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América latina: nuestra decadencia moral le ha dado otro triunfo a la izquierda

Hace menos de tres años Lula estuvo en prisión por malversar fondos y este 2022 acaba de regresar a la presidencia de Brasil. ¿Cómo fue que los latinoamericanos votamos de nuevo no solo por políticos corruptos sino por fórmulas económicas fallidas? Situación analizada desde una perspectiva psicológica 

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NOVIEMBRE, 2022. Luego de las recientes elecciones en Brasil donde Luz Inacio da Silva, conocido por todos como Lula, ganó la presidencia, queda preguntarnos, incluso con ojos de plato: ¿en dónde se perdió la moral de nosotros los latinoamericanos? El fenómeno ya se había dado meses atrás en Colombia con los comicios donde Gustavo Petro, un ex guerrillero, se estrenó con aplicar una reforma agraria "enfocada en la población indígena y los afrodescendientes", un experimento ruinoso en todas las partes de donde se ha aplicado y del cual se suponía los latinoamericanos ya estábamos inmunizados.

En el caso de Lula la pérdida de nuestra moral resulta más que escandalosa: se trata del mismo político que tres años atrás pisó la cárcel acusado de malversación de fondos y otras pillerías (por supuesto en México no nos quedamos atrás cuando hicimos presidente a alguien que prometió mandar al diablo las instituciones, y ya en el poder vaya que lo está cumpliendo).

"En el territorio que comprende Latinoamérica estamos sufriendo una catastrófica decadencia", señaló el analista argentino Agustín Laje en las horas posteriores a la victoria de Lula sobre José Bolsonaro."El otorgar nuevamente la confianza a alguien que demostró tener nula integridad como presidente es algo que desafía toda lógica... esta decadencia nos ha llevado  a suponer, ya despojados de toda moral, de que un pillo en el poder se va a portar bien si se le da una nueva oportunidad".

No olvidemos que Lula, ya en su segundo periodo de gobierno --en el primero se mostró relativamente moderado e incluso su discurso sobre la realidad económica brasileña fue abiertamente reconocido-- renunció entre el descrédito absoluto aunque él juraba que todo había sido una "conspiración de mis enemigos" pese a que las pruebas para condenarlo eran incontrovertibles. Pero solo bastó que un magistrado amigo suyo echara por la borda las acusaciones para que Lula saliera de prisión y los medios de comunicación lo ensalzaran como una víctima de los malvados empresarios y los capitalistas inhumanos.... no aquellos empresarios que se beneficiaron al hacer negocios con su gobierno, claro está, sino aquellos que luego votarían a favor de Bolsonaro.

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¿Cómo fue posible, se pregunta uno, que el pueblo brasileño haya olvidado tan pronto a Vilma Russef, la sucesora de Lula, a quien la  caída de éste se la llevó entre las patas, orillándola a su renuncia? (y no se dude en este punto que Ruseff pronto será rehabilitada y la postularán de nuevo a la presidencia) y que otra vez votaran por alguien que los decepcionó y dejó al país en una situación peor a cómo lo encontró (y lo dejará peor de cómo hoy se encuentra, de eso no se dude).

"Con la  victoria de Lula, el 96 por ciento de América latina tendrá gobiernos socialistas", apunta Laje, "solamente Uruguay, Paraguay, Ecuador, Costa Rica, El Salvador y Guatemala no tienen hoy gobiernos de izquierda. Este es un momento trágico pero dentro de todo lo malo hay algo bueno: los presidentes socialistas han visto descender su popularidad de manera brutal, como es el caso de Alberto Fernández en Argentina, Gabriel Boric en Chile --reflejado con su fallido intento por convocar un nuevo Constituyente-- y Gustavo Petro en Colombia, que apenas lleva un par de meses y ya tiene su popularidad en picada".

Con todo, debemos regresar la pregunta de porqué tantos latinoamericanos siguen votando por fórmulas que solo empeoran la situación y, más asombroso aún, por los mismos políticos, como fue el caso de Lula da Silva.

Para el efecto fasenlinea entrevistó a la psicológa Verónica Celis para quien América latina "se encuentra en la peor crisis moral de su historia, lo cual se ha traducido en que votemos por políticos desprestigiados y que en otras circunstancias estarían exiliados de la vida pública. Y vemos que no es un fenómeno exclusivamente mexicano, como acaba de suceder en Brasil".

Abunda: "Si me enfoco en lo que es mi campo, que es la psicología, puedo decirte que esto es un efecto del bombardeo que recibimos diariamente en todos los medios de comunicación donde la virtud, la honradez y los valores son constantemente ridiculizados como algo pasado de moda, como una aberración que limita tu voluntad de hacer lo que se te pegue la gana sin pagar las consecuencias. Entra a Netflix, sintoniza cualquier serie y verás que se glorifica al corrupto, al que rompe las leyes; igualmente se da un toque de románticos justicieros a los narcotraficantes que siguen envenenando a nuestra sociedad y ahí tenemos la reciente serie sobre Jeffrey Dahmer, que comía carne humana, una serie que está teniendo enorme éxito. Igualmente se aplaude a quienes maldicen, a quienes insultan, a quienes mienten y no les da vergüenza que sepamos que mienten".

--¿Crees que ese bombardeo mediático nos ha hecho más insensibles a los latinoamericanos?

--No me cabe duda. Toda la industria del entretenimiento está llena de basura, y basura sumamente violenta; de los videojuegos inocentes como el Pacman y los Mario Bros pasamos a juegos donde a alguien le  disparan en la cabeza y ves que se le salen los sesos; en la música pasa lo mismo, llevo años sin escuchar una nueva canción romántica en la radio, los artistas actuales solo hablan de vulgaridad y mal gusto. Esa glorificación de la violencia es paradójicamente impulsada por los mismos que quieren prohibir las corridas de toros por 'salvajes' y al día siguiente defienden como un dogma la práctica del aborto. Con los noticieros tenemos otro tanto: los periodistas, por llamarlos de algún modo, glorifican a políticos que sabemos son unos corruptos y nos los presentan como si fueran las personas más importantes de nuestros países cuando tenemos millones de seres humanos anónimos cuyo valor moral es mucho más alto y su honradez resiste toda prueba.

--Por tanto, Verónica, piensas que todo eso nos ha insensibilizado el modo de ver la vida, en especial las decisiones políticas...

--Por supuesto. El concepto de política como el acto de servir a los demás fue echado por la borda y ahora lo que tenemos es a la política como la manera de detentar el poder y abusar de él e impedir que tus enemigos te lo quieran arrebatar. Esto queda comprobado cuando ves la violencia como algo cotidiano, te haces insensible a ella, y cuando te bombardean con ejemplos que tienen como propósito destruir lo que es lógico, lo que tiene coherencia, y terminas por creer que un político que te mintió ya no volverá a hacerlo si es reelecto. Estamos sufriendo una decadencia moral impresionante; ese bombardeo nos ha hecho insensibles, lo que nos impide pensar en las consecuencias que representa elegir a políticos que de antemano sabemos que son corruptos y mentirosos..."

Finaliza: "Hoy tenemos más acceso a la información que nunca antes y sin embargo padecemos una desinformación crónica; ese mundo de información distorsionada ha minado nuestra capacidad de juicio y los principios de moral que heredamos de nuestros padres y nuestros abuelos. Cuando pierdes noción de lo que está bien y lo que está mal, lo que es la decencia y lo que el cinismo, tenemos estos resultados electorales de gente que realmente no tiene ni idea de por qué vota por determinado candidato. Es como dice un colega con el que platicaba el otro día: han castrado nuestra capacidad de juicio, y el juicio ellos que nos quieren meter en la cabeza viene empaquetado como un dogma".

Al igual que sucedió en los procesos electorales de Colombia y Perú, fue el voto alejado de las comunidades urbanas el que se volcó a favor de los candidatos socialistas. El voto en las grandes urbes, que aparentemente son los sitios más "progresistas" de América latina, fue mayoritario para Bolsonaro en Río de Janeiro y Sao Paolo hasta entrada la tarde cuando el voto a favor de Lula procedente de las regiones más alejadas dio el triunfo a Lula. (Como contraste, y algo que no extraña mucho, el voto fue abrumadoramente favorable a Lula en Brasilia, la capital política).

Sin embargo haya lo que no reportan los grandes medios: la diferencia entre los dos candidatos fue mínima --en el caso de Brasil menor a uno por ciento-- lo que indica no solo una profunda división que existe en la sociedad brasileña sino la existencia de millones de ciudadanos que conservan su sentido común y votaron contra un político que fracasó en su primera gestión presidencial y ahora, envalentonado por el discurso regional que ha movido al socialismo a la izquierda todavía más, no solo avizora malos resultados para un país que tiene todo para convertirse en potencia mundial. "Esa es gente que se informa, consulta varias fuentes y es un sector que aún conserva buena parte de su sentido común", refiere la psicóloga Celis.

Desafortunadamente, millones de brasileños que reciben su dieta informativa de los medios que incesantemente les proporcionan violencia, mal gusto y relativismo moral hasta en los noticieros, están arrojando un saldo electoral que favorece a los candidatos socialistas. "Cuando nos acostumbramos a la violencia, al insulto, a la corrupción y a idealizar a los corruptos, a los bandidos, a los que hacen mal, en vez de condenarlos y aislarlos de la sociedad, nuestra confusión de convicciones nos lleva a apoyar situaciones que a la larga terminarán perjudicándonos", explica la psicóloga Celis, "es una trampa similar en la que han caído los adictos a las drogas, esto es, llegas a pensar que si las consumes terminarás destruyéndote, pero al mismo tiempo dejas abierta la posibilidad de que te beneficien... este tipo de conclusiones no se pueden dar si de por medio no existe una decadencia moral y de valores en nuestra sociedad".

 

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