con la página libertaria británica spiked¡, "la vida en (la compañía) Walt Disney ya no es lo que solía ser. En años recientes, esta megaempresa había disfrutado un renacimiento a través de su servicio de streaming Disney+, la nueva joya en la corona del imperio. Pero en este momento las acciones de Disney bajaron un 50 por ciento este año y el reporte de la semana pasada no avizora que el panorama logre mejorar. Incluso la enormemente popular plataforma Disney+, que continúa haciéndose de suscriptores, representó una enorme pérdida operativa de $1.47 mil millones de dólares, más del doble de pérdidas que el año anterior". Esta situación es la que ha orillado a los despidos en masa y el congelamiento para abrir nuevas plazas."

El artículo de spiked¡ abunda en el desencanto que existe hacia Disney por parte de los consumidores: "el apoyo a las causas woke ha costado (a la empresa) más que el perder las prerrogativas fiscales en Florida. Todavía en marzo del 2021, los niveles de aprobación de Disney entre el público eran del 77 por ciento. Pero una encuesta realizada en septiembre arroja que esta aprobación ha bajado hasta un 51 por ciento entre todos los norteamericanos. Y ha caído en un territorio aun más negativo entre los republicanos. Como indica la encuestadora Chris Wilson: 'el que una empresa dedicada al entretenimiento familiar registre tan baja aceptación es algo que no se ve con mucha frecuencia'".

Otro fracaso de Disney y que quedó muy por debajo de las expectativas fue Pinocho, dirigida por el experimentado y generalmente exitoso Robert Zemeckis. En la película aparece una breve escena desde arriba donde se muestran unos pedazos de excremento. En un principio se interpretó ese pasaje por ser de mal gusto gratuito pero quizá la hoy conocida como escena de la caca fue un mensaje sutil de quienes trabajaron en Pinocho: sabían exactamente la calidad del producto en el que estaban trabajando.

Los parques, que representan los ingresos constantes para Disney, tampoco se encuentran en la mejor situación. Para compensar pérdidas, la entrada a los parques subió hasta los 159 dólares diarios por persona, una cantidad inalcanzable para la mayoría de la clase media norteamericana. Atracciones como Magic Kingdom y el pabellón de Star Wars, donde hay que pagar extra para ingresar, no han llenado las cuotas esperadas mientras sus hoteles al interior del parque recibieron una cantidad más baja de la habitual durante la temporada de verano.

Por lo que toca al servicio Disney+ y el cual la empresa anunció, pomposamente, que "el número de suscriptores ha rebasado todas las expectativas", según spiked¡, "se ofreció la oferta de pagar un dólar por contratar el servicio y, aun así,  la plataforma está llena de bots (cuentas ficticias) que no le representan mayores ganancias a Disney", y cita el caso de la revista LIFE, que se fue a la quiebra en 1972 pese a que en ese entonces imprimía 4 millones de ejemplares por semana: "Llegó un momento en que el número de suscriptores de esa publicación rebasó a los ingresos por ventas en la calle y concepto de publicidad. Un trato así no puede sobrevivir por mucho tiempo; el destino de Disney+, dentro de este principio, no podría ser diferente".

 "Cada vez son más las familias que temen que ahí encontrarán escenas indeseables para sus hijos", escribió Andrea Widburg en la página americanthinker. "El público tradicional de Disney se siente traicionado. Y no solo ese público: lo mismo ocurre con los fans de Marvel, de Star Wars, de quienes contrataron ESPN bajo la premisa que era un canal especializado en deportes, no en políticas de identidad".

Algo que no debemos olvidar es que esta catástrofe fue auto infligida, no se necesitó que sus archirrivales Warner, Sony, Paramount o Universal, estudios igualmente envenenados por la ideología woke aunque en grado relativamente menor, conspiraron para derribar al gigante del (supuesto) entretenimiento. "La empresa fue llevada al abismo desde adentro, por tomar decisiones que van contra las convicciones no solo políticas de su público, diferencias que en cierto modo podrían ser discutidas y alcanzarse un consenso, sino contra las convicciones religiosas, sociales y aun sexuales de quienes por décadas han constituido el grueso del público habitual de Disney", escribió Widburg, de americanthinker.com. "Enfrentarte al público que te da de comer no es una manera inteligente de hacer crecer tu negocio. Es realmente asombroso que Disney no previera este resultado"... quizá porque son el ejemplo prístino de esos tontos a los que se refería Albert Einstein.


 

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